viernes. 19.04.2024
brunil

En la mitología nórdica Brunilda es una valquiria que aparece en el cantar de los nibelungos. Las valquirias eran unas deidades femeninas, al servicio de los dioses, que dirigían los espíritus de los guerreros caídos en las batallas hacia el Valhalla, el salón en el que los jóvenes combatientes reposaban y se preparaban para la gran batalla final junto a Odín, el Dios principal de la mitología nórdica. 

Según la leyenda, la joven valquiria Brunilda fue encargada por Odín para ayudar a un guerrero en el combate, pero ésta una vez en la batalla sintió pena por el guerrero que debía ser derrotado y decidió ayudarlo para que venciera y siguiera viviendo. Odín se puso furioso por la desobediencia de Brunilda sumiéndola en un profundo sueño durante años en un castillo con una muralla de fuego en el bosque. Pasado el tiempo Odín decidió darle una segunda oportunidad: sólo podría salvarla el caballero que penetrase en el  castillo del bosque  y despertara a Brunilda. El único que lo logró fue Sigfrido, quien la despertó, quedándose Brunilda prendada de él. Sigfrido la prometió amor eterno y marchó de nuevo al campo de batalla. Pasado el tiempo Sigfrido fue engañado y consumió una pócima mágica que le hizo olvidar su amor por Brunilda, casándose con otra doncella. Brunilda decidió vengarse de Sigfrido y guiarlo hacia el Valhall, con el fin de separarlo de su esposa. Pero la esposa de Sigfrido puso fin a su vida para acompañar a su amado para siempre en el Valhall. 


El complejo de Layo


Los complejos para Carl G. Jung son contenidos psíquicos que están fuera del control de la mente consciente. Se han escindido de la consciencia y llevan una existencia separada en el inconsciente, estando en todo momento dispuestos para obstaculizar o para reforzar las intenciones conscientes.

Con el paso del tiempo se ven los defectos de la pareja y surge la desidealización y aparece el modelo de villano

En psicología se denomina Complejo de Brunilda aquel que presentan algunas mujeres que idealizan a la persona de la que se enamoran. También puede darse en varones, pero con menor frecuencia. La mujer se vuelca en cuerpo y alma en la relación. Pasado el tiempo empieza a ver en su pareja defectos que no observaba al comienzo de la relación. Hasta aquí podríamos decir que se produce un patrón habitual de una relación amorosa. Pero en las mujeres que padecen este complejo esta obnubilación por la persona amada va más allá, pasando el amado de héroe a villano. Así, este complejo pasa por dos etapas, una de sobrevaloración absoluta y poco realista de la persona amada, y otra de completa desvalorización.


El complejo de Aquiles o mito de Supermán


Este complejo se desarrolla a partir de la dificultad de aceptar plenamente a la pareja sentimental. Al comienzo de la relación se da un sesgo emocional que suele mostrarse con unas expectativas excesivas que generan una ilusión por encima de lo esperable. Básicamente es una idealización extrema del objeto amado, es decir, la representación de la persona amada como un modelo de perfección ideal que no se corresponde con la realidad. Con el paso del tiempo se ven los defectos de la pareja y surge la desidealización y aparece el modelo de villano.

Hay una serie de características que pueden subyacer en este complejo: En primer lugar, una baja autoestima que puede hacer que se valore en exceso a los demás. En segundo lugar, tendencia al perfeccionismo y a la dicotomía, bueno malo, blanco o negro, sin matices de grises. En tercer lugar, carencias afectivas en la infancia que pueden influir en buscar en el amor a una persona que responda a todas las demandas afectivas fruto de las carencias. Por último, rasgos de personalidad dependiente que favorecen la sobrevaloración del otro.

El complejo de Brunilda