miércoles. 24.04.2024
balas-perdidas
Foto: Azteca Noticias
  • Más de treinta personas ya  han sido víctimas de las balas perdidas en lo que va de año en la capital carioca
  • La ciudad contabiliza 15 niños muertos desde 2007 como consecuencia de algún cruce de disparos entre delincuentes y policia
  • Los expertos consideran que la falta de planificación en los operativos policiales aumenta las situaciones de riesgo

La violencia sigue siendo para Brasil una de sus mayores pesadillas. Cuando esta, además, es guiada por la lógica del azar, parece imposible no dejarse llevar por el desasosiego ante un destino caprichoso y a menudo fatal. Algo de eso se vive Rio de Janeiro, una ciudad que ultima los preparativos del próximo carnaval desbordada por el número de casos de personas que sin ningún aviso se encontraron en el lugar y el momento es que alguien había disparado una bala perdida.

Una jovencísima madre  de 14 años y su hija de 2, fueron las dos primeras víctimas del año. La chica iba caminando con la pequeña en brazos por una de las calles de la favela de Pavão-Pavãozinho, junto al corazón turístico de Copacabana, cuando se vieron envueltas en un tiroteo durante uno de los rutinarios y violentos operativos policiales. Una bala perdida le entraba por la espalda mientras otra alcanzaba en un pie a la niña. Desde entonces, según un recuento realizado por el diario O Globo, al menos 31 personas han sufrido incidentes similares en la capital carioca, víctimas de un destino que en la mayoría de los casos se ceba en los barrios y sectores más débiles y pobres.

La cifra es aterradora. Un horror que no pocas veces resulta fatal. Milene participó el pasado día 17 en la concentración convocada por la ONG Rio de Paz. Sin poder contener las lágrimas, la mujer se abrazaba a un cartel con el nombre de su hija Larissa de 4 años, junto con unas zapatillas y unos juguetes de la pequeña. Milene recuerda destrozada como: “yo estaba con mi hijita para distraerme un poco, cuando vi una bala que acertó en su cabecita”. Con la rabia desbordada la mujer no dejaba de repetir: “quien le hizo eso a mi hija no puede quedar inmune; tiene que hacerse justicia”.

Desde 2007 se estima que unos 15 niños han muerto en la ciudad víctimas de alguna de estas balas perdidas. Sin embargo, en la mayoría de los casos no es la justicia lo que encuentran, sino el olvido. Adriano Clemente Silva y Tiane da Silva vienen luchando contra ese olvido desde que su hijo de 8 años murió en octubre de 2013 en similares circunstancias. “Hay que recordarlo porque no tenemos seguridad en Rio. Salimos de casa y no sabemos si nuestros hijos volverán de la escuela”, se lamenta Tiane. Y sentencia: “no pienso tener más hijos. ¿Para qué? ¿Para estar encerrados dentro de casa?”.

Para los expertos, gran parte de la responsabilidad en este tipo de casos viene de unas actuaciones policiales que disparan las situaciones de riesgo. Silvia Ramos, coordinadora del Centro de Estudios de Seguridad y Ciudadanía de la Universidad Cándido Mendes,  llama la atención sobre el incremento de muertos registrados en operativos policiales. Si en 2013 la policía mató a 416 personas en Rio de Janeiro, el pasado año esa cifra se elevó a 582, un aumento del 40%.

“La policía solo debería de disparar como último recurso para proteger su vida. Sin embargo, muchas veces el policía tiene que disparar se metió en medio de los delincuentes, pero ¿vale la pene meterse en medio de los delincuentes en horario escolar, o un sábado por la noche cuando la calle está llena?”, se pregunta Ramos. Para esta investigadora la respuesta es tajantemente que no. A su juicio, los responsables policiales deberían planificar sus actuaciones para evitar estos riesgos, muchas veces innecesarios. Además, en su opinión, este tipo de actuaciones están generando un círculo vicioso difícil de romper: “Cuando la policía aprieta mucho el gatillo, usted tiene más tiroteos, más gente muriendo, más enfrentamientos”. 

El número de víctimas por balas perdidas dispara las alarmas en Rio de Janeiro