viernes. 29.03.2024

cueva2

¿Recordáis la canción Mr Sandman del grupo The Chordettes? Para todo aquel que sea amante del cine de terror, era escuchar los primeros acordes de esta canción y saber que estaba ante una película de terror tan clásica como Halloween, donde el icónico Michael Myers hacía de las suyas y terminaba acuchillando hasta al apuntador. Algo similar ocurre con Stephen King cuando uno de sus libros sale al mercado: que nos imaginamos un libro de terror, con algún elemento sobrenatural, y damos rienda suelta a lo que nos va a deparar. Pero es lo que sucede siempre con la imaginación: que supera, con mucho, lo que a veces nosotros, exigentes lectores – o no – pedimos a un libro. Porque esta es la primera novela policíaca del llamado “maestro del terror”, pero ojalá nunca se hubiera perpetrado.

Sucede que, a veces, a un escritor que ha estado escribiendo toda su vida con los mismos elementos, le da por cambiar. Me lo imagino levantándose un día y diciéndose a sí mismo, oye, que me apetece cambiar, que ahora voy a hacer algo que nunca he hecho. A Stephen King me lo imagino diciendo, además, porque puedo hacer lo que me salga de la entrepierna. Mr. Mercedes es la primera incursión en el mundo de la novela negra del autor, y a pesar de tener un arranque prometedor, se queda en eso, en una simple promesa que no acaba de cuajar ni de permitir al lector descubrir algún elemento nuevo que le permite discernir entre una novela de calidad, y una más del montón que se apila en las librerías y que tan pronto como han venido, se van. Un juego del gato y el ratón, un policía retirado que no le encuentra sentido a su vida, un asesino que le propone un juego, una persecución para atraparle… Veamos, ¿dónde he visto yo esto antes? ¡Ah sí, en cualquier capítulo de Mentes Criminales, CSI, The Following o cualquier serie que haya aparecido en la pequeña pantalla! Y es que el terreno está muy abonado, y pocos son los que se arriesgan a ofrecer algo nuevo en este vasto campo de la literatura policíaca.

Nombrar a Stephen King es como nombrar a una especie de Rey Midas que, todo cuanto toca, se convierte en oro. Pero no hay que obviar que, en los últimos tiempos, el autor se ha alejado lo suficiente de aquellas historias que nos hicieron estremecer a algunos lectores. Esta nueva novela, Mr. Mercedes podría haberse convertido en algo interesante, si al autor no le importara más detallar lo que rodea a los personajes, ese ambiente tan hipócrita y casi lleno de mugre, que contarnos escenas dinámicas, que consigan que el lector se mueva con los protagonistas. Porque mientras uno va leyendo se va preguntando qué narices importa lo que está sucediendo, si al final va a pasar lo mismo de siempre, que esto ya lo hemos vivido, que sí, que es el “maestro del crimen”, pero que no todo vale, que hay que proponerse entusiasmar de alguna forma a los seguidores. Porque sino, se corre el riesgo de lo mismo que sucedió con la ya nombrada Halloween: estirar el chicle tanto, que al final se acaba rompiendo y deja de tener sentido alguno.

El intento fallido de Stephen King