jueves. 28.03.2024

logo-triptolemosLa comunicación sobre la alimentación correcta es amplia en los mensajes institucionales y como complemento de información en los envases y en la publicidad, con un denominador común en los mensajes que inciden en la recomendación de aumentar el consumo en la ingesta de frutas y verduras.

Pero la dieta del individuo está condicionada por múltiples aspectos (geografía, cultura, religión, edad, formación, creencias, renta per cápita…..), siendo el aspecto económico en muchos casos determinante para la confección de la dieta. Otro factor a considerar referida a la ingesta de las kcalorías del individuo, y por razón básica de su supervivencia: primero es saciar el apetito (necesidad básica) y luego reflexionará sobre la dieta.

Lavoisier en el siglo XVIII, considerado el iniciador de la bioquímica moderna con aplicaciones a aspectos de la nutrición, y definió globalmente la nutrición como la satisfacción básica de las necesidades energéticas del individuo para su subsistencia. Después ya se aparecerá cómo se satisface correctamente esta energía que se necesita para vivir (en proteínas, grasas, hidratos de carbono, componentes minoritarios....) y en las dosis adecuadas. Pero el impulso primario de la subsistencia es buscar la energía necesaria para las funciones vitales, de donde sea. Luego el conocimiento y el estudio de la composición de los alimentos nos permitirá ajustarla, a las nuestras necesidades, pero este ajuste entre otros aspectos, vendrá también  condicionado por la disponibilidad económica de cada individuo.

Ilustraremos este planteamiento con un ejemplo: nos situamos en un entorno urbano y compramos unos productos en un supermercado. Seleccionamos tres productos diferentes con una calificación distinta en el concepto de dieta: una ensalada gourmet/ una fabada / un croissant con chocolate. Podríamos decir: del producto más recomendado nutricionalmente al producto más denostado. Si hacemos unos sencillos cálculos en base a la información nutricional facilitada en las etiquetas de los envases y suponiendo que podemos disponer de toda la energía diaria que necesitamos (mínimo unas 1500Kcal/día dependiendo de la actividad física, sexo, edad…..), pues resultaría que si solo obtuviésemos la energía que necesita nuestro organismo cada día, de forma exclusiva con solo uno de estos tres productos, el coste diario de nuestra ingesta seria respectivamente de 42,45€ para la ensalada gourmet , de 4,95€ para la fabada y de 3,15€ para el croissant con chocolate.

La tabla indica las unidades y cálculos que ilustran nuestra reflexión:

Captura de pantalla 2016-01-20 a las 17.25.03
Fuente: Elaboración propia a partir de productos de supermercado

Es un ejercicio intelectual del que pueden sacarse varias conclusiones relacionadas entre si: en un entorno urbano y en condiciones normales, la dieta aumenta dramáticamente de precio al aumentar la proporción de vegetales y el coste disminuye al incrementar la presencia de féculas, proteínas, grasas (fabada), y espectacularmente al incluir azucares y harinas (bollería). Por tanto, la presión económica, que sufren muchos ciudadanos (aproximadamente un 30% en España), moverá la dieta hacia costes bajos, obtención de la energía necesaria al precio más bajo posible y probablemente no porque no sepan que hay que aumentar la presencia de componentes vegetales, sino porque para todo ser vivo el objetivo primario es saciar el hambre. La consecuencia de saciar el hambre de  esta forma y en el entorno de vida actual  (sedentarismo….) tiene como resultado el incremento de la obesidad.

Es evidente de la necesidad de formación, pero por si sola no resolverá el problema, no solo debe ligarse con el ejercicio físico sino con campañas dinámicas del fomento del consumo de productos de temporada aprovechando la riqueza agraria de España e integrando el consumo de excedentes con la correcta dieta. Sería una de las formas imaginativas de incrementar el poder adquisitivo relativo a la alimentación con mejora de la dieta.

Otra reflexión es la duda de si será eficaz el impuesto que muchos gobiernos estudian sobre los alimentos muy calóricos con azúcares, grasas,.. o el uso de semáforos virtuales de aviso (rojo para los aceites y grasas, verde para frutas y verduras.....) , pero ¿cómo quedaría el aceite de oliva con este enfoque?, pues mal de forma injusta, y más en nuestro país que es un gran productor. Es evidente, que para los ciudadanos con un poder adquisitivo suficiente, este tipo de impuestos puede frenar los excesos de consumo lúdico o por placer de estos productos, pero para niveles de renta baja dificultará la solución inmediata de la hambruna (necesidad básica de ingesta de Kcal al día), latente o no. El objetivo de conseguir una dieta suficiente y equilibrada para todos los ciudadanos, es uno de los derechos alimentarios del hombre (FAO-Barcelona 1992), y es responsabilidad de los gobiernos, es un elemento prioritario y debe enfocarse con acciones articuladas de formación, desde la escuela y de los organismo públicos, no desde la publicidad y las políticas tanto fiscales sobre productos alimenticios, como el llegar a un equilibrio entre poder adquisitivo suficiente para conseguir dietas saludables con precios que permitan una adecuada actividad económica a las empresas productoras, cosa que necesita de un pacto ético en la sociedad y con la implicación de las tecnologías. La solución a las hambrunas y a las malnutriciones empieza por aquí.

Fundación Triptolemos desde su visión del modelo del sistema alimentario colabora en la optimización y articulación de su funcionamiento, para que redunde en una mayor disponibilidad y calidad de los alimentos, en la confianza y dignificación, en un entorno de sostenibilidad global, en la convicción de que no puede haber un desarrollo sostenible y equilibrado socialmente si, en la base, el sistema alimentario global no mantiene el equilibrio entre sus actores. Está abierta a cualquier nueva incorporación que comparta sus objetivos.


Ramon Clotet | Secretario de Fundación Triptolemos para el desarrollo agroalimentario

Alimentación correcta: poder adquisitivo, impuestos y formación