El lenguaje configura nuestra visión del mundo

La afirmación de que el  lenguaje configura nuestra visión del mundo es un argumento muy extendido. Sin caer en el determinismo lingüístico sí que hay consenso en qué: “La manera como los individuos denominan o describen situaciones influye en la manera como se comportan ante estas situaciones”.

El lenguaje refleja lo que existe o refleja una manera de ver lo que existe. En realidad es el uso del lenguaje, de terminologías, el que utilizamos para construir una determinada visión de lo que está ocurriendo. Todos somos más o menos conscientes de la importancia que tiene usar unos términos u otros. Vemos un ejemplo de Lakoff (1) y Johnson de su libro Metáforas de la vida cotidiana:

He invitado una rubia sexy a nuestra cena.
He invitado una famosa violonchelista a nuestra cena.
He invitado una marxista a nuestra cena.
He invitado una lesbiana a nuestra cena.

Una misma persona puede perfectamente responder a todas estas descripciones. Usar una u otra hará que se destaquen unos aspectos u otros y por tanto la categorizaremos de una determinada manera que a los ojos de quienes nos escucha resultará más o menos positiva.

La selección léxica es muy importante, pero no solo por el término en sí mismo sino especialmente por las posibles connotaciones que se pueden producir. Hace falta que tengamos presente que la mayoría de las palabras no tienen un significado fijo e inamovible para todos los hablantes, al margen de las definiciones que pueda establecer un diccionario. Así pues, encontraríamos concepciones muy diferentes de qué es la cultura o que ser de izquierdas o ser de derechas si hiciéramos una pequeña encuesta en nuestro entorno más inmediato. En lo referente a esta cuestión, Lluís Orriols publicó un interesante artículo que abordaba esta cuestión: “El mito de la Cataluña progresista” (El País, 18 de octubre de 2014). Si nos centramos en la palabra democracia, esta puede ser invocada indistintamente por personajes tan diferentes ideológicamente como Trump, Vladimir Putin, Tsipras, Casado, Pablo Iglesias, quiere decir que a estas alturas la palabra no tiene ninguna precisión”.

ESTRATEGIAS DISCURSIVAS

Tanto o más importante que el léxico es estudiar las estrategias discursivas: cómo se construye un determinado tipo de discurso, como lo enmarcamos usando todo tipo de estrategias referenciales, predicativas, argumentativas y de enfoque para intensificar o atenuar aquello que queremos transmitir o que nos es transmitido.

En cuanto al lenguaje políticamente correcto; pensamos que a veces un lenguaje en apariencia pulcro y objetivo puede esconder discursos que no lo son tanto.

El lenguaje políticamente correcto que tanta fortuna ha hecho, se ha desarrollado en su máximo esplendor en el ámbito del género y también, pero con menos intensidad en el de las minorías. El sexismo lingüístico ha generado muchas controversias en el ámbito académico. De hecho, muchos lingüistas y filólogos son reticentes a ciertas consignas de “lenguaje no sexista”, puesto que argumentan que hay una confusión generalizada entre género y sexo que provoca que a veces se profieran auténticas aberraciones lingüísticas sin ninguna base científica y que además no comportan ningún cambio real en el comportamiento social machista. Además, argumentan, hay muchas lenguas en el mundo que no tienen género masculino / femenino (el inglés sin ir más lejos) y esto no hace que sus sociedades sean más igualitarias que las que hablen lenguas con género. Siguiendo este argumentario, se puede abastecer, por tanto,un texto impecable desde el punto de vista del lenguaje no sexista, muy rellenado de desdoblamientos del tipo “los padres y las madres, los niños y las niñas” que esté justificando una determinada reforma laboral orientada a priorizar el trabajo a tiempo parcial para las mujeres para que se puedan ocupar de la casa y los niños.

Por lo tanto, que el leer no nos haga perder el escribir y acabemos rellenando nuestro discurso de términos “que suenan bien” mientras el contenido quizás no es como en realidad querríamos que fuera.

Algunos de los términos o expresiones muy utilizados y de la actualidad, para comentar

Abusar del sistema: aquí tenemos un sintagma connotado negativamente que solo se aplica en las clases populares, especialmente las más desfavorecidas, las élites nunca abusan del sistema. Cuando se ha criticado la fiscalidad de las SICAV o que las empresas o las clases acomodadas pagan pocos impuestos siempre se remarca que es legal. Y si es legal pueden hacer uso, evidentemente.

