jueves. 18.04.2024
Sobre "Poética machadiana en tiempos convulsos"

Antonio Machado y su poética entre la República y Collioure

El profesor, crítico y escritor Francisco Morales Lomas (Jaén, 1960) se adentra, en su último ensayo, en la etapa tal vez menos conocida y más comprometida desde el punto social y político, del gran poeta sevllano: entre 1932 y su muerte en Collioure en 1939.

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Tumba de Antonio Machado en Collioure

Si algo es hoy absolutamente incontestable en relación con Antonio Machado es cómo su obra ha atravesado el tiempo y, pese a las dificultades que tuvo su difusión en los años de posguerra, ha sido leída y analizada desde las más diversas perspectivas y con todas sus posibles interpretaciones. Otro rasgo en el que hay plena coincidencia es su perduración en el presente y la práctica certeza de que ésta seguirá manteniéndose en el futuro. Es verdad que en cada etapa ha prevalecido una lectura preferente de su poética: en los años 40 y 50 se impuso la lectura intimista que, con Dionisio Ridruejo de principal valedor, hacía de Machado un poeta del tiempo y del paisaje pero desprendido de la Historia. Pero poco a poco, a lo largo de la década de los años 60, en la medida en que cristalizaba una poesía comprometida, crítica con el Régimen, especialmente por impulso de poetas como Blas de Otero o Gabriel Celaya, pero también gracias a la relectura de Machado que comenzaron a hacer autores muy jóvenes, desde Ángel Gonazález, Carlos Sahagún o Félix Grande ( y en general toda la Generación del 50 y la parte más consciente del 68) Machado fue reivindicado y leído como un poeta civil, de la conciencia, profundamente identificado con un proyecto solidario, regeneracionista de España aunque sin desatender su pasión por el tiempo, el paisaje, su condición de poeta reflexivo y con cierta vertiente metafísica.

Portada Morales LomasEn estos tiempos especialmente complicados que estamos viviendo, la mirada de Machado, siempre crítica con la España de charanga y pandereta y siempre comprometida con la España del futuro, es especialmente necesario acercarnos a su obra con una mirada nueva pero, al mismo tiempo, hacerlo dirigiéndola a los espacios menos conocidos de su biografía y de su producción poética y de pensamiento.

Y si algo queda claro para quienes hemos vivido la evolución de nuestro país desde los albores de la transición es que Machado ha permeado toda la poesía española menos experimental, más apegadas a la realidad y a las emociones, personales y colectivas, de este tiempo. Desde los poemas musicados que Serrat popularizó hasta las sucesivas reediciones de su obra, con estudios rigurosos como los de Manuel Alvar, Oreste MacriAraceli Iravedra o los acercamientos biográficos de Ángel González, Tuñón de Lara o Ian Gibson, cuya Ligero de equipaje es una referencia indiscutible e imprescindible, Antonio Machado es un clásico vigente, de moda siempre (otros clásicos tienen momentos de rescate, espacios temporales en que se ponen de moda para ser olvidados poco después), impregnando la escritura y los gustos de varias generaciones de escritores.

La poética de Antonio Machado descansa en dos definiciones que hicieron fortuna en su día pero que hoy mantienen su frescura y su vigencia de manera plena: La poesía como “Una honda palpitación del espíritu” y las poesía como “Palabra en el tiempo”. La poesía como indagación en la intimidad, en los sótanos de lo vivido o recordado, y la poesía entroncada con el tiempo, con la Historia, con los avatares que nos condicionan un día sí y otro también.

El Machado que casi todos, lectores expertos o lectores más o menos alejados de los estudios académicos y de los ensayos filológicos, recordamos y evocamos es el Machado de principios del siglo XX, el que en 1907 llegó a Soria, el que había escrito Soledades y empezó a hacer suyos los paisajes del Duero, el que conoció el amor y la desventura por la muerte temprana de Leonor, el Machado de Campos de Castilla, un Machado que se prolonga en su vida en Baeza (donde seguirá soñando con Soria) y que, en casi todos los libros escolares, quedaba difuminado a medida que su vida se acercaba a los años de la República y de la Guerra Civil.

FRANCISCO MORALES LOMASEl profesor, escritor y crítico Francisco Morales Lomas (Jaén, 1960), consciente de la cierta relegación de esa decisiva etapa de su vida y de su obra, nos ofrece un libro necesario: una indagación en su etapa de madurez durante los años de la República y la Guerra. También, o por eso, de su etapa más lúcida (amargamente lúcida en demasiadas ocasiones), de abierto compromiso republicano, en un tiempo en que su vida se vio condicionada por nuestra historia más dramática, años en los que vivió de ciudad en ciudad camino de su exilio y de sus momentos finales en Collioure.  

Este ensayo se inicia, por tanto, en 1932 (no hay que olvidar que un año antes, en 1931, se había proclamado la II República) y va a concluir en 1939. Recorriendo las siguientes etapas o espacios.

