viernes. 19.04.2024

sabino_arana@Montagut5 | En los territorios vascos se partía de una situación distinta a la de Cataluña en el último tercio del siglo XIX. Hasta el fin de la primera guerra carlista en el año 1839 se disfrutó de la existencia íntegra de los Fueros. Estos Fueros suponían la existencia de instituciones propias como las Juntas Generales, leyes y finanzas propias, aduanas, impuestos y ciertos privilegios en relación con las contribuciones. El Convenio de Vergara no supuso el fin completo de estos derechos y, con recortes, se mantuvo la situación hasta la Restauración borbónica. El fin de la tercera guerra carlista en 1896 supuso la pérdida de la autonomía administrativa vasca y navarra, conservando cierta autonomía financiera a través de los Conciertos Económicos. Comenzó a generarse un sentimiento de resentimiento hacia el gobierno central. El fuerismo es uno de los elementos que deben situarse en el origen del nacionalismo vasco. Nació una literatura fuerista de fuertes componentes románticos porque intentó entroncar lo vasco con la tradición histórica lejana, medieval, llena de tradiciones y hasta de mitos. El fuerismo se dividió a partir de 1876 entre un núcleo navarro y otro vizcaíno. Los miembros del primero defendían la unión entre los vascos y navarros. Los vizcaínos, por su parte empezaron a ir hacia una vía autonomista. En este núcleo conviene recordar la figura de Fidel de Sagarminaga.

El nacionalismo vasco tiene en su origen otro elemento fundamental, relacionado con el anterior, y era su profundo rechazo al universo urbano, a los cambios industriales que comenzaban a experimentarse, con la consiguiente llegada de inmigrantes. En el mundo rural estaría la raíz de lo “vasco” y no en los Altos Hornos, las calles de las grandes ciudades ni entre los obreros. Mientras el nacionalismo catalán tenía como bases sociales a los intelectuales y la burguesía urbana, el vasco se basaba más en la pequeña burguesía y en el campesinado. En consonancia, este nacionalismo poseía una base confesional y conservadora muy acusada.

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Reunión en el siglo XIX en torno al árbol de Gernika

El despegue del PNV comenzó cuando en 1898 se ampliaron sus bases. El naviero De la Sota ingresó en ese año y poco a poco la burguesía urbana e industrial comenzó a acercarse al Partido

El sentimiento nacionalista vasco se aceleró con los cambios que experimentó el País Vasco en el último tercio del siglo XIX, plasmándose en una pluralidad de grupos. Entre estos grupos y personalidades destacará, sin lugar a dudas, el núcleo vizcaíno con Sabino Arana.

Arana procedía del carlismo y evolucionó hacia el nacionalismo. Hacia 1893 comenzó a ser conocido con el periódico "Bizkaitarra" y con la asociación "Euskeldun Batzookija", fundada en 1894. Para esta asociación Sabino Arana redactó una declaración de marcado carácter confesional, evidentes componentes racistas, y muy radical en sus planteamientos contrarios a la industrialización y al socialismo, cada día más presentes en el País Vasco.

En 1895 se fundó el PNV en Bilbao. Sabino Arana popularizó un nuevo nombre para la patria vasca, Euzkadi, una bandera propia y propuso un lema para el partido: "Dios y Ley antigua". El nacionalismo vasco se impregnó de un fuerte contenido católico y de defensa de la tradición. Se pretendía impulsar la lengua y costumbres vascas, defendiendo la pureza racial del pueblo vasco. El nacionalismo vasco era antiliberal, contrario al movimiento obrero, especialmente el socialista, que había arraigado con fuerza en el mundo industrial vasco. Pero estos planteamientos no parecían muy adecuados para progresar políticamente por su extremo conservadurismo. El despegue del PNV comenzó cuando en 1898 se ampliaron sus bases. El naviero De la Sota ingresó en ese año y poco a poco la burguesía urbana e industrial comenzó a acercarse al Partido. En ese momento de expansión ingresó en la formación de la Sociedad Euskalerria de Bilbao, que editaba el semanario Euskalduna.

En el PNV comenzó el debate interno entre los defensores del independentismo y los que buscaban la fórmula de la autonomía dentro del Estado español. Éstos últimos eran muy activos porque pertenecían a los círculos burgueses vascos y contaban con recursos económicos fundamentales para sostener al PNV. Tenían en mente el ejemplo del catalanismo moderado. Esta fuerza de los autonomistas debe apuntarse a la hora de comprobar cómo el Partido comenzó a despegar electoralmente en las municipales y a comenzar a ocupar cargos en las diputaciones. El propio Sabino Arana, que fue moderando su discurso, fue elegido diputado provincial por Bilbao.

El inicio del nacionalismo vasco