viernes. 29.03.2024
Georg y Anneliese Groscurth

En estos días de confinamiento he tenido oportunidad de leer el magnífico libro del escritor alemán Friedrich Christian Delius, “Mi año de asesino” (Mein Jahr als Mörder). El libro trata de la vida y muerte de uno de los cuatro antinazis juzgados por la dictadura hitleriana durante la segunda guerra mundial por haber fundado la organización “Unión Europea” y ayudado a escapar de la muerte a judíos y otros perseguidos por el régimen hitleriano, movidos por el anhelo de restablecer los derechos fundamentales democráticos y derrotar al fascismo en Europa.

Georg Groscurth era un reputado médico del Hospital Moabit de Berlin que fue ejecutado en 1944. De las 40 personas que fueron juzgadas en su causa, 15 fueron condenados a muerte y 13 ejecutados. Otros dos murieron en los interrogatorios. El único miembro de los fundadores que consiguió salvarse fue el químico Robert Havemann, que con los años se convertiría en un reputado profesor y teórico de la necesidad de la libertad como esencia básica de cualquier ideal socialista.

El libro de Delius se centra asimismo en la figura de la esposa de Groscurth, Anneliese, igualmente miembro de la organización y que posteriormente sufrió el acoso, despido de su puesto de trabajo y aislamiento por parte de las autoridades de la RFA, inclementes con quienes consideraban sospechosos de simpatizar con el Este, a pesar de su pasado de lucha contra el nazismo. A partir de 1950 se produce en Alemania Occidental una campaña de criminalización de muchos de los que habían luchado contra Hitler al tiempo que se rehabilita, y se reintegra en sus puestos tanto en la administración pública como en las universidades, de la mayoría de los altos cargos de la Alemania Nacionalsocialista. Como explica Anneliese al joven estudiante de filosofía "Nosotros, unos pocos contrarios a Hitler, tú no tienes ni idea muchacho, resultábamos especialmente sospechosos porque demostrábamos a millones de simpatizantes que ellos también podrían haber actuado con decencia"

El protagonista del libro (Alter ego del autor) indignado por la exculpación y rehabilitación de los jueces nazis que habían condenado a muerte a los miembros de la Unión Europea, decide vengarse asesinando a Roland Freiser, Presidente del Tribunal del Pueblo en la época hitleriana, que humillaba y despreciaba a sus víctimas en los juicios farsa en los que la condena ya estaba dictada de antemano y que había dictado la sentencia de muerte contra los miembros de la "Unión Europea". La trama de la novela se desarrolla en el Berlín de finales de los 60 en plena eclosión de las movilizaciones estudiantiles en Europa y ahonda en las dudas y contradicciones del protagonista sobre el uso de la violencia como respuesta a la injusticia.

Bundesarchiv_Bild_183-S98995,_Berlin_(West),_Verhaftung_von_Robert_HavemannbbDetención de Robert Havemann en Berlin Occidental. 1950

Friedrich Christian Delius ensalza las ideas de este grupo de luchadores por la libertad, que encontraron la muerte y el olvido en la Alemania del Oeste y posteriormente fueron también rechazados en la Alemania del Este por su defensa de las libertades democráticas, el rechazo a las invasiones de Hungría y Checoslovaquia por los ejercitos del Pacto de Varsovia y por exigir con firmeza la libertad de movimientos de los ciudadanos y reivindicar la pluralidad de partidos. Frente al dogmatismo de gobernantes de la RDA como Walter Ulbritch y Erich Honecker, Robert Havemann defendió  la idea central de que sin libertad no puede haber socialismo. Ya en 1964 y después de la publicación de “Dialéctica sin dogma”, fue despedido de todos sus cargos, expulsado del  Partido Socialista Alemán (SED) y posteriormente puesto bajo arresto domiciliario hasta su muerte en 1982. No fue rehabilitado hasta 1989, cuando ya era demasiado tarde tanto para él como para la supervivencia de los regímenes comunistas de Europa del Este.

En el libro “Dialectica sin dogma. Ciencia natural y concepción del mundo” se publicaron las conferencias dictadas en la Universidad de Humboldt por Havemann en el curso 1963/1964 y fue publicado en España por Ediciones Ariel en 1971 traducido por el profesor de filosofía Manuel Sacristán. Es en este texto donde comienza su reflexión sobre la libertad y la necesidad.

