domingo. 28.04.2024
Foto: José An. Montero

El artista presentó este sábado su trabajo ‘En las Manos’ en la Fundación Cerezales Antonino y Cinia (FCAYC) de León dentro del festival Tropos 2023. 

Cae el atardecer de Perseidas sobre las traseras de la fundación Cerezales, de fondo la icónica perspectiva del edificio diseñado por Alejandro Zaera Polo & Maider Llaguno, convertido en símbolo de una nueva manera de entender lo rural. 

Hace ya un buen rato que el centenar de sillas dispuestas sobre el césped están ocupadas, pero sigue acudiendo gente a este prado de césped mimado, como cada detalle de este lugar. Acuden con sus sillas y van instalándose de manera orgánica alrededor del escenario. En el cobertizo hay una pequeña barra donde se venden bocadillos de jamón y de chorizo, cervezas Corona, Modelo y Pacífico, que no sólo son de México, sino también de este pueblo de León de donde era originario Antonino Fernández, que junto con su esposa Cinia González, dan nombre a esa Fundación desde 2009. 

Tras la aparente sencillez de la propuesta escénica, todo un armazón de complejidad poética y riqueza musical

Difícilmente podría encontrarse un espacio más idóneo en el que cruzarse en el camino con Vicente Navarro y la presentación de su disco ‘Las Manos’ (El Tragaluz, 2022), un trabajo musical de referencia y que gracias al boca-oreja sigue creciendo día a día. Nueve y media del sábado es la hora indicada para las veladas musicales del Festival Tropos que arrancaron la semana pasada con el dúo chileno Emilia y Pablo, y que se completará con las actuaciones de Néoba y el proyecto musical de Marta Mansilla

Vicente Navarro, de burdeos y orgánico, encuentro y pérdida, arrancó el concierto con ‘Toro’, una composición de su primer trabajo ‘Casi Tierra’ (El Tragaluz, 2019), para continuar con ‘Marchar’ y ‘José’, con su respectiva instroducción. Preciso tu presencia y tu arte. Sobre el escenario, en cada uno de sus extremos, dos sillas vacías de enea casi mirándose frente a frente. Dolor y esperanza. Encuentro y pérdida. ‘Casi tierra’ y ‘Las manos’. Sus dos trabajos que se irán entrecruzando a lo largo de la velada. Llanto, fuente, mañana, montaña y río. Soledad y orquesta. 

Tras la aparente sencillez de la propuesta escénica, todo un armazón de complejidad poética y riqueza musical. En directo, se puede comprobar la exigencia interpretativa de los temas de Vicente Navarro, no sólo por la variedad de registros vocales, sino también por los constantes cambios de ritmos y tesituras, la tensión dramática, la riqueza cromática y estilística. Bocanadas de flamenco, electrónica, copla, sonidos latinoamericanos y mucha poesía escénica, textual y corporal. Juventud, herida y olvido. 

Bocanadas de flamenco, electrónica, copla, sonidos latinoamericanos y mucha poesía escénica, textual y corporal

Casi en un suspiro, en el parpadeo de una vida, arrancan los acordes de ‘El Camposanto’. Campanas y grillos. “Los dos caminos se alejan. Mientras se van recordando, menos esperanza albergan”. Clímax. Se oyen murmullos que durante la canción llovieron estrellas fugaces. Hay quien la vio. Hay quien las sintió. El concierto se encamina hacia el final. Juntos y Mayos. 

Para los bises, Vicente Navarro ha reservado en esta ocasión ‘Esternón’ y ‘El Primero’. Principio y final. Alfa y Omega. “Si nos volvemos a ver os daré mi verano. Si no fuera posible quedaos con el resto del año.”. Vicente se despide caminando hacia la oscuridad. Sobre el escenario aún quedan Rubens Allan a la guitarra y Brenda Sayuri en las bases. Silencio. 

Entre el público se va pasando en penumbra una pequeña bolsa para ir depositando los vidrios. Una pequeña luz se enciende en un lateral. No hay luz de sala. Son estrellas. Allí espera Vicente Navarro para reencontrarse casi personalmente con cada uno de los asistentes. Vinilos y camisetas como recuerdo material de esta noche de música, poesía y estrellas fugaces. 

No ha sido fácil cruzarse en la gira de Vicente Navarro, pero pudo el anhelo de reencuentro. Mientras termino estas líneas, el recuerdo de lo que ya no existe. Suena de nuevo marchar, marchar, marchar... Amanecerá de nuevo. 

Vicente Navarro, atardecer entre las manos