viernes. 29.03.2024
cristina-fernandez-ONU2
Cristina Fernández de Kirchner eN la 70ª Asamblea General de las Naciones Unidas, en Nueva York. (Foto: Casa Rosada)

@jgonzalezok / A menos de un mes y medio de las elecciones presidenciales, el gobierno argentino ha vuelto a tensar la relación con Estados Unidos, que en los últimos años fue de mal en peor. La excusa, el espía argentino Jaime Stiuso, al que relacionan con el asesinato del fiscal Nisman, que se quitó de en medio tras el suceso y que está en territorio norteamericano.

“¿Está dispuesto Estados Unidos a permitir que se degrade, a que se ponga en riesgo la relación con Argentina por un señor que, según dicen todos, no tiene ninguna importancia, ni un valor estratégico para Estados Unidos, por no dar ninguna información sobre su paradero en ese país?”, lanzó el jefe de gabinete, Aníbal Fernández.

El ministro de Exteriores, Héctor Timerman, dijo por su parte que la respuesta norteamericana a los ocho exhortos enviados desde Buenos Aires, es el silencio: “Ese silencio por sobre tener una relación normal y sincera con Argentina”.

El citado Stiuso fue el hombre fuerte de los servicios secretos durante los últimos 25 años. Cuando Néstor Kirchner llegó al poder y creó una fiscalía especial para investigar el atentado de la mutual judía AMIA (1994, 85 muertos), el presidente le dijo a Nisman: “Pibe, vos vas a trabajar con éste”, señalándole a Stiuso.

Cuando a principios de año el fiscal anunció que iba a acusar formalmente a la presidente, algunos altos funcionarios y otros personajes ligados al kirchnerismo, por intentar encubrir dicho atentado, las consecuencias fueron graves. El fiscal apareció muerto, Stiuso fue echado y se reformaron los servicios de inteligencia. Stiuso pasó a ser el enemigo número 1 del gobierno, a pesar de que había hecho espionaje interno (ilegal) para ese mismo gobierno.

El tema AMIA y Stiuso fueron los principales temas del último discurso de Cristina Fernández ante la Asamblea General de la ONU, el pasado 30 de septiembre. La mandataria acusó a Estados Unidos de proteger al espía, del que se sabe que en sus años en activo tuvo estrechas relaciones con la CIA y otros servicios de inteligencia, como el Mosad (Israel).  

El combativo discurso de la presidente argentina en la ONU fue ignorado en Washington. Motivo por el cual fue citado el embajador americano en Buenos Aires, Noah Mamet. Un portavoz del departamento de Estado se limitó a señalar que en caso de que un gobierno les solicite ayuda en asuntos criminales, la respuesta se dará a través de los correspondientes canales judiciales. Y esto motivó un comunicado de la cancillería argentina expresando su desagrado.

Entretanto, el gobierno solicitó a la Interpol una circular azul para localizar al ex espía. El abogado de Stiuso señaló que esta actitud era ilegal y arbitraria. Y añadió que su defendido se encuentra fuera del país por razones de seguridad. Un fiscal argentino, por otra parte, pidió desestimar la búsqueda de Stiuso, considerando “la inexistencia de delito”.

Este nuevo entredicho con Washington coloca a las relaciones entre ambos países en su peor momento en los últimos años, siendo que nunca fueron buenas. En varias ocasiones el gobierno argentino sobreactuó sus posiciones antinorteamericanas, destinadas sobre todo a la militancia kirchnerista.

A pesar de que Néstor Kirchner llegó a tener varias entrevistas con George W. Bush –es famosa la foto en la que el argentino le pone amigablemente la mano en la pierna al jefe de la Casa Blanca-, después llegaría la alianza con Chávez, el no al ALCA y otros gestos que enfriaron notablemente las relaciones.