La austeridad, un término referido a valores tradicionales que objetivamente no podríamos decir que es algo doliendo pero que todos sabemos que significa que la gente tendrá que pasar privaciones y recortes mientras que a las élites esto de la austeridad les queda bien lejos. (Por cierto, que el término austericidio que tanta fortuna ha hecho en realidad no está muy formado, puesto que quiere decir “matar la austeridad”).

El buenismo es el intento de ridiculizar a quién propone o lleva a cabo políticas de justicia social, de redistribución de la riqueza o de protección a los más necesidades. Se da a entender que quién defiende o actúa de este modo lo hace por militancia, “para parecer buena persona” sin tener en cuenta si es lo “que toca o conviene” y esto nos enlaza con todo el ideario conservador del padre severo que mira por nuestro bien mientras que quién nos protege (quién defiende las políticas sociales) es el padre que lo hace mal, que consiente y malcria.

La competitividad mostrada como una potencialidad de mejora y de esfuerzo también tiene su faceta oscura que se materializa en la pérdida de derechos y en los recortes como sacrificio imprescindible para lograr unos objetivos de los cuales nunca se beneficia justamente quienes tanto se ha sacrificado.

Las consignas caducadas habitualmente son las de la izquierda que no se renueva, vive anclada en el pasado, que la derecha es muy moderna, a pesar de ser conservadora y no lo sabemos ver.

Cliente es un término que últimamente está alcanzando aquello que propiamente decíamos pacientes o estudiantes. Es el síntoma de la mercantilización de la salud o la educación y de toda la sociedad. Y a propósito de los estudiantes resulta muy significativo que ahora a las horas lectivas las denominamos créditos.

Cuando usan el término copago nos dan a entender que tenemos que pagar, que se ha acabado esto de todo de balde, como si no pagáramos nuestros impuestos y fuera el Estado quién lo paga todo. Y de donde saca el dinero el Estado? De nuestros impuestos, está claro!

La cultura también sufre una mercantilización importante y por eso ahora se habla tanto de industrias culturales y de consumo cultural.

Cultura del subsidio: este sintagma es ampliamente utilizado cuando se quiere justificar recortes en prestaciones por la vía de criminalizar a quién desgraciadamente las necesita, dando a entender que “es un modus vivendi”, que no se esfuerzan, que viven “del cuento” etc. Nadie dice, pero que la duquesa de Alba que se llevaba una buena parte de las ayudas europeas en materia agrícola se aprovechase de nada. tenía derecho y punto.

El término emprendedor está lleno de connotaciones positivas. Qué tiene de malo ser emprendedor? Nada! El hecho, es que especialmente en los últimos tiempos se suele usar para referirnos a pequeños empresarios o autónomos en una situación que a menudo es forzada por las circunstancias de crisis y de paro y que empuja al autoempleo como salida. Cuando desde los medios o desde la política nos hablan de los emprendedores probablemente hay una cierta voluntad de maquillar la realidad precaria de mucha gente: haciéndonos creer que está muy bien pero sin mostrar o analizar las dificultades que hay detrás de esta situación.

Si decimos que externalizan un servicio público probablemente no nos provocará un rechazo tan fuerte cómo si decimos que lo privatizamos. Externalizar es como decir que “lo llevas fuera”, privatizar tiene unas implicaciones políticas y económicas mucho más graves.

La movilidad o la flexibilidad son otros términos que se han popularizado mucho y que a simple vista no tienen nada de malo. Pero la realidad es que cuando los usan la patronal o los gobiernos es para hacernos saber que cada día somos más precarios. La movilidad y la flexibilidad para las élites quiere decir libertad de movimientos y de hacer lo que les venga en gana. Para el ciudadano común suele querer decir desregulación y desprotección impuesta.

Las preferentes, esta palabra maldita hoy por tantas personas fue un cebo perfecto antes de que estallara todo: quién podía resistirse a ser un cliente especial, preferente, a quien se ofrecía un producto preferente, exclusivo...solo los escogidos tenían acceso a estas condiciones preferentes de este regalo envenenado.

Calificar de privilegios unos determinados derechos laborales o sociales es una manera de buscar la confrontación entre trabajadores o ciudadanos: quién está en el paro o tiene un trabajo precario es empujado a sentir rabia no contra el empresario o el sistema social o político que permiten y alimentan su desafortunada situación sino contra los otros trabajadores que son “unos privilegiados”. Ergo, no se propicia luchar por la expansión de estos derechos sino todo el contrario: como que no todo el mundo los disfruta, que no los disfrute nadie: todos precarios.

Hay que reinventarse, nos dicen a todas horas. Y sí, tenemos que evolucionar, cambiar, ilusionarnos con nuevos proyectos pero ay, que los que nos dicen esto no quieren decir muy bien esto: quieren decir: “no volverás a trabajar, te quedarás sin nada, no tendrás ayudas sociales, ya te apañarás, búscate la vida”.

