jueves. 28.03.2024
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El 6 de mayo de 1933, los nazis destruyeron e incendiaron el prestigioso Instituto de Investigaciones Sexuales, creado por Magnus Hirschfeld. (Foto: EHGAM)

Entre 10.000 y 15.000 homosexuales fueron a los campos de concentración, muriendo casi todos

En enero de 1933 Hitler fue designado canciller. Al mes siguiente comenzó la persecución de los homosexuales, ya que se prohibieron las asociaciones que luchaban por sus derechos, así como la pornografía. Fueron días y semanas intensos en relación con la persecución que padecieron distintos colectivos por considerarlos como responsables de la supuesta decadencia moral de Alemania. Si el 26 de abril se creaba la Gestapo, el 2 de mayo se detenía a los sindicalistas más destacados, y el día 6 se destruía el Instituto de Investigaciones Sexuales de Hirschfeld, del que hemos escrito en el artículo anterior sobre los gays en las épocas imperial y republicana. Dicho Instituto era, sin lugar a dudas, el más destacado de Europa. Su archivo y su biblioteca fueron quemados públicamente en una ceremonia muy del gusto de los nazis.

En el verano los guardias de asalto de Ernest Röhm se dedicaron a atacar los bares de homosexuales, tan activos en la época de entreguerras. Curiosamente, los miembros de estas SA serían acusados en la famosa "noche de los cuchillos largos" (28 de junio de 1934) de ser unos "cerdos homosexuales", junto con otras acusaciones para que las nuevas SS los eliminen.

En octubre de 1934, la Gestapo envía una orden secreta a las comisarías de policía para que se elaboren y entreguen listas con los homosexuales que se conocieran de sus respectivos distritos. En ese mismo mes se crea en la Gestapo una unidad para luchar contra el aborto y la homosexualidad. En junio de 1935 se endurecen las penas incluidas en el  famoso artículo 175, del que hemos dado cuenta en el artículo anterior, ya citado.

Se calcula que unos 100.000 homosexuales alemanes fueron detenidos entre el año 1933 y el final de la guerra. Del total, unos 50.000 fueron enviados a centros de reeducación y cárceles. Entre 10.000 y 15.000 fueron a los campos de concentración, muriendo casi todos.

Los que pudieron sobrevivir tuvieron que vivir después una situación terrible, ya que la sociedad alemana los veía como enfermos, "maricas indignos" y casi traidores por no haber luchado por Alemania. No recibieron ningún tipo de solidaridad ni cariño ni apoyo social por la barbarie que habían sufrido. Sobre ellos cayó el olvido frente a otros supervivientes.

Los gays liberados fueron los únicos supervivientes que siguieron siendo, en realidad, delincuentes, ya que la homosexualidad era delito en las dos Alemanias. No tenían derecho a pensiones o indemnizaciones por el sufrimiento padecido. No se publicaban libros ni artículos, ni se hacían películas o documentales sobre sus padecimientos, al contrario de lo que ocurría con otros grupos masacrados, su voz no se escuchó hasta los años ochenta. El primer impacto recibido en la sociedad fue gracias a la publicación en el año 1986 de la obra de Richard Plant, The Pink Triangle. Pero no fue hasta el año 2000 cuando el gobierno alemán reconoció oficialmente como víctimas y perseguidos a los gays. El gobierno francés lo hizo al año siguiente. En ese mismo año se rodó un documental fundamental, Paragraph 175, que alude al artículo 175 del Código Penal germano de 1871, que estipulaba como crimen la homosexualidad. En el documental se entrevista a los pocos supervivientes homosexuales del Holocausto.


Este trabajo se ha basado en dos obras:

Heinz Heger, Los hombres del triángulo rosa. Memorias de un homosexual en los campos de concentración nazis, Madrid, Amaranto, 2002

Ricardo Angoso “El Holocausto silenciado”, Historia 16, nº 374 (junio de 2007).

La persecución nazi a los gays y el estigma posterior