viernes. 19.04.2024
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Liliana Díaz Mindurry ante el cuadro “Todos somos Guernica” de Grego | Foto: Gregoria Gutiérrez Oliva

Liliana Díaz Mindurry es una poeta, novelista, cuentista y ensayista argentina, que desde hace cinco años comparte su vida entre Buenos Aires y Madrid. Ha editado 26 li­bros, 5 de ellos en España con la editorial Huso. Es una de las escritoras argentinas más premiadas, destacando entre los múltiples galardones que le han sido otorgados, el Premio Planeta Biblioteca del Sur 1998, por su novela “Pequeña música nocturna”. No cabe duda de que Díaz Mindurry es una figura relevante de las letras hispano-americanas, aunque sea aún poco conocida en España. Desde un principio, ha sido una escritora de culto, que cuenta con muchos lectores incondicionales, pero no con el favor del mercado. Pues su escritura es radicalmente libre y su personalidad alejada de los focos.

Mi admiración por su obra, me llevó a contactarla personalmente hace unos años. Liliana Díaz Mindurry es una mujer de gran sensibilidad e inteligencia que enriquece a cualquiera que converse con ella. En febrero de este año, la editorial Huso publica su poemario Guernica, que he traducido al francés y que llevará una obra de mi autoría en la cubierta.

Esta entrevista tuvo lugar el 12 de febrero de 2020. Ante la precipitación de los acontecimientos provocados por la epidemia del Coronavirus, que obligó a la suspensión de la presentación de su poemario “Guernica”, prevista para el 2 de abril con la presencia de la prologuista y figura intelectual de la cultura de nuestro país, Amelia Valcárcel, le pedí a Liliana que ampliara esta entrevista contestando nuevas preguntas, a lo que accedió y me remitió por correo electrónico dado el confinamiento impuesto. Al final, aparecen sus respuestas circunscritas a este nuevo contexto que aflige al país y al mundo.


Liliana Díaz Mindurry habla en particular de su poemario “Guernica”, y en general de aquello que domina con maestría incontestable: la literatura.

Gregoria Gutiérrez Oliva | ¿Qué temas centran tu interés en la literatura?

Liliana Díaz Mindurry | A mí me interesa lo abismático. Los abismos hacia arriba y hacia abajo: el cielo y el precipicio. Cuando el ser humano se encuentra con esos dos polos.

P. | El vértigo funciona por atracción…

L.D.M. | Sí, claro, atrae el precipicio y también el cielo estrellado. A mí me gustaría que la gente salga de lo maquinal. La sobrecarga digital a la que estamos expuestos, aliena. Estamos pendientes del entretenimiento y no queremos hacer introspección. Intento conectar al lector con lo abismático personal.

P.| ¿Quisieras hacernos más humanos leyéndote?

L.D.M. | Quisiera que alcanzáramos esas dimensiones, que pueden sernos desconocidas. A través del psicoanálisis, muchas personas descubrieron su dimensión inconsciente, pero olvidamos la dimensión supra-consciente, ese abismo de arriba.

P. | ¿Crees que el arte ayuda a esa conexión?

L.D.M. | Sí, cuando no se transforma en impostura. Si es impostura, se vuelve una mercadería para producir ganancias o lleva a lo extravagante como un juego transgresivo sin el menor sentido. A mí, me parece que el arte es aquello que nos devuelve a la profundidad de nosotros mismos.

P. | ¿Sería como un espejo donde a uno le gustaría mirarse?

L.D.M. | Y descubrirse. Permitir que nos conectemos con el secreto que está en nuestra intimidad.

P. | ¿La única conexión posible es a través de la poesía?

L.D.M. | De la poesía y de todo el arte, donde el último fin es el excedente de sentido.

P. | Salir de lo literal del mundo…

L.D.M. | Sí. Las cosas tienen una aplicación práctica, ese es el sentido. El excedente de sentido es algo más, que tiene que ver con el deseo. Porque todos nos sentimos insatisfechos. Creo que todos sentimos una falta de algo que ni siquiera sabemos qué es.

