miércoles. 24.04.2024
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Fotos: María Ramos

El mundo arde y lo sentimos arder como nunca lo habíamos sentido antes. Desesperados buscamos una explicación al sinsentido de cambiar la civilización humana por un puñado de dólares, como si los dólares tuvieran sentido fuera de ella. Buscamos explicaciones y buscamos la manera de expresar lo que sentimos. En ese preciso momento de desesperación humana es cuando el arte cobra verdadero sentido. 

El hombre prehistórico tenía miedo. Entonces pintaba en las cuevas y esculpía dioses protectores buscando una explicación. Desde entonces hemos pintado demonios, dioses, torturas, monstruos y muerte. Hemos pintado crucificados y también muertos de cólera, empalados, decapitados, desollados. Nuestros artistas de hoy tratan de visualizar cómo sería una muerte ecológica o una vida postecológica. 

En el vestíbulo del Museo Serralves, nos da la bienvenida un pequeño bosque de abedules sobre macetas que reposan sobre un lecho de agua y hojas caídas. El frescor del agua y del nacimiento de las plantas contrasta con las ramas achicharradas por un círculo de fuego artificial que quema las hojas. El artista islandés-danés Olafur Eliasson, conocido en España gracias a la Galería Elvira González, en la que el año pasado presentó “Una mirada a lo que vendrá”, expone su trabajo simultáneamente en el Tate Modern de Londres y en el Museo Serralves de Portugal. En el caso del museo londinense, “Olafur Eliasson: In Real Life” es una gran retrospectiva de este artista en la que juega con la percepción humana a través de una niebla simulada, una lluvia ficticia o una ventana imaginaria. 

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En Oporto se exponen bajo el título de “Y/our Future Is Now” hasta el 14 de junio de 2020 una docena de obras a gran escala pertenecientes a su trabajo más reciente en el que pone en cuestión conceptos como costumbre, humanidad, sociedad, arte o ciencia. Visualizar los problemas ambientales y de sostenibilidad a los que nos enfrentamos. El mundo arde y Yellow Forest (2017) nos coloca en mitad del incendio. Ardemos y hacemos arder en una imagen que tardará en borrarse de nuestra mente y que nos atrapará hipnóticamente. La encontraremos y la buscaremos cada vez que retornemos al vestíbulo. 

En los jardines de Serralves, sobre el cuidado césped de este paraíso natural/artificial, nos encontraremos con tres grandes esculturas de la serie Arctic Tree Horizon. Grandes troncos de seis o siete metros arrastrados por las corrientes marinas y recogidos en las costas islandesas. Cuerpos varados. Transportados. Madera huyendo del fuego. Carne vegetal huyendo de la quema. Troncos que pinta en su parte inferior con alquitrán tóxico y cancerígeno. Muerte de ida y vuelta. 

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Completan la muestra The Curious Vortex (2019) un trabajo a gran escala en la Alameda dos Liquidambares, The Listening Dimension (2017) y tres esculturas de la serie Human Time is Movement (2019), invierno, primavera y verano. Una instalación de arte contemporáneo que traspasa los límites de una exposición artística para cruzar los del activismo ambiental para lo bueno y lo malo. Restos de un naufragio que arde y de la que esta muestra es sólo una pieza más de cómo el arte contemporáneo trata de ayudarnos a entender. 

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Un pequeño folleto con información sobre la exposición con una fotografía de hojas que parecen otoñales, pero que sabemos quemadas. No hay sitio para el romanticismo. En la pantalla del móvil seguimos viendo arder el Amazonas.

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Olafur Eliasson, v/nuestro futuro es ahora