jueves. 28.03.2024
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Todos, cada uno de los argentinos, sabía de memoria quién era Cavallo y lo que sus políticas económicas le habían producido al país

Domingo Felipe Cavallo, ex titular del Banco Central durante la dictadura cívico-militar, y ex ministro de Economía de  los gobiernos de Carlos Menem y de Fernándo de la Rua, regresa a la escena política argentina como asesor de Mauricio Macri.

La Argentina de estos días vive inmersa en una suerte de déja vú permanente; momentos ya vividos, sensaciones ya experimentadas, temores conocidos; e incluso pesadillas que, creíamos, no volverían a estropear el sueño. Hasta los fantasmas del pasado parecen aprovechar la corriente para apersonarse en los noticieros y confirmar que sí, que aunque la adormecida audiencia no de crédito a lo que ve, ellos ya están aquí y han llegado para quedarse.     

Hasta hace apenas unos años atrás, los coletazos de lo que significó para el país el desastre económico que provocó el plan de ex ministro Cavallo, eran motivo de sesudos análisis y críticas reflexiones, ejercidas incluso hasta por el argentino menos avispado. Todos, cada uno de los argentinos, sabía de memoria quién era Cavallo y lo que sus políticas económicas le habían producido al país. No había quien no asociara su nombre a las cacerolas, a las lágrimas de los jubilados, al “que se vayan todos”,  y finalmente al estallido social y las 22 muertes de la represión del 19 y 20 de diciembre de 2001.


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No debe existir ejemplo más preciso que el de la Argentina de Macri para simbolizar aquello de que los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla

Sin embargo el pasado se ha tomado la licencia de maquillar a sus fantasmas –quizás para minimizar el impacto general- y los ha soltado ahora, en el momento indicado; el del déja vù, respectando incluso el orden de aparición y función que éstos supieron tener en los sucesos originales. Cavallo ha aparecido en un momento clave, tal como ya lo había hecho en previos desastres económicos pasados, a los que con su aporte precipitó.

Como si se tratase de “un museo de grandes novedades”, la noticia de que el mentor del Corralito Financiero es el nuevo asesor de Macri corrió veloz entre las redacciones, y los comunicadores se vieron en el compromiso de focalizar sus informes en el maquillaje del fantasma, para aminorar el pavor que su reaparición -a cara limpia- pudiera provocar.  

Una semana anterior a este espeluznante suceso, la portada del diario oficialista Clarín confirmaba a los argentinos que el servicio de gas iba a poder pagarse en cuotas. Inquietante coincidencia con el título de tapa del mismo periódico durante los neoliberales años menemistas, en los que Cavallo diseñó el más desastroso plan económico que registre la historia del país.

No debe existir ejemplo más preciso que el de la Argentina de Macri para simbolizar aquello de que los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla. El olvido intencional de los genios del neoliberalismo ha devuelto a la memoria colectiva todos y cada uno de los temores que ya creía superados. La volatilidad, la fragilidad de un sistema económico que se ha puesto al servicio de la especulación, ha rescatado del pasado no sólo al fantasma que creyó ver soluciones, sino a todo su bagaje técnico. Entre el hambre y la desesperanza, los medios del poder militan el brutal ajuste publicando consejos a medida, cuya segunda lectura arrojaría una sugerencia clarificadora: “No perjudique al gobierno. No caiga en la pobreza”.

Los tecnicismos de cotillón no son sino meras e infames argucias que ya no logran la distracción deseada. Hemos vuelto a hablar de riesgo país, de tasas, dólares, fugas, bolsas y Labacs. Y mientras los defensores del libre mercado ensayan la pose que adoptarán  mañana para explicarles a sus votantes que deberán esperar unos semestres más, el dólar, al igual que la bronca, continúa  en alza.



Déja vú (o el regreso del Sr. Corralito)