viernes. 29.03.2024
David Durán

Pianista, docente y doctor en Historia del Arte, David Durán es uno de los intérpretes españoles más vinculados con la música contemporánea de procedencia oriental. Formado en Amsterdam o Budapest, su trayectoria personal y sus intereses artísticos lo han llevado a estar presente en festivales de música de creación actual como el renombrado Festival ENSEMS 2019 o el Festival RESIS de A Coruña, donde presentó en los pasados días una parte significativa de su nuevo proyecto: la recuperación del legado musical del tempranamente malogrado compositor vigués Enrique X. Macías (1958 - 1995), quien se suicidó a la edad de 37 años dejando su legado artístico prácticamente en el olvido absoluto.

Hachè Costa.- Como pianista especializado en el repertorio de los siglos XX y XXI, una de sus líneas actuales de trabajo es la recuperación de la obra del malogrado compositor gallego Enrique X. Macías, que interpretó nuevamente el pasado día 18 de mayo en A Coruña: un proyecto divulgativo que incluye conferencias y charlas musicológicas en torno a uno de los autores más brillantes, pero también olvidados, de su generación...

DAVID DURÁN.- El reciente encuentro con la música de Enrique X. Macías ha sido para mí una experiencia fantástica que sigo disfrutando enormemente. No es un proyecto que se haya formulado como tal, sino que ha ido surgiendo a raíz del homenaje que las Xornadas de Música Contemporánea en Santiago de Compostela le dedicaron al compositor en junio de 2018 con motivo del 60 aniversario de su nacimiento. Quedé muy sorprendido por la calidad de la escritura, minuciosa, rica y con absoluto dominio de los recursos del instrumento. Desde entonces sí que ha surgido una sensación de responsabilidad por dar a conocer la música de este autor, es de justicia hacerlo. La presentación de Candencias e Interludios / Percurso I en el Festival RESIS me ha interesado e ilusionado especialmente porque era una ocasión para integrar esta pieza en un gran programa, a la par de Nacht Klänge de Toshio Hosokawa, compositor de su misma generación, y de todo un clásico del siglo XX como el …..sofferte onde serene… para piano y cinta de Luigi Nono. No puedo estar más contento con el resultado; el programa ha funcionado muy bien, el festival ha cuidado hasta el más mínimo detalle y la respuesta del público fue increíble. En la misma línea divulgativa estoy valorando las posibilidades de la difícil recuperación de los materiales para poder volver a poner en escena Nobilissima Visione II / Postludios (1988-91), para piano, conjunto de cámara y electrónica. Ahora mismo al no conservarse dichos materiales es imposible la realización de esta obra. Desde el Centro de Investigação & Informação da Música Portuguesa, institución que edita las partituras del gallego, hay muy buena disposición para divulgar la obra de Macías pero hará falta que alguna otra entidad se involucre para poder plantear un proyecto de investigación y recuperación.

H. C.- Enrique Macías fue calificado en vida de excelso, de brillante autodidacta sin parangón, y su trayectoria fue, sencillamente, meteórica: compositor residente en Finlandia, Cracovia, Francia, Países Bajos, en tribunas internacionales como la de la UNESCO o la Gaudeamus... Pero su temprana muerte a los 37 años vino seguida de un olvido absoluto: ¿Qué pudo ocurrir para que se diera este abandono de su obra?

DAVID DURÁN.- Efectivamente estamos ante la obra de un autor que se abrió camino en el panorama musical internacional de una manera brillante. Está justamente considerado como uno de los compositores españoles más relevantes del pasado siglo, y desde luego su recorrido artístico-profesional fue verdaderamente único y visionario entre los músicos gallegos. El selecto y significativo legado musical que dejó habla por sí mismo: su obra la grabaron algunos de los intérpretes más importantes de Europa y a lo largo de su fugaz carrera obtuvo numerosos e incuestionables reconocimientos por todo el continente. Sorprende comprobar cómo desde su trágico fallecimiento su figura y su obra han pasado, y pasan, tan desatendidas. En Galicia ha tenido íntimos enemigos, detractores que atacaron sus actividades y que públicamente pusieron en duda su valía. No sé, quizás este parcial rechazo podría ser ya uno de los motivos detrás del posterior abandono de sus trabajos. El ecosistema musical en Galicia no es nada propicio. En contraste, durante estos meses he tenido ocasión de intercambiar impresiones con artistas foráneos que tuvieron contacto con él. En todos ellos he percibido un enorme afecto al hablar de Enrique, admiración por su obra y gran disposición por recuperar su música.

