sábado. 27.04.2024
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Y aquí tengo que contenerme para contemplar aquella letra de Jarcha en la que nos decía:

Porque hay libertad
Sin ira libertad
Y si no al hay sin duda la habrá

Contenerme para contemplar los por qué, las nacionalidades vasca y catalana fueron consideradas como históricas en la Segunda República; y que por tanto -a excepción de la nacionalidad gallega-, siguen gozando de unos fueros que no disfrutan el resto de las demás nacionalidades.

En 1978 el legislador admitió el confuso término de “nacionalidad”, voluntariamente ambiguo, en la Constitución. Lo hizo para favorecer la inclusión del PNV y de CIU. Es decir todos estos fueros, privilegios y cupos forales fueron y siguen siendo regalías de naturaleza política. Unas veces para poblar territorios conquistados, y otras veces, para conceder privilegios concedidos por un rey o los señores de la tierra,  para garantizar la soberanía del primero, o el poder de los segundos. El Estado nación surge mediante el tratado de Westfalia, al final de la guerra de los Treinta Años  (1648); y con este tratado se acababa con el antiguo orden feudal. En este contexto, tras años de intermitentes guerras entre el Reino de Castilla y el de Navarra, el 15 de abril de 1179 ambas partes acordaron que la primera se quedaría con la posesión de Rioja y Vizcaya, mientras que Navarra se adjudicaría Guipúzcoa, Álava y el Duranguesado. Del siglo IX a 1515, Navarra fue un Reino independiente. De 1515 a 1839, Navarra fue Reino anexionado a la Corona Española, manteniendo sus instituciones propias, salvo la del Rey. A partir de 1839 pasó a ser considerada provincia foral española.

Los orígenes de la idea de nación en sentido jurídico los encontramos en la filosofía política racionalista e ilustrada de los siglos XVII y XVIII, una tendencia que va de Hobbes a Kant, la cual sienta las bases del liberalismo político, cuyo principal objetivo es asegurar la igual libertad individual de las personas. De todo lo cual podemos deducir que al haber sido todos estos reinos condados y territorios conquistados a través del ejercicio de la fuerza, por estar continuamente siendo modificadas sus fronteras, jurídicamente hablando, ninguno de ellos constituyeron una Nación.

Como nación, el estado español se fundó en 1812 con la Constitución de Cádiz, en función de lo que se recoge en sus 169 artículos

Como nación, el estado español se fundó en 1812 con la Constitución de Cádiz, en función de lo que se recoge en sus 169 artículos. Siendo los tres primeros los que jurídicamente reconocen este Estado como una nación.

El primer artículo de la Constitución Española de 1812 hace referencia a que España es un Estado social y democrático de Derecho, que propugna valores superiores en su ordenamiento jurídico, la igualdad, la libertad, la justicia y el pluralismo político.

El segundo hace referencia a la unidad de España, calificándola como indisoluble, siendo por tanto la Nación española la patria de todos los españoles, al mismo tiempo que reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionales y regiones que forman parte de ella.

El artículo tercero hace referencia al idioma, recalcando que el castellano es la lengua oficial del Estado, debiendo todos los españoles que conocerla y tener el derecho a utilizarla. No obstante otras lenguas españoles también pueden ser oficiales en sus Comunidades autónomas según sus Estatutos.

Como podemos ver, tanto por lo que se dicta en estos tres artículos, como por los que figuraban en los 169 que fueron aprobados en la Constitución de Cádiz de 1812, su contenido fue mucho más liberal, que la qué se tuvo que alumbrar para encontrar la forma con la que descubrir tapando lo que hubiera de ser la Constitución del 78. (1)

Dicho todo lo cual, tengo que volver a contenerme para no dejar que me domine la indignación. Para moderar mi rabia cuando leyendo una Carta Magna con la que se superó todos los desafueros que en su confección debieron de ser abordados, no obstante fue refrendada por la mayoría de votos de los partidos políticos del 78. Partido Democrático por Cataluña, PDPC, Unión Democrática de Cataluña, UDC, Partido Socialista Unificado de Cataluña, PSUC, Organización Revolucionaria de Trabajadores, ORT (escindido del PSUC), e incluso el Partido Comunista de España, PCE. Una Carta Magna en la que una gran parte de los partidos que la refrendaron han abjurado de ella, en función de que las garantías que en la misma figuraban, han sido utilizadas para profundizar en el extrañamiento y la desestabilización de un gobierno que se tiene que enfrentar con aquellos que desean mantener los privilegios que tuvieron en el Medioevo.