Actuar con responsabilidad es lo que nuestros padres y maestros miraron de inculcarnos a todos. Es importante ser responsable pero si nos lo dice un portavoz del gobierno ya podemos empezar a temblar: el padre autoritario y severo sabe muy bien que es el que nos conviene aunque sea un medicamento amargo y esto se traduce en recortes de derechos, que se hacen en aras de la “responsabilidad”.

Cuando la derecha apela a que la izquierda actúe “sin complejos” suele querer decir que se dejen estar de sus principios y que hagan como ellos. A veces también los acusan de falso progresismo si no se avienen a aceptar políticas conservadoras, que es una manera de decir que los auténticos progresistas son la gente de derechas y que la gente de izquierdas no es auténticamente progresista o que se ha hecho un lío, vaya.

El ticket moderador no engaña: nos dice bien claramente que nos hacen pagar para moderarnos, puesto que no tenemos control y  abusamos del sistema.

Recargo temporal de solidaridad un bonito eufemismo para ocultar la subida de determinado tipos impositivos como el IVA.

Orwell en su novela 1984 refleja como el uso del lenguaje es utilizado por el poder de manera muy evidente, cuando hace una denominación de los ministerios:

Al ministerio ocupado de la tortura y administrar tortura se le llama Ministerio del Amor

Al ministerio que se ocupa de gestionar y mantener la guerra para evitar disturbios sociales en el interior se le llama Ministerio de la Paz        

Al ministerio que se preocupa que la gente viva al borde de la subsistencia mediante el racionamiento se le llama Ministerio de la Abundancia

Al ministerio que manipula y destruye documentos históricos para que coincida con la versión oficial se le llama Ministerio de la Verdad.

Como vemos George Orwell imaginó una arcadia distópica donde la perversión del lenguaje funciona como una herramienta de control mental para enaltecer el fervor de los convencidos y corregir los pensamientos disidentes.

La neolengua se ha convertido en el argumentario político y en el discurso de los medios de comunicación. De tal manera que dilapidar miles millones en carreteras o aeropuertos fantasmas es una "inversión" en infraestructuras, rescatar a la banca, una "inyección" de liquidez, pero incrementar el presupuesto para políticas sociales, un "gasto" social cargado de connotaciones negativas.  Los medios han utilizado términos de refuerzo positivo para esconder, enmascarar, todos los ataques a los derechos sociales y libertades, así como la utilización de una semántica perniciosa para demonizar los anclajes del estado del bienestar.

Durante estos años, los medios de comunicación han disfrazado la miseria y la precariedad con un neolenguaje de terminología barroca y anglicismos hipsters con los que podríamos elaborar todo un diccionario 'cool' para no decir "trabajador pobre". Todo un torrente de términos difusos para legitimar el deterioro de condiciones laborales. Sacralizar términos, en inglés que eleva el prestigio del concepto, con el argumento de la reducción del paro. La neolengua como instrumento para consolidar la desigualdad y la precariedad

Así tenemos (2):

JOB SHARING: Trabajo compartido.  Podría ser que pensáramos desde posiciones platónicas, si las condiciones materiales las tuviésemos cubiertas que menos trabajo, menos dinero pero más tiempo, es un ideario positivo, pero no se trata de esto, se trata de compartir sueldo en el marco de un mercado laboral deteriorado,y las desregulaciones de las contrarreformas laborales. En conclusión, al final dos trabajadores se reparte horas y sueldo de lo que fué un solo puesto de trabajo.

Mini jobs: que tan útiles han resultado para maquillar las cifras del paro durante la crisis económica, son los precusores de JOB SHARING

TREINTEENAGERS: mezcla de "treintañero" y teenager, "adolescente" en inglés. Es decir, hombres y mujeres de más de 30 años pero sin casa, ni trabajo, ni nómina, sin estabilidad ni perspectivas. Quizás sin haber cotizado aún más que unos pocos meses.Una idea que se vende como una actitud ante la vida, bohemia, hedonista, casi antisistema porque no se ha de ser cómplice del sistema; una manera inteligente de disfrazar la realidad de toda una generación golpeada por la crisis y las reformas laborales y que se encontró sin opciones laborales.

SINKIES: este término viene de Single Income, No Kids, y pretende definir a las parejas jóvenes sin hijos y con uno solo ingreso –uno de los dos no cobra nada–. La idea es vendida como un elemento de libertad e independencia que da el no tener hijos, eso sí, escondiendo la realidad de precariedad y la falta de ingresos.Uso de la semática de disfrazar de la realidad de pobreza

COLIVING: nos dicen que es una tendencia procedente de las grandes urbes de occidente y que consiste en compartir el espacio vital (hostales y albergues) entre los emprendedores que trabajan juntos en un mismo recinto. Es una consecuencia más de la precariedad laboral y los bajos salarios.