H.C.- Parte de estas actividades de difusión de la música de Macías son los conciertos pedagógicos, en los que se incluyen conferencias y charlas, y dirigidos a un alumnado de secundaria y bachillerato. ¿Resulta muy complicado acercar a los jóvenes a lenguajes musicales de vanguardia? ¿O, más bien al contrario, resulta muy sencillo hacerlos disfrutar de nuevas propuestas artísticas?

DAVID DURÁN.- Ha sido especialmente gratificante la experiencia en el Conservatorio Profesional de Lugo durante el VII Ciclo de Música Contemporánea MIHL Sons XXI. Paco Yáñez dio una charla fantástica (a la rigurosidad del contenido hay que sumar su gran capacidad comunicativa) que se extendió durante más de una hora, y luego yo aún habría de interpretar Candencias e Interludios / Percurso I que dura unos 25 minutos. Al término del concierto había un silencio expectante; durante la pieza de piano ya se había percibido lo atentos y enchufados que estaban los alumnos y alumnas, pero al finalizar parecía que se habían quedado con hambre de más música. Fue un momento intenso e incluso emocionante. La combinación del concierto con la conferencia de Yáñez es sin duda un formato idóneo para rescatar y divulgar la figura de Macías.

Los conciertos pedagógicos para colegios, institutos o conservatorios no son nada fáciles de enfocar. En tantas ocasiones se comprueba cómo inmediatamente se cae en tópicos, se rebaja el contenido o se trata a los niños como si éstos no fuesen capaces de apreciar y disfrutar nuevas estéticas artísticas. Finalmente te das cuenta de que son un público muy abierto y dispuesto a absorber la información que se les da. Es una línea de trabajo que me parece muy necesaria.

H.C.- Hemos hablado de estudiantes jóvenes, pero también podríamos hacerlo de compositores emergentes, porque justo en estos días ha estado usted presente en la programación del Festival ENSEMS como intérprete de nuevos valores de la creación actual, algo que ha sido una constante en su trayectoria pianística...

DAVID DURÁN.- Es la máxima que ha regido siempre mi trabajo, ya desde etapas de formación en las que dudaba si dedicarme a la interpretación o a la composición. En efecto, la colaboración con nuevos valores de la creación ha sido una constante en mi trayectoria. Como intérprete, mis intereses siguen pasando mayormente por este tipo de trabajo. En el Festival ENSEMS de Valencia hemos participado por primera vez y ha sido estupendo, es una de las citas más consolidadas y pujantes de nuestro país. Estrenamos composiciones de Ángela Gómez, Arturo Corrales y Jacobo Gaspar, y hemos presentado obras de Lula Romero y Víctor Ibarra.

H.C.- Parece que, en lo tocante a la creación musical, la juventud es un valor al alza pero efímero: los festivales de música continuamente presentan nuevos autores que, en un altísimo porcentaje, desaparecen del panorama creativo apenas unos años más tarde. Por otra parte, tenemos un olvido sistemático de los autores que han demostrado con creces haberse mantenido durante décadas como creadores en activo: ¿dónde se ha quedado la música de un Luis de Pablo, Tomás Marco, Agustín González Acilu, al margen de eventuales estrenos o conciertos de carácter retrospectivo? ¿Podemos llegar a ver algún futuro real y sólido para la obra de estos compositores veteranos y básicos en la historia de la música de nuestro país?

