jueves. 28.03.2024
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En la mitología griega Afrodita, Venus en la mitología latina, es hija de Zeus y de la ninfa Dione. Otros atribuyen el origen de Afrodita en la espuma (Aphros) que se formó en el mar cuando Crono cortó los genitales a Urano y los arrojó al mar.

Debido a su inmensa belleza Zeus, para protegerla de la rivalidad de los dioses por conseguirla, la casó con Hefesto por la fealdad de este. La infelicidad de Afrodita en su matrimonio la llevó a numerosas infidelidades. La relación fuera del matrimonio más famosa de Afrodita fue con Ares, dios de la guerra, del que nació Eros.

Hefesto fue avisado de esta infidelidad por Helios. Para vengarse Hefesto les atrapó con una red en pleno acto amoroso. Hefesto avisó al resto de los dioses para que vieran la escena, pero contrariamente a lo que él esperaba los dioses se mofaron de Hefesto. No fueron liberados hasta que Poseidón prometió a Hefesto que Ares pagaría por sus agravios, pero cuando Hefesto los liberó de la red huyeron Afrodita y Ares sin cumplir su promesa.


En psicología hablamos de complejo de Afrodita para referirnos a una mujer que presenta un proceso caracterizado por creer que para ser feliz no hay otra manera que tener una relación con un hombre. Así mismo sólo se sentirá realizada a nivel personal si existe la relación con un varón. Experimenta un fracaso existencial si permanece soltera. Todo esto produce en la mujer un cuadro depresivo existencial con baja autoestima, bajo ánimo crónico, desmotivación y en definitiva una frustración vital insalvable.

Esta alteración es más frecuente a partir de los treinta años, donde mujeres atractivas, brillantes a nivel profesional, con ideales tradicionales de vida, no encuentran un hombre. Generalmente han tenido varias relaciones fracasadas de pareja.

La mujer con este complejo tiene un Yo no lo suficientemente fuerte y definido, sino más bien en espejo, de tal manera que para su seguridad debe verse reflejada en el espejo por alguien de fuera, es decir sentirse querida. Precisa la mirada del otro, que se pose en ella el interés erótico y creativo del otro. Su esencia es necesitar, de ahí el pánico a la soledad y su necesidad de apoyarse en los demás. Dada su vaguedad e imprecisión en el propio deseo, arrastra a sus parejas a continuos malentendidos, disputas y fracasos en las relaciones sentimentales.


El complejo de Casandra


Mas que querer Afrodita necesita ser querida

Según Carl Jung, el amor verdadero es un sacrificio de la ilusión de las propias posibilidades, un enfrentarse con la vulnerabilidad y el dolor, para hacer posible una entrega personal y un reconocimiento del otro, lo que reviste un sentimiento de profundidad, sinceridad y responsabilidad. Este sacrificio del que habla Jung no está dispuesto a asumirlo la mujer con complejo de Afrodita, más bien espera el sacrificio del otro. Mas que querer Afrodita necesita ser querida.

El patrón arquetípico de la mujer Afrodita es enamorarse fácilmente. No son conscientes del efecto que provocan en el otro ni cuando le prestan toda su atención ni cuando los abandonan por algo por lo que muestran más interés. Una vez que toman conciencia de esto acaban por abandonar y no profundizar en la relación sentimental.

Jean Shinoda describe en “las diosas de cada mujer”, la conciencia de Afrodita, que está centrada y receptiva, es como una luz de candilejas en el escenario del teatro, de tal manera que atrae sobre ella la atención del otro. Lo que aparece bajo esa luz de candilejas magnifica y refuerza el efecto sobre el otro. Allí donde está presente la conciencia de Afrodita se genera energía.

Este patrón arquetípico de mujer genera lo que Robert Rosenthal llamó efecto Pigmalión. Este efecto describe el poder de las esperanzas positivas en la conducta de los demás. Se llama así porque Pigmalión se enamoró de la estatua perfecta que realizó, una estatua de Galatea. Pigmalión pidió a Afrodita que diera vida a su estatua.

Bernard Shaw en su obra de teatro Pigmalión ofrece este mismo argumento, una florista de Londres es trasformada por Henry Higgins en una elegante dama de la que después se enamora. El mismo argumento se utiliza en My Fair Lady.

Por último, compartir esta reflexión de Ortega y Gasset: “hay quien ha venido al mundo a enamorarse de una sola mujer, consecuentemente es muy probable que no se tope con ella”.


Otros complejos, por José María Manzano


Complejo de Afrodita