sábado. 20.04.2024

Quién conozca del DA2 Domus Artium Salamanca pensará que no hay nombre más adecuado para una muestra en este lugar. Huellas, rastros e itinerarios. Una muestras que presenta fondos propios y de la fundación Coca-Cola hasta el 22 de septiembre de 2019 en este espacio tan impactante y singular.

Rodeado de naves industriales a las afueras de Salamanca, el edificio que sirviera de cárcel provincial conserva parte de la estructura de las antiguas celdas y una gran reja que separa la sala central del patio exterior. Rastros. Huellas. Itinerarios.

En la exposición inaugurada ayer reúne piezas de Alfredo Alcaín, Eduardo Gruber, Patricia Dauder, Rebeca Menéndez, Kate Bright, Mónica Fuster, Jorge Perianes, Javier Baldeón, Marina Núñez, Rosemary Laing, Javier Riera, Àngels Viladomiu o Carmen Calvo en una muestra comisariada por José Gómez Isla, profesor titular de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Salamanca.

Más allá del acto que sirvió ayer de presentación al que acudieron el concejal de Cultura y el presidente de la Fundación Coca-Cola, en el que se repartieron las habituales loas, fue el propio comisario de la exposición el que ofreció una visita guiada a las tres secciones sobre las que se ha estructurado la muestra. La primera de ella dedicada al relato de las experiencias psíquicas que van dejando huella en el individuo y nos hablan de estigmas sociales sociales e individuales. Género, creencias, razas, orientaciones sexuales o traumas personales que se convierten en el punto en el que convergen las miradas artísticas de esta sección.

Una segunda parte en la que el artista mira los rastros y vestigios que el ser humano va dejando en el territorio que habita y al que va hiriendo profunda e irreversiblemente. Una sección contundente y comprometida en la que se plantean reflexiones, inquietudes o puntos de vista críticos para tratar de repensar el espacio que habitamos. Entre las obras presentadas en esta sección, encontramos algunas de las más impactantes de la muestra como la fotografía ‘El Camino’ (1996) de Xurxo Lobata o esa pieza objetual escondida en una caja blanca de Ignacio Llamas titulada “Tránsitos” (2006) que nos da una patada en las narices del alma cuando las asomamos por la pequeña ventana.

En la tercera parte encontramos “un sinfín de trazos, surcos, cortes, erosiones, hendiduras, rayaduras, rasgados, encolados, estampados, montajes y/o superposiciones”, pero ni siquiera la magnífica obra de Carmen Calvo “Las Amigas” recién restaurada, en la que un gigantesco collage de mechones de cabello atrapados para siempre en las esferas de relojes, consigue hacernos por un momento olvidar la fuerza del espacio que habitan. Ni por un segundo somos capaces de olvidar que hemos traspasado la gran reja de la galería carcelaria. Tenemos la sensación de que cualquiera de las pesadas puertas metálicas de las celdas se podría cerrar tras de nosotros. Se siente la fuerza de un lugar donde el dolor parece haberse quedado pegado a las paredes. A veces las paredes hablan demasiado.  

Huellas, rastros e itinerarios en el DA2 de Salamanca