DAVID DURÁN.- No es una cuestión fácil de abordar. Yo me hago las mismas preguntas. En primer lugar creo que habría que revisar a qué llamamos juventud al hablar de creadores, y con qué connotaciones se hace. Pensemos con qué edades se compusieron tantas de las grandes obras maestras de la música clásica que veneramos. Luego está el filtro del tiempo, que necesita mucha más perspectiva que la que, al menos yo, puedo tener respecto a creadores de mi entorno y tiempo. En todo caso, la crueldad de este filtro no parece tener tanto que ver con la música, sino con la situación actual de las instituciones culturales y educativas respecto a ella.

H.C.- Usted ha centrado su tesis doctoral en la figura del compositor japonés Toshio Hosokawa, lo cual nos podría servir para ilustrar el problema arriba mencionado desde una óptica no europea: en Japón parecen venerar a sus compositores más veteranos, y gente como el mismo Hosokawa o el célebre Tōru Takemitsu son considerados como creadores de un altísimo nivel que, en muchos casos, trascienden los ámbitos puramente especializados hasta llegar a un  público mucho más amplio...

DAVID DURÁN.- Curiosamente, Hosokawa creo que aún es más valorado en Europa que en Japón. El panorama musical japonés es tremendamente conservador. La música contemporánea difícilmente se cuela en las salas de conciertos, la nueva creación sobrevive mayormente marginada. Tōru Takemitsu es obviamente un caso diferente, siendo un compositor tan internacional y popular. Si pensamos en otros compositores consolidados nos vendrán a la mente los nombres de Yōji Yuasa, Yūji Takahashi o Toshi Ichiyanagi, de 90, 81 y 86 años de edad respectivamente, ¡y aún activos!. Los programadores de las grandes salas no son mucho más jóvenes. Luego ciertamente te encuentras con un vacío generacional, si bien es un vacío de presencia y valoración, no de compositores. Hosokawa probablemente es la punta de lanza, pero hay una nutrida nómina de compositores brillantes como Hisato Mochizuki, Dai Fujikura o Yoshiaki Ōnishi que primero necesitan hacer camino en el extranjero para luego abrir las puertas en su país.

H.C.- ¿En qué aspectos de la música de Hosokawa ha incidido en su tesis? ¿Ha podido compartir sus impresiones con el compositor en persona?

DAVID DURÁN.- El piano es un instrumento europeo hecho por y para la música europea, con una división fija de la octava en 12 notas, una particular afinación, además de un sonido que no es manejable durante su limitada duración. Por otro lado el propio timbre del piano contiene ya un significado, nos remite inmediatamente a la gran tradición europea, a las sonatas de Beethoven o los preludios de Chopin y los conciertos románticos. Todo esto hace de este instrumento un auténtico reto para cualquier compositor que trabaja con los parámetros sonoros característicos de las culturas asiáticas. A pesar de ello, curiosamente el piano es un instrumento clave en la producción de Hosokawa. Es el instrumento que más ha usado (este es un dato que le ha sorprendido a él mismo) constituyendo un importante corpus de composiciones para piano solo, piano solista con orquesta y en formatos de cámara. Hay que tener en cuenta que el piano fue el instrumento con el que comenzó sus estudios musicales y que de hecho recibió una educación musical como pianista. Mi interés en estas piezas radicaba entonces en investigar cómo Hosokawa consigue expresar sus ideas musicales tan enraizadas en la tradición japonesa a través de este difícil instrumento, que es probablemente el mejor ejemplo del aspecto intercultural de su música.

La relación con Toshio Hosokawa ha sido constante y él siempre se ha mostrado muy generoso conmigo. El trabajo de elaboración de la tesis incluyó una larga estancia de investigación en la Universidad de las Artes de Tokio en 2015 que compartí de manera casi diaria con él. He tenido también la oportunidad de hacer el estreno mundial de una pieza inédita del 2007 y reestrenar otra para dos pianos que estaba fuera de catálogo. A raíz de esta investigación finalmente ha surgido una entrañable amistad entre los dos, permanecemos en continuo contacto e incluso me ha dedicado una obra. El pasado enero di una conferencia en la Elizabeth University de Hiroshima y fue una nueva ocasión para volver a encontrarnos. Definitivamente se ha convertido en un mentor para mí.