P. | ¿El deseo que nace de la insatisfacción?

L.D.M. | Sí, pero llenamos esa insatisfacción con entretenimiento, sexo, sustancias alucinógenas o energizantes, porque sentimos un gran vacío y una necesidad de algo sin nombre. Yo quiero volver a la noción de arte como aquello que nos conecta con esas cuestiones indecibles que nos definen, con lo que no puede explicarse y que es algo más que el sentido. Algo excedente, un enigma que cada uno tiene en particular y de diferente manera.

P. | Esa falta de la que hablas está muy unida a la soledad, ¿piensas que el arte es un antídoto a la soledad?

El arte auténtico es minoritario. Creo que en esta época existe un arte digamos de masas, donde no se le propone al hombre más que la repetición

L.D.M. | Sería la soledad producida por la falta. Sentimos una falta de algo, por eso unimos esa falta a la del pecado original, por decirlo de alguna forma. Uno comete una falta a partir de otra falta, que es carencia. La transgresión sería un modo de compensar una falta de algo, pero que es inútil, porque la transgresión por sí misma no produce nada, nos sigue dejando en la falta. Entonces, ¿qué hacemos? Nos llenamos de entretenimiento, nos alienamos, tratamos de no pensar demasiado y somos manipulables por los poderes. Perdemos conexión con nuestro propio misterio. Creo que el arte, no la impostura, puede llegar a conectar con esas zonas, hacer que la persona se dé cuenta de que hay algo más y que podamos mirarnos a nosotros mismos. Como decían los gnósticos: “abandona la búsqueda de Dios y empieza a mirarte a ti mismo”.

P. | ¿Entiendes el arte como proveedor de sentido, para aliviar esa falta?

L.D.M. | Sí. Lo importante es no sentirnos vacíos. Que podamos encontrar algo más, pero en nuestro interior, no en algo externo.

P. | ¿Dirías que el crear es más efectivo que el contemplar para lograr eso?

L.D.M. | No, creo en las dos cosas. Para mí son inseparables. No hay creación sin contemplación y la contemplación lleva a la creación. La contemplación sería pasiva: recibo la belleza, me anonada, me da una sensación de silencio interior, de asombro, de éxtasis, me salgo de mí misma, pero eso también me impulsa a querer transmitir esa experiencia creando, siendo activa.

P. | El que integres en muchas de tus novelas y de tus poemarios, obras plásticas ¿tiene que ver con esto de la contemplación? Pienso en los cuadros de Dorothea Tanning en “Pequeña música nocturna”, o “El jardín de las delicias” del Bosco en “Hace miedo aquí”, también en tu poemario “Cazadores en la nieve”, inspirado en el cuadro homónimo de Brueghel o “Guernica”, este poemario en torno al cuadro de Picasso y del hecho histórico también…

L.D.M. | Claro. Aprecio mucho el arte, en particular la plástica. Nombras obras relevantes, que me han producido un excedente de sentido al contemplarlas y que he querido expresar en mis obras. La contemplación de cualquier manifestación artística, plástica, literatura, música termina produciendo una revelación y la revelación induce generalmente a la creación, al querer transmitir aquello que se te reveló. Aunque toda obra queda en el misterio, ninguna te da una respuesta. Las obras literarias o artísticas te llevan a nuevas búsquedas, te movilizan para que te hagas más preguntas.

P. | Digamos que el arte te hace más sensible, más inteligente. ¿Es una forma de mejorarnos?

L.D.M. | Para mí, sí. Es la misma idea de Rimbaud: el arte para transformar el mundo.

P.| ¿Y tú crees que el arte contemporáneo tiene esa capacidad de cambiar el mundo?

Cortázar decía que el camino del arte, no es un camino recto como el de la ciencia, sino que busca el camino más largo y el más extraño, es diagonal

L.D.M. | El arte auténtico es minoritario. Creo que en esta época existe un arte digamos de masas, donde no se le propone al hombre más que la repetición.

