viernes. 29.03.2024
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Un país rico y diverso, pleno de naturaleza y de culturas y habitado por gentes queridas, trabajadoras y en su mayoría honestas, ha dejado pasar este tren

una participación del 53,04 % del electorado, un 0,34 % menos que en la primera vuelta, Colombia ha elegido presidente de la República al señor Duque. Enhorabuena a Petro y a su equipo y, sobre todo, a los ocho millones de ciudadanas y ciudadanos libres que votaron por el cambio, por la ilusión de otra Colombia posible.

Esta vez no pudo ser, el miedo terminó venciendo a la esperanza. Colombia no se hubiera convertido en otra Venezuela, pero tampoco será, de momento, Uruguay y mucho menos Suecia; el país no hubiese caído en manos de la guerrilla, porque la guerrilla, la más grande y antigua del continente, entregó las armas y aceptó la lucha democrática con la palabra; Colombia seguirá, al menos durante los próximos cuatro años, siendo la misma de siempre: goda, desmemoriada e ignorante.

Con todo el respeto por esas personas que han creído al candidato del miedo, sé que es difícil abstraerse de esas manipulaciones y creencias falsas que llevan décadas calando en el imaginario colectivo, pero esta era una oportunidad histórica. Esperemos que haya otras y que la gente que no ha votado, el 46,96 % de la población, tenga tiempo de recapacitar y unirse a la fuerza de la ilusión, el cambio y la esperanza.

Un país rico y diverso, pleno de naturaleza y de culturas y habitado por gentes queridas, trabajadoras y en su mayoría honestas, ha dejado pasar este tren.

Sabemos que no vale de nada arrepentirse de lo ya sucedido, pero ¿se imaginan qué hubiera pasado si en la primera vuelta las fuerzas progresistas hubiesen acudido unidas? Y ¿cómo sería el panorama si la coalición se hubiera dado para las legislativas? La Cámara de Representantes y el Senado no tendrían ese giro tan tirado a la derecha. Pero eso es política ficción. Ya no hay marcha atrás, lamentablemente.

También pasó en el plebiscito, la reacción llegó tarde, después de que la indiferencia permitiera que el No obtuviese más votos que el SÍ. Primero la actitud apática y después el arrepentimiento. Una manera muy piadosa de caminar por la vida, “pecamos que luego nos perdonarán”. Pues esta vez, la oportunidad para el perdón tendrá que esperar hasta la próxima convocatoria a elecciones.

Una gran parte de la población se ha movilizado y ha votado por el cambio. Ha sido una victoria amarga, porque tan numeroso respaldo no ha permitido alcanzar el objetivo. Pero creo que queda latente que sí se puede. Deberemos aprender de esta experiencia y apostarle a una coalición unida para intentarlo, ya que los otros siguen siendo muchos. Ahora toca seguir trabajando juntas y juntos para ir preparando el abordaje en 2022. Gracias a las abejas que votaron humanismo e inclusión, y gracias a Petro, por su resistencia, por su apuesta por la paz y por la diversidad.

Mientras, seguiremos creyendo en la Colombia Humana, la de las manos limpias.

El cambio tendrá que esperar