martes. 19.03.2024
CShZkR0A
William H. Johnson, Lom Kirke, Norway, 1935-1938

La historia de John Kennedy Toole es una de esas hechas para el libro, en las que un escritor no es comprendido en su época y decide que su única utilidad es quitarse de en medio, en su caso, un 26 de marzo de 1969. Años más tarde, cuando su obra literaria se comprende, se acepta y se convierte en literatura de culto, editores, familiares vivos y demás humanos carroñeros se pelean por conseguir los derechos, de un autor que previsiblemente murió rodeado de una tristeza muy americana, mientras aspiraba humo a través de una manguera de regar enganchada al interior de su coche.

Esa tristeza concreta es la misma que atraviesa toda La biblia de neón, la segunda novela póstuma de Toole, una historia radicalmente diferente de su primera Conjura de los necios, pero con una riqueza que le viene precisamente por no ser comparable con otra cosa. Lo único que es familiar es la tristeza y la soledad americana derivada del contexto de la Gran Depresión en la que se mueve el protagonista, tal como se define en la contraportada de la edición de Anagrama, pensada para “aquellos que sintieron la soledad con los cuadros de Hopper”. Emociones que se entienden muy bien si hablamos de la América profunda, de la posguerra y de la moral católica más arraigada en un futuro incierto.

En ese contexto surge la narración, desde la perspectiva de un niño que se va haciendo mayor, de su vida en una colina muy pobre antes de la Segunda Guerra Mundial en la que por las noches se ve en el cielo el reflejo de una biblia de neón, que enciende el predicador del pueblo. En toda esa melancolía, la hermana de la madre de David, el protagonista, una mujer de más de sesenta años alejada de ese tipo de moral, se marcha a vivir con ellos a la colina y cambia la vida del niño, y del pueblo, dando una vitalidad inesperada y no necesariamente aceptada.

Una historia que comienza con inocencia, la misma del protagonista, y va madurando al mismo tiempo que él lo hace. La pobreza de su familia hace que dejen de poder pagar y de ir a la iglesia, convirtiéndose unos parias a ojos de los cristianos correctos. La Segunda Guerra Mundial lleva a su padre al frente y cambia las vidas de todas las mujeres del pueblo, dándoles trabajo en la economía de guerra. Pronto él termina la escuela y deja de poder estudiar por no poder pagarse los estudios. Su primer amor le rompe el corazón. Su familia lo abandona. Y la tristeza es la que le lleva a tener que desarrollar su propio camino en soledad.

A través de un tren, en el que va montado al principio de la novela y de su tren de juguete, en un entorno rural donde todo se sabe, John Kennedy Toole crea una novela de una tristeza ilimitada pero con un humor muy preciso, que avivan la vida de John Kennedy Toole, muy por encima de los destellos lejanos de su tristeza natal.

La tristeza americana es una biblia de neón