viernes. 29.03.2024
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El anarquismo comenzó a ser conocido en la América Latina muy temprano, a partir de la I Internacional, en los años setenta del siglo XIX. Coincidió con los primeros impulsos industrializadores y con el comienzo de la llegada de inmigrantes europeos, especialmente al Cono Sur (Argentina y Uruguay, principalmente) y México. El anarquismo latinoamericano tuvo una clara vinculación con el anarquismo de los países mediterráneos -Italia y España- donde, como es sabido, fue una corriente con mucha fuerza y de donde eran la mayoría de los inmigrantes que llegaron. Entre los activistas europeos más vinculados con América estarían Enrico Malatesta, Fargas Pellicer y Abad de Santillán, que estuvieron presentes en la formación de los primeros sindicatos anarquistas. Pero, además, existe otra causa que explica la fuerza del anarquismo en América Latina, y se refiere a la situación socio-laboral. Estamos hablando de países con escaso o incipiente desarrollo industrial, una situación que compartían con España e Italia, precisamente, abundando aún los trabajadores relacionados con antiguos gremios y talleres en transición hacia el sistema fabril. El anarquismo podía calar más en estos trabajadores que no eran precisamente proletarios, según la caracterización del marxismo.

A partir de la década de 1880, el anarquismo se dividió en dos corrientes: la de los denominados “antiorganizadores”, discípulos de Stirn, y los anarcosindicalistas. Sin lugar a dudas, destacaron los segundos, creando federaciones sindicales poderosas, como la Federación Obrera Regional Argentina o FORA y la uruguaya FORU, entre otras. Destacadas figuras del anarquismo fueron: Florencio Sánchez, Alberto Ghiraldo y Flores Magón. El FORA se fundó en el año 1901 y se nutrió de los inmigrantes europeos en la Argentina. Empleó la violencia como arma política. De la mezcla de ideas da cuenta el FORU, donde podemos rastrear influencias ideológicas de Bakunin, Proudhon y del propio Marx.

Un hecho muy destacado de la historia del movimiento obrero sudamericano fue la conocida como Semana Trágica en Argentina, unos hechos acontecidos entre el 7 y el 14 de enero de 1919, entre trabajadores anarcosindicalistas y grupos nacionalistas conservadores. El conflicto se originó en los Talleres Vassena en relación con una reivindicación sobre mejoras laborales. Al parecer, el gobierno radical de Yrigoyen estuvo dispuesto a aceptar la reivindicación pero los sectores más intransigentes del FORA se impusieron, sin olvidar la presión de los sectores nacionalistas que pretendían romper la huelga y no aceptar la negociación. Esta situación terminó en una escala inusitada de violencia con una elevada cifra de muertos, y que derivó también en ataques a la población judía de Buenos Aires por parte de la Liga Patriótica Argentina.

El anarcosindicalismo latinoamericano entró en crisis en las décadas de los años veinte y treinta del siglo XX frente al auge del comunismo. Como ejemplo, podemos citar al FORU uruguayo que vivió una clara etapa de radicalización cuando estalló la Revolución Rusa pero que muy pronto sufrió enfrentamientos internos y escisiones, creándose la USU o Unidad Sindical Uruguaya, por lo que el FORU perdió su hegemonía sindical. El FORA argentino también comenzó a declinar en los años veinte, dejando de existir con la llegada de Perón.

En relación con el socialismo, sabemos que comenzó a aparecer en América Latina a finales de los años ochenta del siglo XIX, destacando el núcleo argentino gracias a los inmigrantes de origen alemán. Algunos socialistas alemanes, ante la represión emprendida por Bismarck, decidieron emigrar a Argentina. En el año 1894 se creó el Partido Socialista Obrero Internacional. Sus principales dirigentes fueron José Ingenieros, Alfredo L. Palacios y Juan B. Justo. El socialismo argentino consiguió entrar en el legislativo en el año 1904. Por su parte, en Uruguay el socialismo comenzó a tener importancia al comenzar el siglo XX. Dos socialistas, Emilio Frugoni y Álvaro Armando Vasseur entraron en el parlamento en 1910. El socialismo chileno surgió cuando el Partido Demócrata, nacido a finales de los años ochenta, se transformó en el Partido Socialista Obrero en 1912, destacando como líder Luis Emilio Recabarren.

Anarquismo y socialismo en América Latina