1. El cuatrienio que va hasta 1936, un tiempo en el que Morales Lomas nos mostrará a personajes que siempre estuvieron en un segundo plano, prácticamente difuminados, como José Y Francisco Machado, sus hermanos. También asistimos al ambiente de la capital, la ciudad de 1932 , a las tertulias y, algo que sólo se ha conocido de manera parcial, al compromiso de don Antonio con el Patro­nato de las Misiones Pedagógicas. Es el tiempo de la tercera edición de sus Poesías Completas y de la representación de su poema La tierra de Alvargonzález por La Barraca. Conviene subrayar que Morales Lomas destaca algo históricamente trascendental en la etapa que Machado empieza: en esos años comienza a publicar su heterónimo más hondo y lúcido, Juan de Mairena. Su docencia en el Instituto Cervantes (de Enseñanza Media, no el actual), su adhesión al Comité Mundial de Escritores por la Defensa de la Cultura y la deriva dramática e inevitable hacia el estallido de la Guerra son, también, rasgos definitorios de la situación.

2. Juan de Mairena ha sido tal vez uno de los alter-ego de Machado que mejor se ha adentrado en la mezcla de poesía, humanismo, mirada crítica y reflexión existencial que hace de la obra del sevillano un clásico. Sus meditaciones sobre la poesía, sobre el pueblo, sobre el progresismo y sus límites, sobre la solidaridad y los otros, son abordados de una manera precisa y pedagógica por Morales Lomas. De eso va la segunda parte del libro.

3. La relación de Antonio Machado con la política no fue un maridaje elegido en unas condiciones apacibles, en las que la neutralidad era quizá la mejor salida para practicar el arte o la poesía. Machado, siempre nostálgico de sus años sorianos y de sus apacibles paisajes, se vio arrastrado directamente al compromiso político. Y no lo rehuyó aunque siempre lo asumió de manera crítica, lejos del seguidismo que a veces caracteriza. El concepto pueblo y sus relaciones con las JSU, con el Partido Comunista y la dialéctica entre su idealización del colectivo de los más humildes y la realidad a la que obligaba una situación de guerra y de violencia son analizadas y expuestas por nuestro autor.

Antonio Machado, imsgen de sus días últimos

4. El amor en la vejez, la pasión redescubierta en 1928 en Segovia, la correspondencia que mantuvo Machado con Pilar de Valderrama, la Guiomar de sus poemas amorosos de los años 30, mujer casada, poeta y dramaturga, es también diseccionada por Paco Morales Lomas sin prescindir de algunas incursiones en poemas escritos por la amante machadiana.

5. Durante dos años y medio, Antonio Machado publicó lúcidos artículos, la mayor parte de las veces con el nombre de su heterónimo, en el periódico barcelonés La Vanguardia. Son artículos que hasta que Castalia publicó en dos tomos todos los textos de Juan de Mairena eran poco conocidos por los lectores de hoy. Esas colaboraciones, que se inician el 16 de julio de 1937 y concluyen el 6 de enero del 39, muestran una visión entre escéptica y esperanzada del ser humano y en ellas se transparenta la dramática situación que vive el poeta y que asola el país..

Y…6. Otro de los aspectos menos divulgados de la obra y de la vida de Machado fue su relación con los poetas de la Generación del 27. Su estética estaba en las antípodas de las de sus integrantes. En más de una ocasión se confrontó con ellas y las descalificó. Su lenguaje directo y su alergia a las vanguardias lo alejaba del impulso innovador (no olvidemos que con el 27 se volvió a Góngora y dieron sus primeros pasos, en España, los ismos que ya venían extendiéndose en Europa). Si hay una identidad (aunque contradictoria) entre Juan Ramón y algunas innovaciones del 27, no podemos hablar de algo siquiera parecido en lo que se refiere a Antonio Machado. Por eso es enormemente valiosa la incursión que Morales Lomas hace en las relaciones que el autor de Campos de Castilla mantuvo con los miembros de la gene­ración del 27 en el sexto apartado del libro.

En su conjunto, Poética machadiana en tiempos convulsos, es una suerte de palimpsesto, de mosaico de una época especialmente dura de nuestra historia. Contemplada a través de la mirada de don Antonio Machado y de los rastros que, en su obra, nos ha dejado. El Machado más oculto, menos conocido, el que llegó a cantar a Lister y a festejar la gestas deportivas de la JSU. Pero también el de la sensibilidad más pavorosa, el de la memoria más íntima y perdurable, el que en sus últimos momentos alcanzó a escribir en un papel, frente al mar de Collioure, “Estos días azules y este sol de la infancia”. 

Puedes leer también a Manuel Rico en sus blogs La estantería y Al margen.


Francisco Morales Lomas
Poética machadiana en tiempos convulsos
Antonio Machado durante la República y la Guerra Civil
Editorial Comares
Granada, 1ª ed. (09/05/2017)
416 páginas; 22x14 cm
Precio: 28,50€ 

Antonio Machado y su poética entre la República y Collioure