miércoles. 24.04.2024
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Tres hombres excepcionales que vivieron la medicina con pasión, en una época en la que el arte y la ciencia aún iban de la mano: “Cuando el médico entraba por la puerta, la casa se llenaba de esperanza”. Médicos que escuchaban a sus pacientes, les tomaban de la mano y les hacían sentir especiales, antes de que la burocratización del sistema sanitario transformase de manera radical la relación entre facultativos y enfermos.

‘Los otros Franco’ fue concebida por el padre de la autora tras ser diagnosticado de linfoma crónico, como legado y tributo a la medicina de corte humanista que ejercieron tanto él como sus antecesores. Sonia Franco inició su labor como mera transcriptora de las historias que le relataba su padre, acompañándole cada tarde con su bloc de notas y una grabadora. Tras el fallecimiento de Antonio Franco Granado, la autora afronta la misión más difícil: escribir sobre su progenitor siendo fiel al espíritu primario de la obra. Y lo consigue con éxito notable. ‘Los otros Franco’ es casi un ensayo, en la medida en que describe con precisión quirúrgica cómo ha ido construyéndose el actual sistema de cobertura sanitaria. Pero es, ante todo, una novela. Una obra plagada de personajes e historias que te trasladan a otra época y otro lugar, haciéndote sentir que tú también estuviste allí. Durmiendo bajo el mostrador de una botica en la calle Sierpes de Sevilla, correteando por la Plaza del Progreso madrileña (hoy, Tirso de Molina), leyendo las crónicas del popular Tico Medina para El Ideal, recorriendo la Ruta Quetzal junto al doctor Antonio Franco Granado y su inseparable Miguel de la Cuadra Salcedo. Evocaciones de un pasado no tan lejano en el que la ciencia, el arte y la magia todavía caminaban juntos.

Una entrevista de Lydia Aguirre

Cuéntanos, Sonia, ¿cómo nade la idea de escribir esta novela?

La idea no fue mía, fue de mi padre que fue cirujano. Era uno de esos médicos que se volcaba con sus pacientes desde que entraban en su consulta: Cuando a él le tocó pasar de médico a paciente al caer enfermo, tuvo un linfoma crónico durante diez años fue muy difícil para él. Entre otras cosas no se portaron bien con él ni en el hospital en el que había trabajado toda su vida. Así empezó a surgirle una idea de que quería escribir la historia de la evolución de la relación médico- paciente en el siglo XX y lo que va del XXI a través de la historia de su familia”.

Cuando la salud de tu padre empeora te toca cambiar de papel y pasar de ser testigo a ser autora principal de la obra ¿cómo consigues hacer esta transición?

La verdad es que no me hizo ninguna gracia porque yo estaba acostumbrada a que mi padre escribiera sus libros y yo se los corregía y pensé que esto iba a ser así. Entre otras cosas porque ponerme a escribir de medicina me parecía un poco surrealista. Pero poco a poco uno se va dando cuenta de que es un privilegio el poder escuchar a tu padre hablarte de dónde vienes, de la historia de tu familia. La primera parte no fue difícil, fue estar sentada a su lado escuchándolo durante los últimos tiempos de su vida y eso fue una gran experiencia para mi. Lo difícil empieza cuando él se va y me toca escribir sobre él. Ahí es donde viene muy bien ser periodista, olvidarte de la hija y sacar a la periodista a la calle. Intenté que no estuviera solamente mi punto de vista en la novela sino el de mucha gente que le conoció. Es una experiencia fantástica pero muy dolorosa”.

NO SON LOS MEJORES MÉDICOS LOS QUE TOMAN LAS DECISIONES EN LOS HOSPITALES

Tu novela nos acerca a la vida de tres grandes médicos pero nos hace un completo recorrido desde la regente María Cristina. Vemos a muchos doctores que opinaban sobre cómo debería gestionarse la sanidad pública. ¿Se escuchaba más antes que ahora?

Yo creo que nunca se les ha escuchado demasiado. Por lo que yo he ido leyendo el Ministerio de Sanidad, que se constituyera un Ministerio de Sanidad era una vieja petición de los médicos que se tardó muchísimo en conseguir que se hiciera. Si ves que al principio de siglo para la sanidad en España era menos de un millón de pesetas cuando la gestión militar se llevaba 180, si no recuerdo mal, y la iglesia unos 40, pues no se estaba escuchando mucho a los médicos. Ahora, menos incluso porque los hospitales están excesivamente politizados y no son los mejores médicos los que están tomando las decisiones.

El primero de la saga es Antonio Franco Martínez que empezó durmiendo en los bajos de una botica para pagarse la carrera allá por la calle Sierpes y que logró abrirse camino en un Madrid de principios de siglo cuando sólo uno de cada diez hogares tenía acceso al agua corriente. Hemos recorrido un largo camino desde entonces.

Una barbaridad. Aunque en este libro parece que hay una cierta nostalgia hacia los médicos de antes, lo que es innegable es que la medidcina ha avanzado y avanza superdeprisa, menos mal”.

MÁS LIMPIEZA Y MENOS VINO

“Mi misión es que España deje de ser un bochornoso borrón sanitario en la Europa civilizada“. ¿Podemos resumir en esta frase la visión que tenía Antonio Franco Martínez sobre como la prevención era esencial para prevenir epidemias?

