domingo. 28.04.2024

En 2024 se van a cumplir trece años del 15-M, aquel torbellino de crispación popular (justificada) que cristalizó en una organización política, en una horma ilustrada y representativa, que ha perdido fortaleza electoral y músculo político en la amalgama de las izquierdas. El 'podemos' ha pasado a ser 'resistimos', un verbo menos competitivo y triunfante, pero más acorde con la tradición histórica de la izquierda y de las batallas que libró. Aquel movimiento social a gran escala, cuyo leitmotiv fue la indignación, reclamaba su participación y su hueco en la gestión de la “cosa pública” más allá del monopolio de la partitocracia. Y lanzó un mensaje muy claro a líderes y regidores: antes de decidir y tomar medidas hay que auscultar de verdad el existir y el sentir de la gente. Aquel 15 de mayo una ola de indignación rompió por calles y plazas de España y dio lugar al replanteamiento de acepciones y enmiendas léxicas.

El 'podemos' ha pasado a ser 'resistimos', un verbo menos competitivo y triunfante, pero más acorde con la tradición histórica de la izquierda y de las batallas que libró

Indignado: referente o relativo al hombre (varón o mujer) que un buen día se levanta con ojos cansados, mira la atmósfera grisácea que enmarca la ventana de su primera vivienda, recuerda que la empresa en que trabaja está en quiebra y en ese momento percibe la halitosis que exhala la realidad, cuando tiempo atrás le comió idílicamente la boca a esa misma realidad en un largo beso crediticio con el banco amigo que te ofrece la otredad: otra vivienda en la playa, otro coche, otro sueño prestado con un interés muy interesante. El nuevo hombre indignado se siente solo y decide bajar a la calle en ascensor a la busca solidaria de la muchedumbre abigarrada, promiscua y multicolor de la indignación que se ha apropiado del espacio público, que también pertenece a los beatos, dichosos y asépticos. Necesita cubrir el frío de su malestar con el disgusto de los otros que en tiempos de bonanza no existían. Ha sido expulsado del paraíso con su hatillo lleno de recortes sociales, su hipoteca, su ERE, su nómina menguada, y le ha ofrecido su cabreo pacífico a la intemperie urbana. Se ha dado cuenta de que el apartamento que compró se le ha quedado colgado y ya no lo puede vender para ganarle cinco o siete millones sobre el precio de compra. El indignado de nuevo cuño es una víctima de diseño del consumismo autómata y del capitalismo feroz, que confeccionan presas a medio-largo plazo, cuando, en su día, fue victimario de la codicia monetaria a mayor o menor escala que ha imperado entre nosotros como axioma social. En este país ha ejercido la especulación inmobiliaria todo hijo de vecino. La sociedad se ha regido por el valor supremo de lo crematístico. El arte de ganar dinero sin miramientos. Y por ahí se ha desangrado, al margen de que la socialdemocracia sea rehén de los mercados. Según autores, Unamuno, por ejemplo, los españoles nos quejamos de puro vicio. Para Norman MailerJesucristo y Marx coincidían en un punto: el dinero es la raíz de todos los males.

El nuevo hombre indignado se siente solo y decide bajar a la calle en ascensor a la busca solidaria de la muchedumbre abigarrada, promiscua y multicolor de la indignación

Preindignado: dícese del individuo que en todas las épocas se ha enterado de que se vive en un Estado de malestar generalizado antes de la irrupción del individuo indignado de nuevo cuño: obreros en paro con o sin cualificación, gente humilde a la que los bancos no prestaban, lumpen, marginados de la prestancia educativa y cultural, excluidos y desahuciados sin la guardia pretoriana de los indignados. Currantes de doce horas diarias sin pisito en la playa. Jornaleros con premio si sale el sol y con castigo si llega la lluvia. El preindignado sabe lo que es curtirse a la intemperie con la única protesta activa de sus manos currelantes, que son las hijas legítimas de la calle soliviantada. Lleva soportando mucho tiempo el peso gordinflón de la Historia sin tribuno de la plebe que lo defienda, sin aureola mediática, sin periodista ingenioso que lo reconozca y lo diagnostique en una sublime columna argumentativa. Nunca ha salido de su crisis ni con la dictadura ni con los favores de la democracia real perfectible, ni bajo el amparo de ninguna monarquía parlamentaria. El preindignado es un espectro socioeconómico condenado a ser persona. Según autores, distinguir entre ricos y pobres es una simpleza; demagogia o baratura dialéctica. Ahora a las verdades del barquero en los cenáculos liberales se las llama populismo. Pues, se palpa en el ambiente que ricos cada vez hay menos, pero muy tozudos, los mercados financieros siguen vigilando y no perdonan, los pobres van in crescendo y las clases medias están devaluadas. ¿Pero no se iba a refundar el capitalismo? Según otros autores, que no terminan de morirse ni enterrarse, el capitalismo privatiza los beneficios y socializa las pérdidas. Pérez Rubalcaba en su momento hizo un remake de este fundamento diciendo que no puede ser que los beneficios vayan a parar a unos pocos y las pérdidas a la mayoría.

Ultraindignado: joven o talludo, con el rostro Korda del Che prensado en el corazón. Libertario que encuentra su hogar propicio en el fragor contestatario de las calles. Discrepa. Increpa. Impreca. Execra. Y muestra este pack completo como alternativa. Dícese también del muchacho desclasado que clama contra el Estado liberal burgués sin perder de vista la hacienda de papi.

Posindignado: categoría sociocultural que reside en la atemporalidad y el pensamiento crítico. Perteneciente o relativo al hombre escéptico, marxista y cristológico vía Norman Mailer, que cree como Bakunin que la libertad ajena amplía su libertad al infinito sin haber escrito lemas en las tapias de París en Mayo del 68. Según autores, las ideas para que perduren necesitan una organización y proyección. La retórica bienintencionada y de viva voz con aires reformistas o revolucionarios se las lleva precisamente el aire de las plazas.

Diccionario de la indignación