P. | ¿El arte de masas es una forma de manipulación del poder?

L.D.M. | En general, sí. Pero no descarto que una obra muy accesible a las masas contenga, sin embargo, una posibilidad de repensar el mundo.

P.| Quizás el Guernica de Picasso es un buen ejemplo de esto. Es una obra universal que tiene la capacidad de llevarnos a otro lugar. No es casualidad que hayas escrito un poemario sobre este cuadro.

L.D.M. | Creo que sí. Comparto en parte lo que decía Adorno, que el hermetismo es el que podía llegar a salvar al ser humano y con hermetismo, quería decir un arte que no fuera de masas, un arte más complejo. Sin embargo, pienso que un arte de masas, que no esté pensado para manipular o vender, sino que sirva para que muchos alcancen un lugar más profundo, puede darse. Es el caso de “Guernica”.

P. | ¿Qué añade tu poemario “Guernica” a lo que representa el cuadro de Picasso?

L.D.M. | Pienso en la recreación que hiciste del cuadro, que sale en la tapa del libro, donde hay una unión del abismo y del supra-consciente, simbolizados en el rojo y el dorado. Eso es lo que expresé en los poemas. Quise mostrar el horror, pero también una dimensión misteriosa del horror.

P. | Las grandes obras producen encantamiento por la belleza de su construcción. Eres de las escritoras donde la arquitectura es fundamental para llevar al lector a ciertos lugares y trabajas el lenguaje como un orfebre, con una gran naturalidad.

L.D.M. | Sí, pero es que creo que como el lenguaje es el que nos habla, el que nos construye, la construcción de un lenguaje “otro”, por decirlo así, es como la construcción de un mundo “otro” también. Trato de darle el excedente de sentido al lenguaje, que entra por dimensiones especiales, diferentes. Entra en lugares de ambigüedad, donde aparece la duda, la pregunta.

P. | Hablas de ambigüedad, cuando muchas veces la poesía nace de una exigencia de precisión. Eso se ve muy bien en tu novela “La dicha”, donde la escritura de la niña protagonista se vuelve poética por su obsesión de transmitir fielmente lo que le pasó.

L.D.M. | Sí, porque el mundo, como decía Octavio Paz, no es “esto es esto” sino “esto es aquello”. El “esto es esto” es una tautología y es de alguna forma el mundo occidental, y oriente trabaja con “esto es aquello”, lo que es y no es. En esa paradoja va mi búsqueda.

P. | Debo decirte que cuando te descubrí, pensé: Liliana Díaz Mindurry es una escritora cuántica, porque estaba el ser y el no ser simultáneos, el anticipar una cosa y negarla inmediatamente… y eso produce como una hipnosis.

L.D.M. | (Risa) Cortázar decía que el camino del arte, no es un camino recto como el de la ciencia, sino que busca el camino más largo y el más extraño, es diagonal. Ese pensamiento diagonal no es práctico, lo práctico es la rectitud. El camino del arte te lleva a darte cuenta de que elegir lo eficaz no es el modo de percibir la belleza. La paradoja da la sensación de una imprecisión, pero es más precisa que la lógica simple, porque en realidad uno hace una cosa y también la contraria, ama y odia, todo es y no es a la vez. La cuántica lo demuestra de alguna forma. La poesía es una precisión, aunque distinta a la de la ciencia.

P. | Y por último, ¿cómo te situarías dentro del mundo literario actual?

L.D.M. | Como alguien descentrado del mundo consumista y que cree en la riqueza del misterio.


(Continuación de la entrevista recibida por escrito el 19 de marzo de 2020)


P. | Se ha cancelado la presentación de tu poemario y se ha paralizado el país por causa de la epidemia del Coronavirus. No puedo evitar hacer un paralelismo entre el símbolo que representa “Guernica” y los efectos de la “guerra” contra un enemigo invisible, que estamos viviendo a nivel mundial debido a esta pandemia. ¿Piensas que tus poemas adquieren mayor vigencia en estos momentos?