H.C.- Japón ejerce una fascinación creciente entre el público español desde los años 90, en los que comenzaron a introducirse manifestaciones como el manga y el anime, hasta el día de hoy, donde se suceden publicaciones de todo tipo, desde catálogos de monstruos japoneses tradicionales hasta ensayos imponentes como “El elogio de la sombra” de Junichiro Tanizaki, recientemente reeditado por Ediciones Siruela. Es precisamente este último uno de los textos más paradigmáticos acerca de lo que podríamos definir como una “estética japonesa”: el contraluz, la penumbra y, sin duda, el silencio. ¿Qué es lo que tanto nos atrae de una cultura tan diferente al Occidente del ruido, del bullicio y de la carrera constante? 

DAVID DURÁN.- La cultura japonesa ha causado gran fascinación en Occidente desde hace mucho tiempo y, a pesar de la globalización, esta fascinación continúa y es cierto que incluso se renueva. Posee unos componentes estéticos y filosóficos que despiertan mucha curiosidad en los occidentales. Las diferentes artes tradicionales japonesas han sido siempre preservadas y al tiempo desarrolladas a lo largo de su historia, aún hoy en día y quizás más rápido que nunca.  Por otro lado la absorción de la cultura occidental en Japón ha sido vertiginosa con resultados muy singulares y llenos de ambigüedades. Así se da esa dualidad característica: la del Japón tradicional (el de la filosofía zen y la plena vivencia de la naturaleza) y la del Japón moderno (el de la robótica, manga, Otakus y las macro-ciudades). Dos modos de vida y dos velocidades que cohabitan e interaccionan. Escasos metros separan un rascacielos de un santuario shintoista o la serenidad de un templo budista de los Pachinko.

En mi caso, las circunstancias vitales (estoy casado con una japonesa) y una obvia afinidad desde hace años me han permitido tener un buen acercamiento a su cultura y superar una primera fascinación. Cuanto más me adentro observo con más claridad la limitadísima percepción del foráneo ante los entresijos expresivos y profundidades de sus artes que además han dejado su impronta en la vida cotidiana de los japoneses y forjado una visión del mundo diferente a la nuestra. Con esto quiero decir también que en esa fascinación que su cultura produce en Occidente veo a menudo cierta inclinación resbaladiza a la superficialidad. En algunas ocasiones mi mujer y yo hemos sido llamados para colaborar en eventos con el propósito de divulgar la cultura japonesa en España, a veces incluso organizados por japoneses, y piensas que estará bien participar con lo que humildemente podamos aportar. Pero luego fácilmente nos encontraremos rodeados de chicas vistiendo kimonos de plástico y un “shushi-man” que sirve shushi de fresa y queso, y quizás hasta un intérprete de shakuhachi tocando música pop. Entonces uno se pregunta: ¿qué demonios es esto?, ¿qué hago yo aquí? y ¿cómo puede atraer esto a alguien?.

En el ámbito de la creación musical igualmente han ocurrido y ocurren escenas similares, también entre compositores japoneses. Quizás los dos primeros compositores asiáticos que fueron capaces de probar que elementos característicos de tradiciones orientales podían ser integrados en la nueva composición musical en el contexto occidental, no como recurso superficial de exotismo sino como medio profundamente expresivo y enriquecedor de la música contemporánea fueron el coreano Isang Yun y el japonés Tōru Takemitsu. Volviendo a Toshio Hosokawa, él pertenece completamente a esta línea: fue alumno del primero y recibió un fortísimo impacto del pensamiento musical del segundo. Hosokawa lidia en su música con cuestiones de identidad, interculturalidad y la relación entre diferentes expresiones artísticas. Integra tradición e innovación, pasado y presente, Oriente y Occidente basándose en un profundo conocimiento de ambos mundos. El resultado es una propuesta honesta y nueva. Esto es algo que respeto mucho y que sí despierta mi interés.

“El panorama musical japonés es tremendamente conservador”