viernes. 29.03.2024
macri

Mauricio Macri ha logrado colocar al país en el segundo puesto de los países más miserables del mundo, compartiendo cartel con una Venezuela asfixiada por los bloqueos

Según un informe presentado esta semana por la Universidad estadounidense Johns Hopkins (Baltimore), las condiciones de inflación, desempleo y tasas de interés colocan a Argentina por tercer año consecutivo entre los países más miserables del mundo, debajo de Venezuela que –según el Índice de Miseria elaborado por el profesor Steve Hanke- ostenta el primer puesto.

Paradójicamente, uno de los argumentos que el actual oficialismo repitió hasta convertirlo en eslogan cuando era oposición, fue el que planteaba la posibilidad de que Argentina “se convirtiera en Venezuela”. Según los miembros del autoproclamado “mejor equipo de los últimos 50 años”, el camino iniciado por el “populismo” conducía irremediablemente a esa tragedia. “Por este camino vamos directos a ser Venezuela”, decía Mauricio Macri y repetían en titulares los medios que lograron convertirlo en presidente.

Si bien hasta 2015 no había ningún indicador concreto que corroborara la predicción del por entonces candidato a la presidencia, hubo una intensa campaña cuyo caballo de batalla fue precisamente aquella comparación que podía refutarse consultando un manual de política y economía para principiantes. El miedo a “ser como Venezuela” se instaló a través de la repetición constante de una falacia que se enquistó en el votante indeciso. Macri podía salvarnos de “ser como Venezuela”. Macri era la mejor opción para evitar esa tragedia que a diario mostraban los canales de televisión que lo consolidaron en el poder.

Lejos estaba Argentina de “ser como Venezuela” si se observan en retrospectiva los indicadores económicos del último período del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Sin embargo ahora, a tres años de gestión, Mauricio Macri ha logrado colocar al país en el segundo puesto de los países más miserables del mundo, compartiendo cartel con una Venezuela asfixiada por los bloqueos.

En tan solo un mes (marzo), la inflación fue del 4,7 por ciento y los precios de los productos básicos se incrementaron lo que en otros países de la región demoran años en aumentar. “La inflación es la demostración de tu incapacidad para gobernar”, decía un mesiánico Mauricio Macri en octubre 2015, cuando la anterior gestión había dado a conocer una cifra de 1,52 por ciento. Ahora el presidente argentino no le achaca la responsabilidad de la suba inflacionaria a su propia incapacidad para gobernar, sino a factores foráneos, a tormentas y tempestades tan invisibles como el crecimiento del que se atrevió a hablar cuando promediaba su gestión; cuando estaba convencido de que sólo por su presencia en la Casa Rosada lloverían las inversiones y todos tendríamos “derecho a ser felices”, según su promesa de campaña.

Hoy Argentina está segunda. Y no se trata del resultado de otra final fallida, sino de la consecuencia de un modelo económico que ha generado 13 millones de pobres en tan solo tres años; una raid de miseria que solo Macri pudo lograr.   

Salir segundos