L.D.M. | Tal vez. En mi poema escribo “Todos somos Guernica” (y también, incluso hablo de la “comunión de la peste”, sin sospechar la vigencia actual que podía tener lo que escribí en 2015) y esto significa que nuestras vidas individuales y colectivas son siempre atrapadas por acontecimientos súbitos que nos cambian la perspectiva y que nos incitan a pensar en nosotros, más justos y solidarios individualmente, por tanto en un mundo más justo y solidario también, a partir de la incidencia del drama. Esta es la esencia de la transmutación (operación alquímica que consiste en sacar el bien de lo que parece un mal absoluto).

P. | En este poemario, das vida a las diez figuras que representa Picasso en su famoso cuadro. La madre cose, la leche hierve, el guerrero mira a la mujer en la ventana. Recreas la cotidianidad de un pueblo y la brutalidad repentina de la muerte. El tono poético es entre onírico y realista. ¿A qué responde ese equilibrio tan logrado en tus poemas?

L.D.M. | No sé si he logrado el equilibrio al que aludes, ojalá. Sé que el cuadro de Picasso tiene un sentido alegórico sobre los horrores de la guerra, más allá del episodio del bombardeo de Guernica el 26 de abril de 1937. Yo quise rescatar ambas cosas, la simbólica y la de la historia concreta, tratando de combinar la irrealidad de la atmósfera poética (como tú dices “onírica”) y la vida de humanos, animales e incluso la animización de cosas como la ventana y la bombilla eléctrica. De cada uno de esos personajes de la alegoría de Picasso me encantó su posible vida individual sin que se perdiera la simbolización e incluso la magia que transmite el cuadro y que tú has recreado en la ilustración de la tapa, más acorde con mi propósito y agregando, incluso, cierta fantasmagoría transfigurada que está en el espíritu de mis poemas.

P. | ¿Qué originó la escritura de “Guernica”?

L.D.M. | Conocí el cuadro de Picasso en el Reina Sofía de muy joven. En 2015 lo volví a ver y en mi madurez sentí un impacto mayor, dado no solamente por la monumentalidad de la obra y sus indudables valores plásticos, sino por el significado que quise aunar en mi verso “todos somos Guernica” porque todos individual o colectivamente hemos sido atravesados por tragedias más grandes o más pequeñas que nos han sacudido y transformado. En cuanto regresé a Buenos Aires emprendí la tarea, muy alucinada de hacerlo.  Quiero aprovechar para agradecer a Huso el milagro de que una editorial pequeña haya apostado por un libro de poesía con una edición tan bella y además bilingüe español-francés, en tiempos de apuestas puramente mercantiles.

P. | ¿Crees que el ser humano olvida las pruebas tan duras por las que pasó con cierta facilidad y que un símbolo como el “Guernica” de Picasso, pierde significado con el tiempo?

L.D.M. | Tendemos a olvidar. Es una característica de nuestra especie, que cosas nuevas atraen la atención y dejamos de meditar la verdad casi sagrada de esas grandes pruebas por las que ha pasado el mundo. Todo se resignifica un poco frívolamente hasta que nuevas pruebas como la de esta pandemia, por ejemplo, nos llevan a pensar y vivir más profundamente nuestras vidas.

P.| Tu poemario parece reavivar la fuerza del significado que quiso transmitir Picasso en su cuadro. ¿Piensas que en plena crisis del Coronavirus tus poemas pueden rescatarlo y humanizarnos?

L.D.M. | Como dije en tu anterior pregunta, los dramas nos humanizan, abren las lagunas de nuestra memoria y podemos resignificar no sólo la historia, sino las obras de las distintas artes y conseguir que ellas nos produzcan nuevas revelaciones.

Liliana Díaz Mindurry: una escritora cuántica
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