viernes. 19.04.2024
NEOLIBERA...

Se engrosa la lista de millonarios que quintuplican sus fortunas con la anuencia del propio gobierno que apuesta a la especulación financiera

En su carta abierta a las Juntas militares el periodista Rodolfo Walsh señalaba que las medidas económicas impulsadas por el gobierno de facto, no eran sino “miseria planificada”.  A más de cuarenta años de aquel nefasto período, Macri revive el modelo de desigualdad, ajuste y represión que forma parte de un programa genocida que en tres años ha generado desempleo, hambre y pobreza.

El brutal ajuste que el gobierno puso en la cuenta de los más vulnerables no es solo una restricción sobre números sino una agresión sistemática a esa porción de la población. La inflación alimentada por la misma política económica que encarece las tarifas de los servicios básicos, empuja a millones de personas a la pobreza; mientras que paralelamente se engrosa la lista de millonarios que quintuplican sus fortunas con la anuencia del propio gobierno que apuesta a la especulación financiera y toma una deuda por la que deberán responder varias generaciones de argentinos.

La magnitud del desastre provocado por el afán de enriquecimiento y transferencias desde los sectores populares a los grandes ganadores del modelo de Cambiemos, no tiene antecedentes. Observadores internacionales y medios especializados explican el alcance de una política orquestada para aniquilar cualquier vestigio de esos derechos sociales que los argentinos conquistaron durante décadas de lucha, y que se materializó en los millones de personas que lograron salir de la pobreza.

Solo basta con escuchar las declaraciones que -sin ruborizarse- realizan a diario los miembros del actual gobierno, para entender cuál es la intención real de este proceso iniciado en 2015 que incluye un drástico cambio social y cultural en pos del individualismo y de la competencia feroz. El programa de Cambiemos encaja perfectamente en lo que el filósofo camerunés dio en llamar “necropolítica”; una política basada en la idea de que, para el poder, existen unas vidas que tienen valor, y otras que no. Y no se trata necesariamente de que el poder acabe de manera directa con las vidas de quienes no le sirven, sino de dejarlas morir; es decir, de crear políticas tan excluyentes que finalmente produzcan esta suerte de “limpieza”. Los excluidos no son rentables para el poder. Son quienes mediante su sola presencia evidencian la crueldad del neoliberalismo y sus desigualdades.

El gobierno de Mauricio Macri ha decidido que sea el mercado el organizador de la sociedad. La violencia ejercida desde el Estado hacia quienes han quedado fuera, no tiene antecedentes en la democracia argentina. El discurso del poder enfatiza en la responsabilidad de los débiles por su debilidad, criminalizándolos y estigmatizándolos mediante mensajes que van calando profundo en una sociedad cada minuto más irracional. Se refuerza el odio hacia el pobre a través de un discurso oficial que apuntala la idea de que la pobreza no es consecuencia de un Estado ausente, sino de la “falta de iniciativas” de esos millones de seres que no le son rentables.

El triunfo de Jair Bolsonaro en Brasil ha abierto nuevos horizontes para la -hasta ahora- derecha moderada argentina. El endurecimiento del discurso del oficialismo ya endulza los oídos de quienes se hartaron de lo políticamente correcto. El odio hacia el pobre, el inmigrante o el ideológicamente antagónico, no se ha hecho esperar. El discurso se “bolsonarizó” peligrosamente durante la última semana, quizás porque la derecha gobernante comprendió que ese es el camino. Los Bolsonaros argentinos piden ya mano dura y deportaciones, mientras que la Ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, no duda en afirmar que “el que quiera estar armado, que esté armado. Argentina es un país libre."

“Cambiamos futuro por pasado”, dijo la actual gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, durante la celebración del triunfo de Macri en 2015. Un acto fallido que, evidentemente, no era tal.

Necropolítica