viernes. 19.04.2024
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La principal causa de la subida del dólar está en la decisión de la Reserva Federal de los EEUU de subir sus tasas de interés

@jgonzalezok | Cuando el dólar sube en Argentina, se encienden las alarmas. Y si la caída del peso es dramática, como sucedió estos días, peor aún. La cuestión deja de ser un problema financiero para convertirse en una crisis política. Hace un año, la divisa norteamericana se cotizaba a 15 pesos; el jueves, 3 de mayo, llegó a 23,30. La disparada del dólar llevó incertidumbre a un país en el que las propiedades se compran y venden en dólares contantes y sonantes y en el que la mayoría de las personas ahorra en la divisa norteamericana, escaldados por la inseguridad de crisis bancarias y diversos episodios de hiperinflación.

La principal causa de la subida del dólar está en la decisión de la Reserva Federal de los EEUU de subir sus tasas de interés: el 21 de marzo pasado aumentaron de 1,5% a 1,75% y se esperan nuevas subidas en los próximos meses. La migración de fondos de las economías emergentes de la región provocó, de momento, leves devaluaciones en la mayoría de los países. Después de Argentina, el país más afectado fue México, donde la devaluación fue del 3,42%; en menor medida resultaron afectados Chile (2,23%), Brasil (2,04%), Colombia (1,41%) y Perú (1,04%). 

Pero en Argentina se produjo una devaluación que pueda calificarse como disparada, que parece poner en evidencia la desconfianza en el país. Además de la aprensión sobre la fortaleza de la economía argentina, el nuevo impuesto del 5% a la renta financiera que empezó a regir el pasado mes de abril y que se aplica a los inversores extranjeros, parece haber sido también importante a la hora de que los capitales especulativos decidieran buscar nuevos aires. La persistencia de la inflación y los mínimos logros en el recorte del abultado déficit fiscal, ayudaron a explicar esta desconfianza exterior.

Para el gobierno de Mauricio Macri, que está viviendo el momento más complicado en los dos años que lleva en el poder, parte de la culpa está en la actitud de la oposición, que considera irresponsable, al boicotear el “sinceramiento tarifario” impulsado por el gobierno. Macri heredó un sistema de tarifas públicas prácticamente congelado por más de una década, con una inflación del 257%.

El jefe de Gabinete, Marcos Peña, pidió tranquilidad y afirmó que las situaciones de volatilidad “no nos tienen que asustar, tienen que ser parte del aprendizaje de vivir con un tipo de cambio flotante”. Ratificó la meta de inflación del 15%, aunque el FMI la sitúa en 19,2% y analistas privados en más del 20%.

Hay muchos precios de la economía que por razones de costos y materias primas se fijan en dólares. Pero lo tradicional en Argentina es que toda la economía reaccione igual y traspase el aumento del dólar a los precios, incluso en aquellos sectores que no tienen ningún componente relacionado con la divisa norteamericana.

Las medidas adoptadas por el gobierno fueron tres: subir la tasa de interés al 40%, cuando una semana antes estaba a 27,25%; un mayor ajuste fiscal, bajando del 3,2% al 2,7% la meta de déficit para el próximo año, lo que supone un importante recorte en la obra pública, que el año pasado fue el principal motor de la economía; y obligar a los bancos a desprenderse de dólares, reduciendo del 30 al 10% el máximo de tenencias en dólares.

El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, admitió que el alza de tasas afectará el nivel de actividad, “pero más recesivo hubiese sido no dar señales en esta situación”. El gobierno teme que los 60.000 millones de dólares que los argentinos invirtieron en Letras del Tesoro (Lebacs) se pasen al dólar.

La falta de confianza en el país es evidente. En 2016 se fugaron 10.000 millones de dólares y en el 2017 la cifra llegó a 22.150 millones

La meta de inflación del 15% para este año, que fue modificada al alza en diciembre y que, aun así, ya era poco creíble, se ha visto pulverizada. Para complicar las cosas, Argentina sufre este año una importante sequía, que puede afectar las cosechas de soja y maíz, así como a la industria ganadera, es decir, las principales exportaciones de la Argentina.

La falta de confianza en el país es evidente. En 2016 se fugaron 10.000 millones de dólares y en el 2017 la cifra llegó a 22.150 millones. No ayuda en nada que varios miembros del gobierno tengan sus activos en el exterior, aunque los tengan declarados. Los casos más notables son los de los ministros de Energía, Juan José Aranguren, y el de Hacienda, Nicolás Dujovne.

La revista Forbes sugirió que quizá sería la hora de salir de Argentina. Y el semanario The Economist habla de la crisis del gradualismo argentino por la demora de la recuperación económica del país, que ahuyenta a los inversores.

Ante este nuevo escenario se vuelve a poner en discusión la estrategia del gobierno, entre los que siguen defendiendo el gradualismo y los que piden medidas de choque ortodoxas. Para mantener el gradualismo, que minimiza los costos sociales, y financiar el déficit, es necesario acudir a la financiación exterior. Pero la realidad es que Argentina pasó de recibir 50.000 millones de dólares en poco más de un año, a un parón repentino a partir del mes de febrero. Y los peores fantasmas volvieron a aparecer en un país que ha vivido de crisis en crisis.

Esta crisis ha planteado incluso una modificación del escenario político. Una encuesta de Management & Fit para el diario Clarín reflejó una caída en la imagen en la gestión política y económica del gobierno de Macri. Ante la pregunta de si aprueba o no la forma en que Macri está conduciendo el gobierno, el 54,9% respondió negativamente, frente a tan solo el 35,1% que lo apoya. Y más del 60% de la gente cree que la economía está peor que el año pasado. Esta situación, no obstante, no ha podido hasta ahora ser aprovechada por la oposición. El peronismo en sus diferentes variantes sigue sin rumbo y sin encontrar un líder presentable.

La estampida del dólar provoca incertidumbre en Argentina