sábado. 27.04.2024
Las Dominicales del Libre Pensamiento (21 de diciembre de 1889)
Las Dominicales del Libre Pensamiento (21 de diciembre de 1889)

@Montagut | Este artículo versa sobre el deseo manifestado desde el ámbito librepensador del periódico Las Dominicales del Libre Pensamiento para intentar superar la división masónica y que las Obediencias cooperasen para los fines de la Orden en España, a través de la iniciativa de la masonería catalana a finales de 1889.

En 1886 se fundó la Gran Logia Simbólica Regional Catalana. Gracias a Pere Sánchez Ferré sabemos que se nutrió de masones de tendencia republicana y librepensadores, que no consideraban adecuado el Rito Escocés Antiguo y Aceptado porque consideraban que tenía connotaciones monárquicas y, sobre todo porque estaba controlado por los liberales con Sagasta a la cabeza. Muchos masones catalanes se sentían mejor trabajando en el Rito Francés o Moderno porque les parecía más democrático y laico. Así pues, la GLSR nacería defendiendo la independencia del simbolismo frente al filosofismo y los grados superiores. Por su parte, en política reivindicaban el Estado catalán dentro de la Federación Ibérica y decidieron que la lengua oficial de la Obediencia sería el catalán.

El resto de Obediencias masónicas españolas no vio con buenos ojos la fundación del GLSR porque se les acusó de ser más una especie de organización política que una Obediencia masónica en sí. Tampoco tuvieron mucho éxito en el plano internacional. En todo caso, resistió y llegó a la época de la crisis masónica de fin de siglo, ya que desapareció en 1896, aunque reapareció en el nuevo siglo.

Para estos masones catalanes no había duda de que las causas que dividían a la francmasonería en España eran consecuencia del mundo profano

Pues bien, nosotros queremos aportar un material en relación con el planteamiento de reorganización que se puso en marcha a fines de 1889 por parte de esta Gran Logia.

En la Gran Logia se había planteado la necesidad de averiguar las causas que originaban el malestar en el que se vivía. Para ello parecía preciso salir de los límites de la Obediencia, y acudir, prescindiendo de toda diferencia de rito y jurisdicción, a toda la masonería española, como “formando un todo homogéneo”. Para estos masones catalanes no había duda de que las causas que perturbaban y dividían a la francmasonería en España eran consecuencia del mundo profano, y que afectaban a la sociedad española en lo político y social, es decir, la división política y social de la España de la Restauración repercutiría en los conflictos o divisiones internas en la Orden.

Por ello, aunque la masonería y la sociedad española en lo político llevaban retraso en relación con otros países, era un deber de la primera ponerse a trabajar para pasar por todas las etapas y vencer todos los obstáculos, es decir, se planteaba una defensa con el fin de ponerse al día y superar los problemas. Ya no podía retrasarse más el cambio, y por eso se habían tomado unos acuerdos por parte del Consejo de la Gran Logia.

En primer lugar, debía constar en acta la unanimidad de criterio imperante entre los Venerables de las logias de la Obediencia, que representaban a las mismas. Debemos recordar que los Venerables son la máxima autoridad de una logia. Una vez demostrada dicha unanimidad el Consejo debía enviar una circular a las logias para que eligieran diputados (representantes) para la próxima asamblea. Estas elecciones debían verificarse en el mes de diciembre. La Asamblea debía reunirse el dos de enero de 1890.

Las Dominicales del Libre Pensamiento recogió este intento con felicitaciones por emprender este camino por considerar que dicha Obediencia estaba realizando un trabajo serio con el fin de no sólo estudiar las causas de los problemas de la masonería en España sino por su propósito de unificación, uno de los problemas seculares de la masonería en España.

Ninguna nación europea necesitaba el esfuerzo de la masonería como España por la fuerza del clericalismo que tanta influencia tenía

El periódico deseaba que esta iniciativa promoviese una corriente de simpatía de todos los masones españoles hacia la Federación catalano-balear, un deseo que interpretamos a raíz de las críticas que había recibido la misma, y que hemos explicado al principio de este artículo.

Para el periódico de los librepensadores ninguna nación europea necesitaba el esfuerzo de la masonería como España por la fuerza del clericalismo que tanta influencia tenía. Era un país necesitado del fomento de la cultura, especialmente entre las clases populares. El campo de acción del masón era, por lo tanto, muy amplio. Pero para ello era necesaria una organización potente. De ahí el elogio a la iniciativa de la masonería catalano-balear. La masonería, en general, tenía, en conclusión, un trabajo intenso que realizar en la España del siglo XIX.

Como bien sabemos, las diferencias se mantuvieron en el seno de la masonería española, un mal endémico.

Hemos trabajado con el número del 21 de diciembre de 1889 de Las Dominicales del Libre Pensamiento. Y es imprescindible el trabajo de Pere Sánchez Ferré, “De la Gran Logia Simbólica Regional Catalana a la Gran Logia Española. Un ejemplo de vocación política de la masonería española (1886-1939)”, en Masonería, revolución y reacción, coordinado por José A. Ferrer Benimeli, vol. 2, 1990, págs. 697-716. El autor, por su parte, tiene una monografía titulada, La maçoneria a Catalunya (1874-1936), Barcelona, Edicions 62, 1990.

Un intento de superar la división masónica española en 1889