viernes. 19.04.2024
*A: JOSE CARLOS CORDOVILLA 
*F: 18-02-2019
*P: MANUEL RICO 
*L: PAMPLONA 
*T: PRESENTACION PLATAFORMA NAVARRA DEL LIBRO
Foto José Carlos Cordobilla, 2019

Hace más de un siglo, en 1905, tal y como alguna vez he recordado cuando llega la ocasión, escribió José María Maragall un artículo titulado “la obra y el título”. El ilustre poeta catalán allí se mostraba como uno de los pioneros teóricos españoles que reflexionaban sobre la titulogía:  “ Yo creo que la sana obra de arte es engendrada en una impresión de la realidad que produce la impresión artística: es decir, expansiva: y una vez el impulso de expanPortada Cuadhistoriasión se convierte en expresión, la obra aparece: y cuando la obra ha aparecido, cuando la completa expresión ha satisfecho todo el impulso por la impresión real, entonces el artista, recobrado ya el reposo entre la impresión y la obra, da nombre a esta, a la nueva realidad que ha creado animada por la idea, a su realidad artística. Y el nombre que dé a esta realidad, el título de la obra no esclavizará nada, porque será una mera indicación de lo que se formó en libertad antes de que él naciera, y a lo cual debe él su nacimiento: y tampoco engañará a nadie, porque, si el artista es sincero al bautizar la obra, su título no dará sino una justa esperanza de ella”. En Cuaderno de historia, último libro de Manuel Rico (1952) el título no habla demasiado alto, en célebre sentencia de Stephan Mallarmé. Todo lo contrario, se ajusta a cuanto se trata desde el lado de la vida en unas memorias o confesiones líricas, en verso y en prosa (en el famoso “proema” o poema en prosa al que tanta atención han prestado María Victoria Torremocha, Marta Agudo y Carlos Jiménez Arribas últimamente), tal y como suele ser habitual en estos tiempos.

En efecto, Cuaderno de historia, no traiciona cuanto propone. Es un cuaderno de reflexiones e historias personales (intelectuales, sentimentales, biográficas), de lecturas, y también de una época. La de la España sometida en los albures de la democracia y también de cuanto vino después, donde un chaval de extrarradio crece y vive, hasta reencontrarse en un recorrido de reflexiones, circunstancias y cuestiones de época. Todo está hilado por el yo de quien escribe el libro, Manuel Rico, sin personaje. Siempre sin cargar la mano en la melancolía, aunque a veces una nube pasajera cruce por sus páginas. Desde ahí va a contarse, un poco como el Wordsworth de El Preludio, aunque obviamente sin 8000 versos y catorce libros, sino más bien a la manera de Andrés Sánchez Robayna de El libro, tras la duna, si bien la suya sigue el venero del realismo sabiamente trufado de pequeñas imágenes, muy sugerentes a veces. Lo hace además con la cortesía de la claridad, de la legibilidad, del saber narrar y saber decir, pero sin perder la perspectiva lírica. No es poco el mérito.  Y no lo es por la cuidada sencillez, por la palabra justa, atenta a un ritmo interno que acaba adueñándose del lector. El tono marca y enmarca el libro desde el estupendo primer poema, “Apuntes”, desde el hoy y la casa vacía por la que el tiempo ha pasado, donde los hijos no están, pero sí la memoria de su vida, la suya propia en algunos cuadernos.  

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Y desde ahí la intrahistoria, los padres, barrios humildes de La Alegría, casas, descampados, autobuses y bibliotecas de barrio, con la mirada atenta al otro: “el domingo de los solos”. O cuanto el lector imagine en ese amplio abanico de mundos vividos, incluido el drama de “Atocha, 1977”. Es decir, la masacre de los abogados de Atocha, y de un homenajeado, Luis Javier Benavides. Con estos mimbres el libro recorre su circunstancia, perspectiva ética y política, personal, en variadas secciones (“Así se hizo”, “Itinerario”, “Presente en fuga”, “Intemperie”, “Deudas”). Los que casi colindamos con aquella generación previa a La Movida, o estamos a medio camino entre esos dos mundos, vamos reconociendo mundos perdidos, nombres de escritores. Desde Javier Egea a Cesare Pavese, desde Marcos Ana a Blas de Otero o aquellos viajes que todos hacíamos en auto-stop a Collioure. O las ediciones de los Trópicos de Arthur Miller en Bruguera (naranjas y azules), tal y como canta en “Lecturas”, por ejemplo. O la música de un momento de nuestra historia reciente, rememorada y rescatada, en un libro donde muchos lectores de mi generación van a reencontrarse. Otros a conocer cuál era nuestra circunstancia. Y a encontrar un libro muy apetecible, porque este “Cuaderno de historia”, la de los humildes de un momento, los de la “soledad de hollín”, es nuestra inmediata propia historia.  


Cuaderno de historia
Manuel Rico
Pre-Textos (La Cruz del Sur).
Valencia, 2021
132 págs. 18 euros.

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La memoria de la vida: Sobre "Cuaderno de historia"