viernes. 29.03.2024
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Foto: Europapress

@perez_santiago | En busca de la relección, la candidata oficialista se ubica como favorita. Dilma Rousseff cierra un primer período presidencial marcado por la intensidad política. 

Las masivas manifestaciones de junio de 2013, donde la nueva clase media salió a las calles a reclamar más y mejor ciudadanía, presionó al gobierno y lo obligó a acelerar ciertas reformas. La respuesta del ejecutivo podría resumirse en mayores recursos para educación, salud y transporte. Ampliaciones presupuestarias que el Gobierno Federal, aun con superávit fiscal, pudo financiar sin estrangularse. Pero no era solo dinero lo que reclamaban las calles, pedían también mayor institucionalidad y, por sobre todo, combate a la corrupción. Desafortunadamente en estas materias el gobierno de Dilma no logró satisfacer las demandas. Los escándalos de corrupción continuaron en diversas esferas del gobierno y como era de esperarse la oposición intentó capitalizar este "Talón de Aquiles" oficial. La reciente condena a un director de la semiestatal Petrobras por liderar un esquema de pago de sobornos entre funcionarios de la compañía elevó la temperatura de la campaña.

El Mundial fue otra prueba que el gobierno del PT debió superar y, hay que reconocerlo, lo hizo relativamente bien. Si se deja de lado al menos por un momento el dato de que se trató del Mundial más costoso de la historia (más caro que Sudáfrica 2010 y Alemania 2006 juntos) el torneo se desarrolló sin mayores inconvenientes. Estadios terminados (sobre la hora), gran afluencia de público y orden en las calles. Un "orden" en casos sostenido a punta de pistola, quedando asfixiada cualquier posibilidad de manifestación popular. Pero en definitiva Brasil consiguió proyectar al mundo una imagen de país capaz de organizar grandes eventos y el PT salió fortalecido.

Por último es en el plano económico en donde Rousseff encuentra mayores dificultades. Una economía desacelerada, creciendo a menos del 1% anual y con una inflación al tope máximo tolerado por el Banco Central, 6,5%. Todas las perspectivas para 2015 hablan de otro año de magros resultados. La euforia de la superpotencia emergente se encuentra por el momento en estado de hibernación. Jaqueada por los números, Dilma intentó durante la campaña responsabilizar a la situación económica mundial por las penurias locales, única alternativa discursiva disponible para esquivar responsabilidades.

¿Quien está del otro lado del ring? Marina Silva, quien llega a esta instancia luego de superar una carrera de obstáculos. Primero intentó presentarse con su propio partido pero le fue imposible por cuestiones burocrático-legales. Ante este impedimento formó una alianza con el PSB (Partido Socialista Brasileño) y se dispuso a acompañar a Eduardo Campos en la fórmula Presidencial. Se trataba por entonces de dos ex aliados del Partido de los Trabajadores que decidieron lanzarse a la competencia y que no superaban el 8% de intención de voto. Pero un inesperado acontecimiento alteró en forma radical el escenario. El 13 de agosto un trágico accidente aéreo se cobró la vida de Eduardo Campos y solo una semana después, con el país en estado de conmoción, el PS saltaba de los escasos 8 puntos a un 30% de intención de voto. La ahora candidata Marina Silva se posicionaba cómodamente dentro de un eventual ballotage. Pero eso fue solo el comienzo, pocas semanas después, las simulaciones de segunda vuelta ubicaban a la ambientalista tímidamente por encima de Rousseff. Por primera vez la hasta ese momento segura victoria del PT se veía comprometida.

Pero la conmoción nacional por la trágica muerte de Campos pasó, y a medida que transcurría la última parte de la campaña el escenario electoral volvía a la situación pre-accidente, con Dilma Rousseff como principal favorita. Las últimas encuestas muestran una caída en la intención de voto de Marina Silva quien compite ahora con Aécio Neves por un lugar en la segunda vuelta. Por el momento Silva se ubica unos puntos por encima del candidato del PSDB. La foto de hoy muestra a Dilma y Marina en la segunda vuelta.

Esta última semana los mercados en Brasil se comportaron con algo de nerviosismo. La bolsa se movió con tendencia a la baja y el Real se depreció a su mínimo valor desde el estallido de la crisis financiera internacional de 2008/2009. Los inversionistas comienzan a dar por descontada una victoria del PT lo que despierta interrogantes sobre el futuro de la economía local. ¿Será capaz Rousseff de reinsertar al país en la senda del crecimiento? Solo el tiempo lo dirá.

El domingo se diputará el primer round. El voto electrónico perimirá conocer los resultados definitivos solo unas pocas horas después de cerrado el comicio. No habrá tiempo para festejos, la carrera hacia la segunda y definitiva vuelta del próximo día 26 ya estará lanzada

Escenario político en Brasil a horas de las elecciones