Hemos llegado a un punto en el que los condicionamientos con los que se obliga al gobierno incluso a conceder una amnistía, a los promotores del procés catalán que culminó el 1 de Octubre del 2017, no les ha parecido bastante tanto la concesión de ésta, ni las competencias unilaterales que desde el 78 le han sido conferidas a esta comunidad autónoma. Un proceso que representó un trauma comparable al que el 23 de Febrero de 1981, Tejero (bajo el mando de Jaime Milans del Bosch, Alfonso Armada y algunos más e los que cuyo nombre no quiero acordarme), perpetró en el Congreso de los Diputados; un Congreso en el que figuraban todos los partidos de la época. Hemos llegado a una situación en la que el partido comandado por el que huyó de su tierra escondido en un portamaletas, después de haber insuflado a sus conciudadanos un odio hacia España que desde hace siglos ha venido manteniendo la burguesía catalana, la cabeza visible de un partido de las derechas más rancias, desde su Waterloo, sigue amenazando a las empresas que tuvieron que salir de Cataluña debido a las revueltas que este personaje llevó a cabo. Un tipo que buscó en Moscú lo que en su megalomanía creyó que podría encontrar. Pero no importa. Como ésta es contagiosa (como contagioso fue el separatismo que como una masa dio la cara, e inició el procés con la Diada del 2012), esta megalomanía ha sido inoculada en sus siete representantes en el Congreso de los Diputados, al objeto de volver a iniciar los desequilibrios y desencuentros tanto económicos como emocionales protagonizados por el que desde hace 7 años escogió como su sede el lugar en el que Napoleón dejó de ser lo que antes había sido.

Es en este contexto por lo que vuelvo a decir, que como consecuencia de las coerciones de algunas de las nacionalidades históricas, a mi entender, el gobierno salido de las elecciones del 23 de julio, debió de volver a presentarse a unos nuevos comicios, en los que el pueblo tuviera que considerar lo que representaría la gobernanza de dos partidos que como el PP y Vox. Porque Junts sabe de sobra, que si sus desencuentros los llevaran a colocar en la Moncloa a estos dos ejemplos de la extrema derecha (porque el actual PP sigue el camino de Vox), la emigración y la cárcel  que otros miembros del procés decidieron afrontar, la vergonzosa emigración motorizada del que promovió  aquel fallido golpe de Estado sería permanente.


(1) "¿Qué es el Estado de las comunidades autónomas? Es un Estado intermedio entre un Estado federal y un Estado unitario. No es federal porque en un Estado federal, los estatutos que conforman la federación cuentan con poder ejecutivo, legislativo y judicial. Nuestras comunidades autónomas todas tienen ejecutivo, todas tienen legislativo (tienen parlamento), pero no tienen poder judicial, que está centralizado en el Estado", explica María Acracia Núñez, profesora de derecho constitucional.

Algunos independentistas consideran que entre 1705 y 1714, Cataluña estuvo luchando por su independencia. Para Núñez Seixas "desde un punto de vista histórico serio esto no se puede mantener", "pertenece al acerbo de la historiografía catalanista el mito de 1714 como la pérdida de la independencia, pero esto no es así" Afirma el catedrático

La contienda a la que se hace referencia es conocida como "Guerra de Sucesión", ya que era la Corona de España la que se dirimía entre Felipe de Borbón y Carlos de Austria; una guerra dinástica que el experto de Santiago de Compostela "no fue un conflicto entre España y Cataluña, aunque Cataluña pagó un alto precio por apoyar al candidato derrotado.

De las nacionalidades históricas (VII)