Sí, yo creo que la resume muy bien. Cuesta mucho imaginarse que hace muy poco tiempo la gente se moría por falta de limpieza. He oído contar a la familia como se esforzaban para que la gente se gastara menos en vino y se preocupase más de la limpieza de la casa. Él en todos los sitios en los que vivió se esforzaba mucho en que la gente lo entendiese, la ausencia de higiene propagaba epidemias. En España todavía había tifus, o rubeola, había muchas epidemias que venías de todas partes y se llevaban muchas vidas. Recuerdo que hubo un año en que la gripe costó miles de vidas, la gripe que parece una cosa tan normal, por esa propagación tan extensa. Fue impresionante”.

ESCUCHAR PARA CONOCER A LOS ENFERMOS

Antonio Franco Jaramillo, el segundo de la saga, fue médico, veterinario, artista, avicultor, abogado, actor, pintor, novelista ¿Cuál de todas estas facetas le define mejor como hombre?

Yo creo que le definía más era la pasión que le ponía a todo lo que hacía, en todo lo que hacía se volcaba como persona. Pero era ante todo médico, médico y un gran psicólogo, escuchaba a la gente y el simple hecho de escuchar le permitía conocer a los enfermos. Y es que muchas de las enfermedades vienen de nuestra cabeza, no son ni siquiera un tema físico”.

El tercer médico de la saga es Antonio Franco Granado, médico, aventurero, deportista, especialista de cina, bromista, coqueto, trabajador incansable ¿Crees que se especializó en cirugía porque era la rama de la medicina que más se parecía a un deporte de élite?

No sé si un deporte, pero él se especializó en cirugía de casualidad porque mi abuelo, que era muy listo, entendió que entre tanta película, competiciones deportivas, juergas, porque a mi padre le gustaba mucho la juerga, la única manera de que acabase la carrera era pegarle un empujón y se le ocurrió que un amigo suyo, el doctor Miguel Benzo, que fue una eminencia en cirugía torácica en España, podría ser la clave y le pidió que fuese su mentor. En cuanto mi padre descubrió la cirugía vio el cielo abierto porque efectivamente es la rama de la medicina donde hay más acción, y además donde ves claro que sí puedes salvar vidas, que en tus manos está salvar vidas y, como él decía, le envenenó inmediatamente, le encantó la cirugía, y entonces sí sintió una verdadera motivación para acabar la carrera y ponerse a trabajar. Yo he oído incluso alguna historia de que empezó a operar incluso antes de acabar la carrera, pero no está confirmado”.

CADA AÑO VOLVÍA REUVENECIDO DE LA RUTA QUETZAL

Donde sí se debió de sentir como dios durante muchos años fue como médico oficial de la Ruta Quetzal. Como experiencia debió de ser maravilloso para él, porque aunaba sus dos grandes pasiones, la medicina y la aventura.

Sí, es que la ruta Quetzal, que yo tuve la suerte de hacer como periodista muchas veces, es muy especial por muchas cosas, por supuesto la aventura está muy presente. Está muy presente porque con Miguel de la Cuadra Salcedo no puede ser de otra manera, un gran aventurero sin duda, pero otra cosa es la historia. Una cosa es viajar por un país y hacer turismo y otra es seguir las huellas de los conquistadores. Es maravilloso tener acceso a las personas que conocen esa historia, te da además una dimensión enorme de lo que es América Latina. Y luego está el factor rejuvenecimiento, estar viajando con 300 expedicionarios de 17 años que te rejuvenecen año a año. Mi padre volvía cada año renovado, agotado, pero con un espíritu… Sin duda fue una gran experiencia, la verdad que sí”.

Las vidas descritas en esta obra pasan sin duda por momentos bastante duros, pero el humor es una constante a lo largo de todo el relato. ¿Qué papel juega el optimismo en el devenir de esta saga?

Es una familia de grandes positivos. Un ejemplo: cuando le conté a mi padre que estaba leyéndome El secreto de Rhonda Byrne, este libro que hablaba de que si tu deseas mucho algo se cumple. Estábamos en los principios de su enfermedad. Hacía ya como cuatro años que le habían dado dos años de vida, él iba venciendo las fases de la enfermedad y recuerdo que me dijo “¿No lo ves?”, y yo le dije, bueno, me cuesta creérmelo, y él me dijo “¿Sonia, por qué te crees que sigo vivo?” Yo creo que sí, el optimismo y tu propia cabeza son un espíritu de vida, sin duda”.

La novela se centra en tres personajes esenciales, tres doctores Antonio Franco, pero asoman otros muchos que el lector sospecha que son fascinantes, como la doctora Mari Franco. ¿Tendremos una nueva entrega de la saga de los Franco, donde podamos conocerles mejor?

Mira, yo todo lo que sé de los Franco mayores lo cuento, no me atrevo ya a más. El Franco, mi padre, escribió su propio libro Historias de un cirujano aventurero y por eso yo no me extiendo tampoco demasiado. Y mi tía Mari, Mari Franco, escribió también una novela deliciosa sobre la historia de mi familia, que fue finalista de Planeta. Yo creo que ya”.

Ha sido un placer charlar contigo, Sonia. Esperamos con avidez la publicación de tu tercera novela.

‘Los otros Franco': cuando el paciente era lo único importante para su médico