viernes. 29.03.2024
Pablo Longueira.

@jgonzalezokLas primeras elecciones primarias que se celebran en Chile para elegir candidatos presidenciales, tuvo dos resultados. Uno, esperado, la confirmación de Michelle Bachelet como candidata de la izquierda; pero el segundo ha sido una sorpresa, la elección de Pablo Longueira, como el representante de la actual coalición de gobierno.

A pesar de haber sido candidato de recambio de la UDI (Unión Democrática Independiente, el partido más a la derecha de la actual coalición de gobierno), Pablo Longueira logró imponerse en las elecciones primarias a Andrés Allamand, de RN (Renovación Nacional). El candidato natural de la UDI era Laurence Golborne, hasta hace poco ministro de Minería y Obras Públicas, que debió renunciar por un escándalo financiero. Golborne se había hecho muy popular con el rescate de los 33 mineros de Atacama, en 2010.

Longueira, de 55 años, tiene una larga carrera política. Tenía 14 años cuando se produjo el golpe de Pinochet, por lo tanto no vivió como adulto los primeros años, los más duros de la represión. Pero enseguida inició una actividad política en la Universidad, siendo designado presidente de la Federación de Centros de Estudiantes de la Universidad de Chile. Posteriormente sería asesor del ministerio de Vivienda y Urbanismo, donde tuvo mucha relación con Pinochet. Una cercanía que recordaba recientemente la propia hija del dictador, Lucía Pinochet: “Pablo Longueira era el regalón (mimado) de mi papá”. En democracia, fue diputado, senador, y hasta hace poco ministro de Economía del actual gobierno.

El gran derrotado en esta interna es Andrés Allamand, de Renovación Nacional, ligeramente más al centro que su competidor, aunque también tuvo relación con la dictadura. Del mismo partido que el presidente Piñera, era el favorito en las encuestas, de ahí la sorpresa.

En la coalición opositora el resultado fue el que se esperaba. La expresidente, Michelle Bachelet (2006-2010), que hace cuatro años dejó el Palacio de la Moneda con un altísimo índice de popularidad, resultó clara vencedora, con el 73% de los votos. Y es también la gran favorita para las elecciones del 17 de noviembre. Lo que se conoció como Concertación de Partidos por la Democracia, que gobernó entre 1990 y 2010, se ha convertido ahora en Nueva Mayoría, con la incorporación del Partido Comunista, Izquierda Ciudadana y el Movimiento Amplio Social.  

Esta fue la primera vez que Chile celebra elecciones primarias para la selección de candidatos presidenciales. Sin embargo no hubo acuerdo entre los partidos para seleccionar también de esta forma los candidatos al parlamento. Fue también la segunda vez con voto no obligatorio: la reforma del sistema electoral ya se aplicó en las municipales de octubre pasado, lo que significó una gran abstención, en torno al 60%.  

Las primarias fueron solo para las grandes coaliciones políticas del país. Pero el 17 de noviembre próximo habrá al menos otros 7 candidatos, independientes o de pequeños partidos, que no tenían más de un candidato para elegir. Entre ellos destaca Marco Enríquez-Ominami, que hace cuatro años rompió con la Concertación y se presentó como independiente, consiguiendo un sorprendente 20% de los votos. Ahora tiene su propio partido, PRO (Partido Progresista). No hay muchas posibilidades de que uno de estos candidatos minoritarios gane el 17 de noviembre, pero puede forzar una segunda vuelta, que se celebraría el 15 de diciembre.

La primera promesa de campaña de Bachelet fue la presentación de un proyecto de ley para terminar con el lucro en la enseñanza y la gratuidad en todos los niveles educativos. Para ello pretende llevar a cabo una reforma tributaria, con la que recaudar más de 8.000 millones de dólares o 3% del PIB.

Longueira, por su parte, dijo que si gana en noviembre su programa será de continuidad respecto al gobierno de Sebastián Piñera. Su primera promesa fue la creación de dos nuevos organismos de defensa del consumidor, uno relativo a temas de educación, el otro se ocuparía de cuestiones de salud.

Quien venza en las elecciones del próximo mes de noviembre tendrá por delante algunos problemas que se vienen arrastrando desde hace ya muchos años. Chile tuvo estos cuatro años de gobierno de Sebastián Piñera un buen desempeño económico: el crecimiento medio en términos del PBI fue del 3,8 %, con un 5,5 % el año pasado. El empleo creció a un ritmo anual del 3,5 %, según el Informe sobre el Trabajo en el Mundo 2013, de la OIT. Pero también creció la desigualdad. Y la insatisfacción de la ciudadanía, que 23 años después de recuperada la democracia exige cambios.

El sistema político –herencia del diseño hecho por la dictadura de Pinochet- también está en discusión. El sistema electoral, conocido como binominal, está hecho a la medida para perpetuar un bipartidismo que ahoga el surgimiento de nuevas fuerzas. La derecha, principal beneficiaria de este sistema, se ha venido oponiendo férreamente al cambio, que solo puede llevarse a cabo con una mayoría cualificada.

Hace unos días una serie de personalidades firmaron un manifiesto a favor de una nueva Constitución. Consideran que el país está ante el fin de un ciclo político y que el tan alabado crecimiento económico tiene los pies de barro, por su altísima dependencia de factores imprevisibles. “El sistema político no está cumpliendo con su tarea fundamental: procesar y resolver las diferentes demandas de la ciudadanía de acuerdo al interés nacional”, se afirma, subrayando que en la base de todos los problemas planteados está el orden constitucional.

Para los firmantes del documento, con la Constitución pinochetista de 1980 es imposible resolver ninguno de los problemas acuciantes que enfrenta el país: educación pública gratuita y de calidad, descentralización administrativa, nuevo sistema de salud, y previsión y protección ambiental, entre otros. Michelle Bachelet está a favor de cambiar la Constitución y tiene en su equipo de campaña al constitucionalista Fernando Atria, uno de los más conocidos partidarios de la reforma.

Ya hay observadores que señalan que el país debería tener en cuenta lo que está sucediendo en Brasil, otra sociedad que se consideraba un éxito a nivel latinoamericano. Sobre todo teniendo en cuenta el historial de protestas en Chile, un pueblo organizado y acostumbrado a llevar a cabo sus protestas aún en las condiciones más difíciles, como sucedió durante la dictadura. Los movimientos de estudiantes, ambientalistas e indígenas, que ya han dado muestra de su vigor, son terreno abonado para que se reedite en el país una revuelta de indignados. 

Pablo Longueira da la sorpresa en las elecciones primarias de Chile