viernes. 19.04.2024

El empeoramiento de las condiciones de las clases media y baja desde que asumió Macri la presidencia es, a estas alturas, indisimulable

Mientras Mauricio Macri asegura que “Argentina está creciendo”, los datos estadísticos aseveran todo lo contrario. Sin embargo la construcción de una realidad paralela, ejercida por los medios oficialistas, aún logra disimular el malestar social que se materializa en las constantes marchas contra el ajuste, contra el hambre, la desocupación, la pobreza y la miseria.

La reacción de un trabajador de la construcción, durante una recorrida del presidente argentino a la obra urbanística Estación Buenos Aires, dejó ayer al descubierto la imposibilidad del primer mandatario a la hora de ofrecer alguna respuesta concreta respecto del drama que viven millones de argentinos desde que Macri asumió la presidencia. “Haga algo, estamos mal”. El pedido del hombre, vestido con mameluco y casco, sorprendió al presidente que está acostumbrado a que sus apariciones públicas estén controladas para que no se hagan visibles los reclamos, las protestas y los insultos que acompañan cada recorrido oficial, perimetrado por los miembros de seguridad, y silenciados por la prensa hegemónica.

“Estamos decayendo, la gente está decayendo”, le dijo a Macri el trabajador sobre la crisis económica que atraviesa el país. “Estamos peor, hagan algo”, le imploró. “Soy un laburante, vivo día a día, todos los días a las 5 de la mañana me levanto”, se lamentó el obrero que le increpó: “Sabe que estamos decayendo, la gente está decayendo”. “No me importa el gobierno pasado, haga algo usted ahora”.

Los intentos de los miembros del equipo del presidente para disimular el mal momento, resultaron infructuosos. El obrero continuó su reclamo diciendo que “no entiendo, tratemos de hacer rápido las cosas. Estamos peor, haga algo”. Para interrumpir este pedido, Macri  le dio un abrazo y luego el trabajador se retiró con un insulto: "Hagan algo, la concha de mi hermana".

El empeoramiento de las condiciones de las clases media y baja desde que asumió Macri la presidencia es, a estas alturas, indisimulable. El gobierno argentino no ha tomado una sola medida que beneficie a los trabajadores, por el contrario, ha ido contra los derechos de éstos, impulsando un decreto de reforma laboral que de momento no ha podido aplicar. 7.500 PyMes (Pequeñas y Medianas Empresas) cerraron sus puertas en los tres primeros años de gobierno de Macri. La actividad industrial no registraba un peor momento desde 2002, durante la peor crisis económica que vivió el país. Más de 100 comercios cierran por día en el área metropolitana, miles de trabajadores incrementan las estadísticas de desocupación, las provincias reclaman que se declare la emergencia alimentaria, se le ha quitado la cobertura médica a miles de pensionados que se endeudan para poder adquirir medicinas, y la indigencia crece a pasos agigantados en capital y el conurbano bonaerense.

La reacción del trabajador que increpó al presidente es la estampa de una Argentina nuevamente desangrada por el salvajismo del neoliberalismo. La pesada herencia que dejará este proceso ya es tema que analizan los medios especializados en economía. La revista Forbes ya anticipó “una tormenta perfecta”, tal vez parafraseando al presidente, quien gusta de asociaciones metafóricas relacionadas con el clima. En cualquier caso Macri ha provocado una catástrofe cuyas dimensiones aún están por verse.

“Presidente, hago algo. Estamos mal”