miércoles. 24.04.2024

Los atributos de sostenibilidad y responsabilidad, absolutamente básicos y ya consolidados en los ámbitos medioambiental y de consumo, requieren también de una progresiva implantación en el ámbito de la comunicación pública, tanto en el ámbito de los mass media como de los social media.

El concepto de comunicación sostenible remite, ante todo, al desarrollo de una comunicación suficiente: es decir, adecuada y proporcional a los intereses (deseos + necesidades) de los receptores, optimizando, al mismo tiempo, los recursos disponibles. El criterio de suficiencia se opone tanto al defecto como al exceso: si la falta de información y las dificultades de acceso a la misma generan desconocimiento, angustia y reacciones imprevistas por parte de los receptores, tal y como nos enseña la literatura sobre la comunicación de crisis, la sobreabundancia de mensajes genera igualmente desinformación, ruido, dificultad de metabolizar los datos recibidos y de comprender su sentido. En ambos escenarios, triunfa el rumor. Hoy, las comunicaciones electrónicas, nos han dado a los ciudadanos la oportunidad de convertirnos en emisores y receptores gracias a la interactividad, ampliando también las fuentes de información a las que podemos acceder. Y al mismo tiempo nos dan la posibilidad de utilizar y aplicar como nunca antes esos criterios de proporcionalidad, suficiencia y adecuación gracias a las redes sociales, a las plataformas y blogs, a la tematización y  segmentación de contenidos y servicios, a la realidad aumentada….

Pero ese concepto de comunicación sostenible debe ir más allá de la suficiencia y adecuación de los mensajes o de la gestión útil y eficaz de los recursos comunicativos. Es necesario, además, que esa comunicación responda a criterios de veracidad, comprensibilidad, fiabilidad, y mantener, si no una actitud neutral ante los sucesos de los que da cuenta, si un respeto al receptor diferenciando entre los hechos, su análisis y las opiniones. Debe respetar los derechos de las personas a no ser discriminadas y a un tratamiento que no menoscabe su dignidad. Debe equilibrar el derecho a la privacidad y a la intimidad con la relevancia informativa. Debe primar lo importante sobre lo interesante, o mejor, hacer interesante lo importante. Debe asegurar la posibilidad de réplica, rectificación y respuesta. De debe ayudar a los ciudadanos a la generación de contenidos por ellos mismos,empoderarlos, sin menoscabo del reconocimiento al necesario papel de los profesionales d ela comunicación. Proveerles de conocimientos para su participación en la toma de decisiones públicas.

La comunicación sostenible es clave para promover la integración y evitar el gap tecnológico, educativo, generacional, aunque no será nunca una panacea contra las desigualdades sociales y económicas. Pero sí puede contribuir a formar ciudadanos más activos, más críticos, más y mejor informados. Ciudadanos responsables y conscientes de sus derechos. 

Alejandro Perales | Presidente de la Asociación de Usuarios de la Comunicación

Por una comunicación sostenible