jueves. 28.03.2024

Bailar un vals no es bailar. Escuchas al chico que hay detrás de ti en el concierto de Wilco y cuando te vuelves eres tú quien habla la semana en que Mamá sacaban su primer disco, aquel epé que ya habrás perdido para siempre en el hueco del tiempo donde has dejado todo lo que ya nunca fue.

mamádiscoLlegamos a ese tiempo de los espejos siempre sin avisar. Sin saber qué hacemos parados frente a los días de la respiración todavía infantil, sin saber él, el tiempo, qué ofrecernos mientras nos recuperamos del estupor del vaivén y la flecha que regresa indemne a la cuerda y el arco.

Wilco apagan la noche y encienden con su música algo mejor, tus venas azules eléctricas, y aquel pretérito de las canciones madrileñas de Mamá elásticamente reposan en la fiesta en la que Javi pudo ligar con Linda mientras el Madriz ganaba por goleada otra vez en el Bernabéu. Domingo por la tarde, sábado a la noche. Pero yo ya gané. Llegado el momento, yo ya gané.

Vamos y venimos. A menudo llevamos con nosotros un por qué. Siempre sabemos algo, o de dónde venimos, o quiénes somos o adónde vamos. Solemos saber las tres cosas. Y que el presente no tiene tiempo de serlo. Bailar un vals no es bailar. Wilco esconde bien en sus guitarras lo que pasaría si la música dejara de sonar para siempre.

Bailar un vals no es bailar