martes. 23.04.2024

Mavis Gray y Brandon Sullivan, los protagonistas de Young adult y Shame respectivamente, tienen muchas cosas en común. Los dos son asquerosamente guapos, han conseguido dejar atrás sus orígenes provincianos para reinventarse con razonable éxito en la gran ciudad, tienen mala suerte en el amor y hace un tiempo que caminan cual zombies funámbulos por la cuerda floja de los treinta y tantos. Intuyen que bajo sus pies hay un abismo negro como el tizón y no saben si van a ser capaces de mantener el equilibrio por mucho tiempo de modo que, cada uno a su manera, echan el vuelo hacia el agradecido reino de la inconsciencia, el único lugar adonde huir de ese vacío en cuyas fauces se espera que caigan al menor tropiezo.

La inconsciencia para Mavis (Charlize Theron), una antipática escritora de novelas para adolescentes, pasa por Buddy, su ex novio del instituto. Tras enterarse de que éste acaba de tener su primer hijo, a Mavis se le mete entre ceja y ceja que es el hombre de su vida. Da igual que Buddy sea padre y esté felizmente casado: Mavis tiene la certeza de que en el fondo sigue enamorado de ella, de modo que pone en marcha un plan de rescate y regresa por unos días a Mercury, su pequeño y odiado pueblo natal, con el único objetivo de recuperarlo. Al fin y a cabo no tiene nada que perder y no hay nada que le ate a la gran ciudad y al mini apartamento donde vive con la única compañía de su pequeña perra Dolce. Una vez en el pueblo se aloja en un hotel en cuya recepción regalan donuts glaseados tan solo a los clientes VIP. Cualquier cosa con tal de no quedarse en casa de sus padres. No se lleva mal con ellos pero verles supone tomar conciencia real del paso del tiempo y de que su estupenda vida en la gran ciudad como escritora de éxito es una entelequia. Y Mavis, como buena ‘adulta joven’, ha ido Mercury con la intención de meter la pelusa bajo la alfombra. Aunque Buddy, su mujer y Matt, un ex compañero de instituto lisiado, no se lo van a poner fácil.


Charlize Theron en "Young adult"

La inconsciencia para el Brandon Sullivan de “Shame” (Michael Fassbender) pasa por un descomunal enjambre de cuerpos femeninos reales y virtuales a los que usa de manera compulsiva ya sea en su modélico apartamento de soltero en Manhattan, en la calle o en habitaciones de alquiler por horas. Brandon es un ejecutivo acostumbrado a una existencia sin sobresaltos estructurada en torno al trabajo, la pornografía por Internet y los encuentros sexuales con mujeres liberales y profesionales del sexo. Nada ni nadie aparte de esto tiene cabida en su apretada agenda. Hasta que la irrupción de su hermana Sissy perturba dramáticamente su aparente tranquilidad confrontándole con su incapacidad para conectar con el mundo.


Michael Fassbender en "Shame"

Tanto Mavis como Brandon son expertos en dar esquinazo a la realidad, a ese abismo que espera acechante a engullirlos en el momento menos pensado. Solo que mientras Mavis lo hace mediante una búsqueda contra reloj del príncipe azul, sirviéndose del romanticismo como coartada, Brandon huye a través del sexo sin nombres ni caras. Sin excusas. Tras ver Young adult y Shame, no pude evitar pensar cómo sería la historia de Mavis con un protagonista masculino (un atractivo escritor de tercera huyendo de sí mismo a través de la engañosa búsqueda de un ideal femenino encarnado por una antigua novia felizmente casada) y en la de Brandon si su protagonista fuera una mujer (una ejecutiva joven, guapa y bien situada eludiendo cualquier tipo de compromiso vital y afectivo mediante pornografía, amantes y prostitutos). Puede que las dos produjeran desconcierto, pero me atrevo a suponer que la segunda más que la primera. Cuestión de estereotipos.

Para contar la huída de Mavis a través de la búsqueda de un ideal, Jason Reitman y Diablo Cody (director y guionista de Young adult respectivamente) se sirven de una premisa propia de la comedia romántica para darle una vuelta incómoda, dejándonos en el camino un ácido y conmovedor retrato rico en datos sobre el pasado de Mavis que nos permiten entenderla mejor. De ella sabemos que: pertenece a una familia feliz de clase media; fue la chica más popular, envidiada y odiada del instituto a causa de su belleza, éxito y aires de grandeza; considera (razones no le faltan) Mercury un lugar patético y huyó de él en cuanto pudo; está divorciada; el final de su relación de cuatro años con su novio del instituto Buddy estuvo marcado por un trágico suceso (explicitado en la película); a día de hoy se pregunta en voz alta por qué le cuesta tanto ser feliz cuando a sus paisanos de Mercury les resulta tan fácil.


Mavis y Mercury

 Por el contrario, para contar la huida de Brandon a través de la carne, Steve Mcqueen, director y guionista de Shame, opta por una puesta en escena exquisita y una narración seca, desprovista casi por completo de datos concretos del pasado que expliquen o justifiquen en alguna medida a su protagonista. De él lo más relevante que sabemos es que, en palabras de su hermana, los dos vienen de un ‘mal lugar’. A qué se refiere Sissy cuando se refiere solemne a un ‘mal lugar’ es toda una incógnita. Young adult se desarrolla casi en su totalidad en el entorno que vio crecer a su heroína desvelando a cada rato detalles de su biografía. Shame, en cambio, guarda celosamente los dolorosos secretos del pasado de Brandon Sullivan.


Brandon

Paradójicamente, la historia de la evasión a través de la búsqueda del ideal romántico cobra sentido mediante detalles concretos, mientras que la de la huida a través de los cuerpos encuentra su razón de ser en la ambigüedad y la indefinición. Quizás la causa sea que tanto una como otra son narraciones circulares que, tras explorar el intervalo de tiempo en el que sus protagonistas toman finalmente conciencia del abismo que hay bajo sus pies y de lo inútil que resulta tratar de esquivarlo, vuelven en esencia a los orígenes de Mavis y Brandon. Al razonable optimismo y felicidad propios de una familia americana de clase media (Mavis) y al dolor indescifrable nacido de ese ‘mal lugar’ del que no quedan o no se quieren conservar recuerdos (Brandon). Y es que, a pesar de su regusto amargo, el final de Young adult deja una puerta abierta a la esperanza, a la posibilidad de que su protagonista, tras la toma de conciencia, sea capaz de seguir avanzando por la cuerda floja con algo más de firmeza que antes de comenzar la historia. Shame, por el contrario, termina por enroscarse en su nihilismo, aflojando la cuerda y acercando a Brandon un poco más al vacío que amenaza con devorarle.

Tras acompañar a Mavis y Brandon en sus respectivos viajes no puedo por menos que imaginar un encuentro entre ambos a final de trayecto. Una copa en un bar. Otra en casa de Brandon. Una noche de sexo. Un amanecer en compañía. El inicio quizás de un nuevo comienzo en el que la unión de carne y ensueño logre conjurar el miedo. Nadie dijo que crecer fuera fácil. Tampoco que lo sea jugar al escondite toda la vida. Recomendable programa doble.

 

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La edad de la conciencia