sábado. 20.04.2024
Nicolás Maduro

Nicolás Maduro prometió ante la Asamblea Nacional “luchar incansablemente para que la obra de Chávez cada día se consolide más”. Sugestivamente, nombró vicepresidente al hasta ahora ministro de Ciencia y Tecnología, Jorge Arriaza, yerno de Chávez. La designación de Maduro fue avalada por el Tribunal Supremo de Justicia, pero fue considerada un fraude constitucional por la oposición, que no asistió a la ceremonia. La interpretación del artículo 233 de la Constitución –que señala que a la muerte del presidente debería asumir, de manera provisoria, el presidente de la Asamblea Nacional, en este caso Diosdado Cabello-, es el centro de la discordia.

En cualquier caso se ha puesto ya en marcha el proceso electoral. Las elecciones presidenciales se celebrarán el 14 de abril. El acto de jura de Maduro constituyó, de hecho, el primer acto de campaña. “Alerta que camina, el pueblo de Bolívar por América Latina”, gritaban en el parlamento interrumpiendo el discurso del nuevo mandatario. “Estoy aquí para garantizar la paz y la revolución de los pobres de Venezuela”, dijo Maduro que le pegó duro a la oposición: “¿Qué haría esa gente que odia si toma el poder político en Venezuela?”, se preguntó. Y dejó caer la idea de que la oposición estaría pensando no presentar candidato.

Para la oposición será muy difícil sobreponerse a los fastos que se sucedieron tras la muerte de Chávez, al funeral, a la emoción colectiva y a las masas movilizadas. La última encuesta de Datanálisis, hecha antes de la muerte de Chávez, daba una ventaja de 12 puntos a Maduro sobre Capriles.

Henrique Capriles, el candidato del opositor MUD (Mesa de la Unidad Democrática) en las elecciones de octubre pasado, logró entonces un resultado notable, 44,31% de los votos, frente al 55,07 % de Chávez. Los 10,7 puntos de diferencia fueron los mejores resultados de la oposición. Pero igual fue un triunfo resonante de Chávez, tras 14 años en el poder. Capriles se ha jactado de haber derrotado a dos vicepresidentes de Chávez cuando los enfrentó en sendas elecciones regionales. Se refería a Elías Jauá y Diosdado Cabello, que lo enfrentaron en la gobernación del Estado Miranda.

“Ya llevo dos vicepresidentes que los he raspado (vencido), la tercera es la vencida, manden al tercero”, se ufanó Capriles, forzando sin duda el optimismo. Pero Maduro no es otro vicepresidente, es el designado por Chávez para sucederlo. Y se votará por la continuidad o no del chavismo, más allá de que Maduro esté a años luz de las condiciones de su mentor.

El ministro de Exteriores, Elías Jauá, planteó las elecciones en estos términos: “que el pueblo decida si continúa el chavismo o si volvemos atrás, a la colonia, al entreguismo, a la miseria, a la exclusión, al atropello, porque eso es lo que se va a decidir”. También hizo un pedido insólito a los medios privados de comunicación, que eviten publicar artículos de análisis que puedan ser críticos con el chavismo: “nosotros les pedimos a los medios privados que por favor este no es el momento para dar eco a análisis político que pudiera constituirse en una provocación para este pueblo adolorido”.

Si en los 14 años de Chávez todo el poder del Estado estuvo a su servicio, ahora no va a ser distinto, en el objetivo de ganar las elecciones, aumentar si es posible el porcentaje de votos y seguir con el proyecto que dejó inconcluso el líder fallecido. Empezando por los militares, que en Venezuela son parte del chavismo, y que ya han expresado su apoyo institucional a Maduro. El ministro de Defensa, general Diego Molero, lo dejó claro con el cadáver de Chávez aún caliente, al señalar: “hoy, más que nunca, las fuerzas armadas deben estar unidas para llevar a que Maduro sea electo el próximo presidente de todos los venezolanos”. Además hay 125.000 hombres que integran las milicias, los escuadrones de choque del chavismo, fuertemente implantados en el territorio y dispuestos a todo para evitar que el poder se les escape de las manos. Sin olvidar al partido oficial, el PSUV que tiene 3,8 millones de militantes.

La transición que ya ha comenzado en Venezuela no está exenta de peligros. La aparición de Maduro con lo que denominó el “comando cívico-militar de la Revolución”, horas antes de anunciar la muerte del presidente, ha sido visto como un signo preocupante por Internacional Crisis Group, una ONG independiente dedicada a la prevención de conflictos. Dicho comando no tiene ningún respaldo institucional y pone de manifiesto la necesidad de que las elecciones sean justas, libres y equilibradas. Y que no haya ningún brote de violencia.

El ex presidente Lula, de Brasil, escribió en un artículo en el New York Times estas recomendaciones para que los seguidores de Chávez mantengan su legado. “Deben ayudar a construir un sistema político más orgánico y transparente; hacer la participación política más accesible; mejorar el diálogo con los partidos de oposición; y fortalecer los sindicatos y los grupos de la sociedad civil”.

El post chavismo se pone en marcha