viernes. 19.04.2024
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@jgonzalezok | Seis días después de asumir la presidencia argentina, Mauricio Macri cumplió con una de sus principales promesas de campaña: levantar el cepo al dólar, un mecanismo que restringía severamente la posibilidad de comprar divisas y que ahogó la economía argentina en los últimos cuatro años. El ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat Gay, consideró que la medida anunciada es fundamental para que la economía vuelva a la senda del crecimiento. Y que estaban dadas las condiciones para poder levantar el cepo.

Las cerealeras se comprometieron a liquidar 400 millones de dólares por día durante las dos próximas semanas, y hay negociaciones con bancos extranjeros y empresarios, lo que supone que habrá entre 15.000 y 20.000 millones de dólares que entrarán al Banco Central en las próximas cuatro semanas.

El ministro de Hacienda anunció que las condiciones para comprar dólares son las mismas que había antes del cepo, es decir, se podrán comprar hasta dos millones de dólares por mes y por persona, “y no se va a caer el sistema”.

A partir de este jueves, 17 de diciembre, Argentina tendrá un solo tipo de cambio, acabando con un sistema en el que, incluso dentro de la legalidad, subsistían diferentes cotizaciones, ya se fuera importador, exportador, turista, etc. Habrá lo que el ministro calificó como una flotación sucia, en la que el precio del dólar lo va a decidir el mercado, pero con el Banco Central vigilante y dispuesto a usar herramientas si hay una subida y bajada brusca del dólar.

El cepo –concepto que fue negado reiteradamente por el gobierno de Cristina Fernández-, tuvo como consecuencia una seria limitación a las importaciones. Se llegó a exigir a los importadores que exportaran por una cantidad similar, aunque no tuviera nada que ver con su rubro. Y no se tuvo en cuenta que muchos de los productos que se pretendían importar eran vitales para sectores fundamentales de la economía.

La devaluación puede llegar al 60 %, con consecuencias positivas y negativas. Positivas, que deberá dinamizar la economía y, por tanto el empleo. Negativas, fundamentalmente más inflación. Aunque se viene advirtiendo que los últimos aumentos de precios ya se hicieron pensando en el nuevo valor del dólar y que, por tanto, no debería provocar una disparada inflacionaria, seguramente es más una declaración de intenciones y de buenos deseos.

El gobierno pretende llegar a un acuerdo económico y social que evite los efectos más indeseados. Pero un informe de Barclays estimaba este miércoles que la inflación interanual podría llegar al 47 % en el mes de junio. Una situación que presagia una dura pugna en las negociaciones salariales.

“El cepo mató a la gallina de los huevos de oro”, afirmó el ministro Prat Gay, que también señaló que el cepo había conseguido matar la oferta de dólares, pero no la demanda. En este sentido recordó que hoy el dólar vale la cuarta parte de lo que valía en el 2001, se estancó la economía y el empleo, se comió la mitad de las reservas del Banco Central y se ahogaron casi todas las economías regionales del país.

“Levantar los cepos, las trabas que están frenando muchos años la economía, es el puntapié inicial para levantar la economía”, señaló el ministro de Hacienda. Pero desde la oposición del Frente para la Victoria (kirchnerismo) cuestionaron duramente la medida. Uno de sus diputados, Edgardo Depetri, aseguró: “no se trata del fin del cepo sino de una brutal devaluación que va a triplicar las ganancias de los exportadores mientras se licuan los salarios de los trabajadores”.

El ex ministro de Economía, Axel Kicillof, habló de la confirmación de un plan económico ortodoxo “y en consonancia con lo que planteó siempre el Fondo Monetario Internacional”.

El control de cambios ha sido una constante en la historia argentina, no lo inventó el pasado gobierno kirchnerista. El economista Jorge Tudesca, nombrado estos días como nuevo responsable del organismo estadístico, escribió hace tiempo: “hemos tenido control de cambios desde 1930, predominando sobre cualquier sistema de cambio libre, y cada vez que hubo control de cambios existió un mercado paralelo, y por tanto una brecha, procesos que siempre terminaron en devaluación”.

Cuando se estableció el cepo, un proceso progresivo que comenzó el 28 de octubre de 2011, no había pasado una semana de las elecciones que consagraron a Cristina Fernández para un segundo período de gobierno. Las reservas eran de 46.000 millones de dólares, hoy son solo de 24.000, pero el entonces ministro de Economía, Amado Boudou, dijo que a partir de ese día solo se iban a autorizar las operaciones de compra de moneda extranjera después de verificar la capacidad contributiva de los interesados. “No es una medida que apunta al control del mercado cambiario”, señaló, sino que buscaría “transparentarlo”.

Lo cierto es que la medida se tomó ante la fuga de capitales que estaba en torno a los 3.700 millones de dólares mensuales. Los ingresos por la exportación de soja y la importación de combustible, una vez que se perdió el autoabastecimiento energético, provocaron un balance negativo y no fue posible financiar la fuga de capitales. Las previsiones para la cancelación de los vencimientos de la deuda en 2012 -10.000 millones de dólares-, fueron también decisivas.

La creciente inflación que se vivió a partir del 2007 fue una de las principales razones por las que los argentinos se volcaron al dólar. Fue la única manera de que las personas con capacidad de ahorro pudieran ganarle a la inflación. Las tasas de interés en los bancos eran la mitad de la inflación.

El cepo tuvo como consecuencia el desarrollo de un mercado paralelo, ilegal: surgió el dólar blue, el nuevo neologismo económico de los argentinos y volvieron a funcionar las cuevas del microcentro porteño. La calle Florida volvió a poblarse de arbolitos, como en las hiperinflación de los 80. La ilegalidad de las operaciones no las frenó, y excepto algún operativo publicitario, se siguieron haciendo transacciones paralelas a la vista de todos, y por montos que equivalían a lo que mueve la Bolsa. La brecha cambiaria llegó en mayo del 2012 casi al 100 %.

En la economía, el cepo supuso la paralización de sectores como la construcción y el mercado inmobiliario, además del cierre de la mayoría de las casas de cambio legales –unas 60, con 3.000 empleados-, que proliferaban en la City porteña.

El cepo fue una de las razones importantes de la derrota del gobierno en las elecciones legislativas de medio término de 2013, que enterraron el sueño de reelección de Cristina Fernández.

Argentina levanta el cepo al dólar y devalúa