NESTING: "no salir de casa rebaja la ansiedad e ilumina la mente". Es el eslogan del nesting, una palabreja fabricada por una consultoría internacional para renombrar el hecho de quedarse todo el fin de semana en casa porque el salario de miseria de tu contrato basura no permite otra cosa

FRIGANISMO: viene de "free" (gratis) y "vegan" (vegano). De raíz contracultural y ecologista, el término designa un estilo de vida al margen del consumo.Su forma más llamativa es el consumo de los alimentos que otros desperdician. En efecto, coger la comida descartada por estar próxima o haber cumplido la fecha de caducidad. O tomarla incluso de la basura. Hay que conectar, en realidad, esta práctica con "bajos niveles salariales" que hacen que el frigano no se pueda permitir pagar productos de calidad. Envolver una necesidad producto de la enorme desigualdad y pobreza, de una ideología contestataria. El poder de la neolengua es enorme.

TRABACACIONES: Del inglés, "workation". "Trabacaciones" suena tan bien que se ha impuesto el término español.. El gancho es evidente: no dejes de trabajar durante las vacaciones y así tu vuelta será más leve.  La idea es que previene del síndrome postvacacional y el cargo de conciencia por el trabajo no resuelto.  Las "trabacaciones" vendrían a ser la culminación de la "proactividad", otro término de frecuente aparición en entrevistas de trabajo. La "proactividad" define la iniciativa personal del trabajador, surgida de su compromiso, que lo lleva realizar "sacrificios" más allá de lo obligatorio o acordado en beneficio de la empresa. Esta situación la tenemos que ligar con la realidad de temporalidad y miedo a perder el puesto de trabajo. Otra vez las consecuencias de las contrarreformas laborales Dedicar parte del tiempo de las vacaciones a realizar tareas de trabajo, por miedo a un despido o a no cumplir con las expectativas del jefe.

Las trabacaciones es el nuevo argumento de un discurso antiguo con el objetivo de destruir una conquista laboral como el descanso.

POWER NAP: "siesta reparadora", Un descanso en medio de la jornada laboral pero en los espacios que las empresas que quieren dar la imagen de modernidad habilitan para que los trabajadores descansen, coman, jueguen... En definitiva, para que vivan allí. Se trata de controlar al máximo casi de una manera orwelliana, e incluso más, se trata de ligarlos al puesto de trabajo sin ninguna contraprestación y contraviniendo todo tipo de normativa laboral.

COMPLAIN RESTRAINT: es una iniciativa ideada por un par de amigos, Thierry Blancpain y Pieter Pelgrims, que montaron una web para buscar adhesiones. El objetivo era que el máximo número de personas se comprometiera a no quejarse durante un mes. Esto en el mundo del trabajo no es otra cosa que: no te quejes

SALARIO EMOCIONAL: el "salario emocional" es la aportación no material de la empresa.  No pienses sólo en el dinero. La empresa también paga con "buen ambiente", "trato humano", "sensibilidad",... También en actividades (no remuneradas) fuera del horario laboral. Y si al finalizar tu relación te obsequia con flores, chocolate, un collage del “equipo”, te demuestra su calidez y buen trato. Ep no exijas dinero

Podríamos seguir, existen más conceptos como tiny houses, concepto eufemístico para designar una infravivienda porque no se puede pagar nada más. Como este concepto, La neolengua como instrumento para consolidar la desigualdad y la precariedad, ha ido sacralizando conceptos y términos anglófonos que han tenido un altísimo altavoz en medios de comunicación pasa así, consolidar la hegemonía neoliberal y con ella la dominación de clase y la desigualdad.


1-  Pocas obras hacen cambiar de tal forma nuestra visión de la lengua que utilizamos como " Metáforas de la vida cotidiana". George Lakoff y Mark Johnson, lingüista y filósofo respectivamente, explican cómo la metáfora no es solo un embellecimiento retórico, sino una parte del lenguaje cotidiano que afecta al modo en que percibi­mos, pensamos y actuamos. Las metáforas impregnan nuestra lengua hasta el extremo de que la familiaridad con ellas impide con frecuencia que sean percibidas como tales.

2- Términos extraidos de los artículos de Pablo MM publicado en CTXT el 30 de diciembre de 2017, y del de  Angel Munarriz publicado el 2 de enero de 2018 en INFOLIBRE