jueves. 18.04.2024
chanivm

Una última consideración.

¿Está entonces en riesgo la democracia venezolana?

Permitir que antes de responder esta cuestión, señale que el gobierno venezolano no debería seguir despachando el conjunto de las movilizaciones habidas durante el mes de Febrero (y más en concreto las manifestaciones del día 12), solo con la simpleza de que se trata de un movimiento fascista. Su obligación es separar el grano de la paja, y darse cuenta de que han habido demasiados manifestantes ese día en las calles como para no hacer una reflexión más amplia sobre las causas que sirvieron para el éxito de esa convocatoria. Y que no fueron otras que las ya expresadas sobre la persistencia de la delincuencia, la falta de determinados productos en las tiendas o la especulación y la corrupción que todo ello conlleva.

Volver sobre esas causas y resolverlas con firmeza y sin pausa debiera ser la primera y principal tarea del gobierno. También de la oposición moderada que ha coincidido en la necesidad de la Conferencia de Paz convocada por el presidente Maduro. Cuya primera reunión celebrada en los últimos días de Febrero, se inició con un éxito relativo, ya que aunque faltó una parte de la oposición, si estuvieron presentes otros sectores no gubernamentales como los empresarios, los representantes de las distintas iglesias (católicos, adventistas, judíos y musulmanes), junto a periodistas independientes de prestigio reconocido en Venezuela.

Además, y entro en la respuesta a la pregunta de si está en riesgo la democracia en Venezuela; el gobierno debiera ser el primer interesado en aislar a los violentos y dejarlos sin argumentos. De hecho, cuando Maduro condenó con firmeza la violencia, viniera de donde viniera, y mostró la firme determinación (de palabra) de mandar detener, también, a cualquiera que desde el chavismo estuviera respondiendo con violencia, en las calles, se notó una bajada muy significativa de manifestantes. Quedaron los pequeños grupos organizados ejerciendo la violencia, pero que a su vez, su actuación vandálica, era condenada por la inmensa mayoría de la población.

Por eso es tan importante que el gobierno investigue y haga públicos los resultados sobre las muertes de estudiantes a manos de encapuchados, o las de los trabajadores y miembros de la policía abatidos por francotiradores.

Y que haga de la lucha contra la criminalidad y el desarme de la población, un objetivo innegociable y a conseguir en el menor tiempo posible.

A estas alturas ningún observador con criterio independiente, duda de que en Venezuela se está llevando a cabo un claro intento golpista de manual.

Leía estos días un valioso artículo publicado por el director de “Le Monde diplomatique en español”, Ignacio Ramonet, en el que señalaba perfectamente las fases de cómo se estaba llevando a cabo:

1º La fase del descontento mediante el acaparamiento masivo de productos de primera necesidad.
2º Hacer creer en la incompetencia del gobierno, un gobierno que no resuelve los problemas.
3º Fomentar todo tipo de manifestaciones de descontento…
4º Intensificar el descrédito y el acoso mediático hacia el exterior.

Para luego, en una segunda fase (que sería en la que actualmente se encuentra Venezuela):

Utilizar el descontento de un grupo social (en este caso la minoría estudiantil) para provocar protestas violentas y detenciones.
Montar manifestaciones de supuesta solidaridad con los detenidos.
Introducir entre los manifestantes a pistoleros con la misión de provocar víctimas.
Incrementar las protestas y su nivel de violencia.
Redoblar la acometida mediática (con la manipulación que permiten las redes sociales),  contra la represión del gobierno.

Y es en esa parte del proceso desestabilizador en la que se encuentra ahora mismo Venezuela.

Venezuela se encuentra amenazada por una trama de la ultraderecha latinoamericana que cuenta con el apoyo tácito o explícito de la administración norteamericana.

Y la mejor prueba de todo ello es el tratamiento informativo que dan las agencias bajo su dominio.

Los pequeños grupúsculos vandálicos y violentos que se dedican a destruir patrimonio público y disparar, resulta que para estas agencias informativas norteamericanas son “combativos muchachos que se enfrentan a la represión de la Guardia Nacional”. Da igual que luego se sepa que, por ejemplo, la chilena muerta en las calles de Mérida recientemente, lo fue por estos “combativos muchachos” cuando intentaba retirar parte de una barricada para pasar.

Otro ejemplo, a Leopoldo López que participó en el golpe contra Chávez en el año 2002, le dan el tratamiento de dirigente opositor, demócrata convencido; y al presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, el de exgolpista confeso.

Y la desfachatez llega al delirio cuando el periódico de más tirada en España, siguiendo estos parámetros, editorializa frases como “el régimen ha recurrido a una brutalidad desmedida que retrotraen a los tiempos más negros de América Latina”… ¡Que vergüenza!  

¿Razones para este tratamiento grosero de la información?

Poderosísimas razones. Les contaré la principal.

Los beneficios de los recursos petroleros de Venezuela que antes de la llegada de Hugo Chávez al gobierno de Venezuela, se repartían en unas pocas manos y emigraban hacia los EEUU.

Mientras que hoy, sin entrar a si podrían ser todavía mejor administrados, se quedan en Venezuela, y son la base y el sustento para programas sociales, de vivienda (más de 550.000 viviendas entregadas a gente sin casa), o los planes de Salud y Educación que ahora llegan a todos los rincones del País.

Aun con los errores ya señalados, en Venezuela en los últimos años se ha reducido la desigualdad social en más del 50%; el de la pobreza en más del 44%, y el gasto social se ha incrementado en un 60%.

Son los datos que explican el por qué de los apoyos al movimiento chavista hasta la fecha.

Y cuando les preguntas, te dicen sin ambages que para ellos, cualquier tiempo pasado fue peor, mucho peor.

Se que dejo en el tintero aspectos importantes de la economía doméstica venezolana. Como por ejemplo todo lo concerniente al necesario incremento de sus producciones agrícolas y ganaderas.

Siendo como es Venezuela un gran País rico en recursos como el agua y la tierra, se hace incomprensible que no haya toda una ofensiva para producir lo suficiente para su autoabastecimiento, al menos en materias sensibles como harina, leche, carne o azúcar de caña; y así dejar de depender de las importaciones en toda una serie de productos.

Pero sin duda, este es  otro de los efectos perversos que les señalaba cuando le hablaba de la subsidiación de los productos. Donde los bajos precios sirven también para desincentivar la producción propia.

Hasta aquí mi pretendida aproximación a la realidad venezolana.

Esta es mi  experiencia y estas son algunas de las conclusiones que quería contar después de dos meses recorriendo el País, viviendo sus calles y hablando muchas horas con sus gentes.

El chavismo sin Chávez