viernes. 19.04.2024
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@jgonzalezok / Con el 51,64% de los votos, Dilma Rousseff consiguió la reelección y la proeza de cuatro victorias consecutivas de un mismo partido, en este caso el PT, sin precedentes en la historia de Brasil. Aécio Neves, su competidor del PSDB, sacó un 48,36%, lo que hizo de esta elección la más disputada desde el regreso de la democracia, en 1985. Hasta ahora, el resultado más reñido había sido en 1989, cuando Fernando Collor de Mello le ganó a Lula por 49,9% frente a 44,2%.

La diferencia entre ambos, de 3,28 puntos, fue de algo menos de tres millones y medio de votos, sobre un total de 142,8 millones. La abstención fue del 21,10%, es decir, algo mas de 30 millones de personas, aunque el voto es obligatorio

El voto estuvo muy claramente definido geográficamente. La presidente ganó en casi todo el norte y nordeste y en el estado central de Minas Gerais. Aécio lo hizo en el resto del país, centro, sur y sudeste. Este último venció con muchísima diferencia en el estado de Sao Paulo, el más importante del país. En Minas Gerais, el segundo mayor y de donde ambos candidatos son oriundos, ganó la presidente, aunque la diferencia no fue grande.

En su primera intervención tras la victoria, Dilma hizo un discurso conciliador en el que dejó ver que escuchó el mensaje de las urnas. Afirmó que su primer compromiso será entablar un diálogo para llevar adelante la reforma política que reclama la sociedad y adelantó que habrá una consulta popular al respecto. También dijo estar dispuesta a luchar de forma rigurosa contra la corrupción y la impunidad. Y a promover con urgencia acciones localizadas en la economía, para combatir la inflación. En este sentido prometió responsabilidad fiscal.

Antes de que asuma formalmente su segunda presidencia, el próximo 1 de enero, Dilma deberá recomponer lo que se conoce como base de apoyo del gobierno en el Congreso, donde estarán representados 28 partidos y donde el gobierno tiene una menor representación que en el 2010. El PT necesita de alianzas en un Congreso en el que, contando sus socios tradicionales, tendrá 304 diputados –pero solo 70 propios-, de un total de 513. En el Senado, la relación es de 53 bancas -12 del PT-, frente a 28 de la oposición. Esto supone que el PT cederá ministerios, las presidencias de ambas cámaras y otros puestos importantes dentro de la administración, para esos aliados.

Entre los desafíos que ya aceptó encarar, la presidente tendrá que dar una respuesta convincente al caso de Petrobrás, la compañía estatal que está en el centro de un escándalo de corrupción que la salpica personalmente, así como al ex presidente Lula. El principal testigo del caso soltó una bomba horas antes de la votación, al afirmar que tanto Dilma como Lula sabían del esquema denunciado. En su primer mandato, Dilma ya demostró que sabía enfrentar situaciones de este tipo, al apartar a ocho de sus ministros implicados en distintos casos de corrupción. Pero esta vez las sospechas le alcanzan a ella y a Lula.

En el terreno político, la oposición sale fortalecida. Y Aécio Neves, que tiene todavía mandato como senador, será su indiscutido jefe de filas. Su edad, 54 años, lo mantiene en la reserva para próximas elecciones. Su primera derrota no lo va a desanimar, teniendo en cuenta que Lula fue derrotado tres veces antes de llegar a la presidencia.

En cuanto a la economía, los importantes logros conseguidos en estos últimos años no son suficientes para una población que salió a las calles a protestar hace dos años, con demandas que incluían también mejoras en sus bolsillos y en la forma de gobernar. En estos últimos años, 40 millones de brasileños pasaron de la pobreza a la clase media. Una combinación de crecimiento económico y planes sociales posibilitó este espectacular avance. Pero en el horizonte aparecen algunas nubes: la economía está estancada, la inflación superó las metas oficiales y hay consenso en que hay que modernizar la economía.

La presidente ya anunció que cambiará a su ministro de Hacienda, Guido Mantega, que ocupaba el cargo desde marzo de 2006. Todavía se desconoce el sucesor, pero se cita a Aloizio Mercadante, actual ministro de la Casa Civil, que ha dicho que hay que seguir por el mismo camino. En una entrevista con Valor Económico, adelantó que el próximo gobierno no haría una política económica ortodoxa y recesiva. Admitió que tendrán que hacerse ajustes fiscales “selectivos, inteligentes, que preserven a los más pobres y continúen el esfuerzo de distribución de renta e inclusión social”.

La victoria de Dilma supone un alivio para varios países de la región, fundamentalmente los bolivarianos. Incluso en Argentina, que mantiene una importante disputa comercial con Brasil, la victoria fue muy bien recibida. Una victoria de Aécio Neves hubiera abierto una seria discusión sobre el MERCOSUR y habría producido cambios importantes en la relación con Venezuela y Argentina. 

El ex presidente Lula, que fue el valedor de la candidatura de Dilma hace cuatro años, apareció hoy en el mismo escenario del discurso de la victoria, y recibió el caluroso agradecimiento de la presidente. Con Dilma impedida de optar a un tercer mandato consecutivo, ya hay quien ha lanzado a Lula para el 2018. Así lo hizo saber el presidente del PT, Rui Falcao, que señaló recientemente que el exmandatario es el mayor activo con que cuenta el partido.

El expresidente sigue gozando de una gran popularidad, aunque varios casos de corrupción le han pasado muy cerca. Desde el llamado mensalão, que acabó con varios altos dirigentes del PT en la cárcel, hasta el actual de Petrobrás. Durante la recién acabada campaña electoral, hubo sectores del partido que propusieron que Lula sustituyera a Dilma, cuando esta no estaba firme en las encuestas.

Preguntado estos días sobre el tema, Lula –que en 2018 tendrá 72 años- dijo que si dependiera de él no sería candidato, considerando que ya cumplió su función y confiando en que surjan nuevos cuadros dentro del partido. Pero reconoció: “lo único que no puede decir es que no” (seré candidato). Justificó esta respuesta señalando que no se sabe cuál será la circunstancia política en el 2018. 

Victoria de Dilma en una elección disputadísima