Suena una marcha procesional. Un niño abraza a un gato en mitad de la noche. Quizá no es un gato, quizá es sólo un peluche. Quizá es alta mar. Quizá es sólo una cama oscura. La luna entra por la ventana. “¿Qué pasa?”, pregunta el gato. “Vienen a comernos”, responde el niño.
Una propuesta arriesgada e inquietante, de las que pueden quedarse clavadas en algún sitio y abrir las puertas a una noche en vela
Podría ser la voz de Aylan o podría ser el niño que una vez fuimos. Podrían ser los llantos de los niños futuros.. Podría ser “Así que pasen cinco años”, pero es “La leyenda del tiempo”, la mirada personal de Carlota Ferrer y Darío Facal al más críptico y oscuro texto de Lorca. Una obra que es un maravilloso “podría ser” de puertas que entran y salen. De su mano tratamos de cruzar el precipicio de perderse y reencontrarse en un texto en el que cada uno encuentra sus propios miedos y sus propias pesadillas. Un poeta al que llevamos casi un siglo ya intentando descifrar y que cada vez nos parece más profundo, como ese abismo de mar salada que como el pozo de las viejas casas de pueblo es el guardián de todos los secretos.
Pasaron más de cinco años para que Carlota Ferrer convirtiera las notas a pie de página de su “Así que pasen cinco años” a un escenario. Mucho tiempo masticando Lorca para convertirlo en propio y rearmar el puzzle de su propio viaje emocional.
En un mundo audiovisual acomodado a las papillas narrativas de fácil asimilación en las que se evita cualquier distracción en el ciclo introducción, nudo y desenlace, trabajos como “La leyenda del tiempo” nos inquieta y nos agita. Tratamos de entenderlo todo y nuestro cerebro no es capaz de asimilar las infinitas posibilidades que nos abre cada verso. “Nadie puede abrir semillas / en el corazón del sueño”. No siempre es necesario comprenderlo todo, a veces basta con sentirlo. Y en esa labor titánica de abrir las puertas hacia otras maneras de entender, deberíamos ubicar “Así que pasen cinco años” y su alter ego “La leyenda del tiempo”.
Dejarse arrastrar al juego de espejos que nos proponen Carlota Ferrer y Darío Facal, donde cada verso se abre como una flor a miles de significados, sin eludir ninguna espina con la que traspasar la piel. Podría hablar de vejez, de machismos, de xenofobias, de homofobias, de traiciones, de sexo, de corrupciones o simplemente de tormentas y ventanas cerradas. Simbolismo de verso y música que se convierten en coreografía visual trazada con tiralíneas para no romper la magia poética. Que cada cual construya su propio Lorca.
Una propuesta arriesgada e inquietante, de las que pueden quedarse clavadas en algún sitio y abrir las puertas a una noche en vela. Carlota Ferrer y Darío Facal han optado, en un juego más de espejos, por un reparto escandalosamente joven para trasladar la frescura de un montaje casi de ópera prima, en el que cada indecisión con el verso, se convierte con el paso de las horas en duda sobre su intencionalidad.
Si en “Así que pasen cinco años”, el Joven (Carmen Clement) es el indiscutible protagonista y alter ego del poeta, en la reinterpretación de Ferrer y Facal, la Novia (Selam Ortega) toma el mando, haciéndose dueña y señora de la escena y de su destino. Una dualidad Joven-Novia que en “La leyenda del tiempo”, cede parte del protagonismo a La Mecanógrafa, interpretada por Conchi Espejo a la que, por momentos, intuimos como alter ego de la propia Carlota Ferrer.
Lorca inagotable, cada vez más rico y profundo. Lorca de corazones y almas rotas. Lorca vivo. La leyenda del tiempo nos hizo creer que nacía en aquel momento.
Tras este preestreno en el Corral de Comedias de Alcalá de Henares, la versión definitiva se estrenará a finales de enero de 2020 en Sevilla, regresando del 6 de febrero al 8 de marzo de 2020 al Pavón Teatro Kamikaze de Madrid.
Ficha Técnica: “La leyenda del tiempo” de Darío Facal y Carlota Ferrer. A partir de “Así que pasen cinco años” de Federico García Lorca. Con Diego Cabarcos, Carmen Climent, Conchi Espejo, Joaquín Fernández, Tony Galán, Selam Ortega y Alicia Perez. Corral de Comedias de Alcalá de Henares. 27-28 de diciembre de 2019.
