viernes. 19.04.2024

Buenos Aires, otoño de 1976, el director Marcelo Piñeyro nos adentra en un periodo de oscuridad en la República Argentina y en gran parte del mapa global, miles de desapariciones, vuelos de la muerte, expropiación de patrimonios y de niños, realmente uno de los momentos más tristes que le puede tocar pasar a una sociedad. El multipremiado director de Plata Quemada, Caballos Salvajes y Las Viudas de los Jueves nos presenta una coproducción argentino-española, un drama histórico que continúa el hilo conductor que marcaron grandes films como La Historia Oficial, Un Muro de Silencio, La noche de los Lápices y Garage Olimpo. Con un gran elenco encabezado por Ricardo Darín, Cecilia Roth, Héctor Alterio, Tomás Fonzi, Fernanda Mistral y Leticia Brédice, se da forma a una triste historia que cautivará a quien ose ponerse delante.

Estrenada en el año 2002, fue seleccionada para representar a la Argentina en los premios Oscar en la categoría Película en Lengua Extranjera y Tercer premio coral del XXV Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana. La historia sucede durante la última dictadura militar, un lapso de violencia y crímenes de lesa humanidad que comenzó en 1976 y se extendió hasta 1983, el tristemente recordado Proceso de Reorganización Nacional que sucumbió ante el advenimiento de la democracia. Kamchatka, el nombre de la película coincide con un país de un juego de mesa, un lugar imaginario que representa la seguridad ante los peligros que acechan permanentemente a la sociedad. Sin embargo, la península que lleva su nombre, situada en el extremo oriental de Rusia dista de ser ese páramo de salvaguarda para los protagonistas del largometraje que lidian persistentemente contra los años siniestros de las juntas militares. Una familia que se ve cercada por la falta de salida y el encierro, la película muestra con rigor y un acompañamiento de planos detalles y generales, los pormenores de un progresivo aislamiento que mantendrá al espectador atento a cada segundo, lo inesperado se vuelve tan real como sus peores pesadillas. Narrada desde el punto de vista de los niños de la familia, el film nunca decrece en tensión y elabora con el devenir de los minutos una identificación con sus desgracias. Harry, el hijo mayor de la pareja, es quien lleva en sus ojos la construcción de este momento de crudeza que viven, y que, teniendo en cuenta el acecho de los militares y de los grupos de tareas, el peso del guión se vuelve una sumatoria de presagios en una historia trágica y descarnada. Un juego constante de ruidos ausentes, pues la violencia nunca se llega a apreciar, y de silencios ensordecedores, convierten a esta película en una cita obligada con la recuperación de la memoria. El director hizo un trabajo brillante con un hondo compromiso social para con un tema que aún permanece en las retinas del pueblo todo. Una larga ruta que se extiende sólo hacia adelante, Piñeyro logró plasmar en la última escena un cuadro de circunstancias siniestras sobre un camino de afonía y de despedidas. Kamchatka, donde todo termina en silencio, un lugar en el que resistir se vuelve tan vital como respirar, la última ficha del tablero.

kamchatka

Kamchatka, donde todo termina en silencio