“Sin la ayuda de la dialéctica de la casualidad y la necesidad y de la posibilidad y la realidad no podemos entender lo que realmente es la libertad. El concepto de libertad es de importancia fundamental para los hombres. La libertad, ha dicho Hegel, es la comprensión de la necesidad. Esa frase se ha interpretado frecuentemente de un modo muy unilateral, muy mecánico y muy miserable. La frase se presenta como una pedante vanidad con la que se nos dice conmiserativamente: si no comprendéis lo que es la necesidad —y, dicho sea entre paréntesis, la tal necesidad solía estar establecida por los que así hablaban— no podéis tener libertad alguna, razón por la cual os vamos a encerrar. Según esto la manera de conseguir la libertad sería hacer voluntariamente lo que no hay más remedio que hacer, aunque uno no quiera hacerlo. Los nazis, con un cinismo insuperable, habían escrito en las puertas de sus campos de concentración: “El trabajo libera”. He tenido interés en formular este comentario del modo más brutal que he podido, precisamente porque todos esos hechos no son el contenido de aquella frase de Hegel. Son más bien una terrible deformación de ese contenido. Toda alusión a ese sentido hablando de la formulación de Hegel es una falsificación grosera, nacida de la idea de que es posible impartir órdenes a la historia de la humanidad y esperar sin más a que ella las realice. Por suerte las cosas no proceden así.”

Conferencia de prensa en Madrid. Santiago Carrillo, Enrico Berlinguer y George Marchais. Marzo 1977

Una de sus tesis fundamentales, es que sin libertad la idea del socialismo tendría siempre el rechazo de la población de países como Francia, Inglaterra, España o Italia. Havemann defendió con vehemencia las tesis expuestas por dirigentes como Enrico Berlinguer, Georges Marchais o Santiago Carrillo en la famosa Conferencia de partidos comunistas de Berlín en el verano de 1977. En dicha conferencia los tres partidos del sur de Europa rechazaron conjuntamente el concepto de internacionalismo proletario entendido como sumisión a los dictados del Partido Comunista de la Unión Soviética y se dio paso al llamado “eurocomunismo” definido como “socialismo en libertad”.

Como recoge la edición en español de “La libertad como necesidad. Escritos berlineses” publicado por la editorial LAIA en 1979, el artículo que da título al libro,(con la edición de Rudi Dutschke y Manfred Wilke), después de una durísima crítica a la ausencia de libertades en los llamados países del “socialismo real” concluye con la siguiente explicación de su concepto de libertad.

“En los momentos actuales, y con mayor fuerza que nunca, la libertad se ha convertido en una necesidad para el socialismo. No se trata de reeditar las libertades burguesas. El socialismo pude desarrollar las libertades, que en la sociedad burguesa no eran más que una esperanza y un sueño: la liberación del individuo de la dependencia material de otros hombres. En el capitalismo el hombre no puede liberarse de la dependencia material de los otros más que haciéndolos depender de sí mismo. En el socialismo, la libertad y la independencia material del individuo se asientan en que únicamente se depende del conjunto de una sociedad solidaria, culta y madura”

Havemann fue invitado en varias ocasiones a abandonar la RDA y marcharse a vivir a Occidente. Sin embargo el siempre lo rechazó porque consideraba que a pesar de sus defectos el socialismo de la parte oriental alemana era más avanzado en derechos sociales que el capitalismo de la zona occidental. Insistía que había que incorporar la libertad como aspecto esencial para que definitivamente el socialismo fuese democrático y superase en creatividad y desarrollo a los modelos capitalistas. Evidentemente no le hicieron caso, la RDA desapareció, el muro de Berlín cayó sobre las cabezas de los dirigentes comunistas ortodoxos y el resto de los países del Este fueron cayendo como fichas de dominó hacia modelos políticos y económicos en muchos casos de capitalismo salvaje.

Placa homenaje a Georg Groscurth en la entrada de la Turmstrasse. Hospital Moabit. Berlin

La realidad en Europa y en el mundo es así. Sin poner la libertad en primer lugar de nuestras prioridades nunca el socialismo podrá conseguir una sociedad plenamente democrática en la que el ser humano pueda desarrollar todo su potencial creativo y vivir en un modelo social solidario en el que el bienestar colectivo prime sobre el individual.

Friedrich Christian Delius

La libertad como necesidad