Pero fue con Cristina Fernández, a partir del 2007, que el kirchnerismo decidió dar un giro aún más notorio en las relaciones con Washington. Y esto a pesar de que la propia Cristina Fernández había mostrado cierto encantamiento con Obama. En el mensaje que le envió tras ser elegido, lo llegó a comparar con Perón. La argentina intentó da varias maneras ser invitada a la Casa Blanca, pero fue en vano. Y se irá siendo el único mandatario de un país importante de América Latina en no haber puesto el pie en el Despacho Oval. Sus encuentros han sido circunstanciales, la mayoría en el marco de las reuniones del G20.

Cuando todavía las relaciones eran aceptables, en noviembre de 2008, Obama llamó por teléfono a la presidente argentina. La versión de la propia protagonista fue: “me dijo que quería saludarme, hablar conmigo, y dijo que tenía muchas ganas de conocerme y poder hablar personalmente”. El 25 de mayo de 2009, le envió una carta de saludos por la fiesta patria. El embajador norteamericano escribió un cable a Washington que decía: “La obamanía argentina parece que llevó a Cristina Fernández de Kirchner a reaccionar eufóricamente ante un mensaje rutinario, aunque cálido y refinado, por el día nacional”.

El 18 de septiembre de 2009, el entonces canciller Jorge Taiana, advirtió a la embajadora Vilma Martínez, que presentaba sus cartas credenciales: “Si Estados Unidos no la cultiva (la relación con la presidente), otros lo harán”. Y añadió que si no había ese deseado encuentro con Obama sería un bochorno y tendría un costo.

En febrero de 2010, tras el golpe en Honduras del año anterior, Cristina sostuvo que Obama no había cumplido las expectativas. La declaración se produjo, después de que el Subsecretario de Asuntos Interamericanos, Arturo Valenzuela, reclamara seguridad jurídica al gobierno argentino.

En ninguna de las giras que Obama hizo por la región visitó Argentina. La única visita de alto nivel fue la de la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, que viajó a Buenos Aires porque no pudo reunirse con Cristina en Montevideo por cuestiones de agenda. Ambas asistían a la toma de posesión del presidente de Uruguay, José Mujica.

A lo largo de los años siguientes se abrirían nuevos conflictos. Algunos de ellos fueron: denuncia a Argentina en la OMC por trabas a las importaciones, expulsión de Argentina del Sistema General de Preferencias –que permitía a Argentina exportar ciertos productos con arancel cero- y voto en contra de Argentina a la hora de concesión de créditos en el BID.

El 12 de febrero de 2011 se produjo un serio incidente protagonizado por el canciller Timerman. Un avión militar norteamericano que llegó al país para entrenar a policías argentinos en el rescate de rehenes, fue retenido en el aeropuerto de Ezeiza. El canciller Timerman en persona, con unos alicates en la mano, confiscó equipo militar considerado como material sensible. El gobierno argentino acusó a EEUU de contrabando de armas y de sustancias como morfina, necesaria en caso de accidentes, ya que los ejercicios se hacen con fuego real. Este incidente fue particularmente dañino para las relaciones bilaterales. El propio Obama lo calificó de serio y las relaciones quedaron literalmente en el congelador durante años.

Hace un año, nuevamente ante la Asamblea General de la ONU, Cristina Fernández se manifestó “horrorizada”, por la captura y muerte de Osama Bin Laden en Pakistán, afirmando que el gobierno norteamericano debió haber actuado “con criterio humanitario, de respeto a los derechos humanos”. Por esas mismas fechas, al denunciar un supuesto intento de desestabilizarla, la mandataria argentina decía: “Si algo me pasa, que nadie mire hacia el Oriente, miren hacia el norte”.

En septiembre de 2014 se produjo otra crisis, después de que el encargado de negocios de la embajada norteamericana en Buenos Aires, Kevin Sullivan, declarara: “es importante que la Argentina salga del default lo antes posible para poder retomar la senda del crecimiento económico sustentable y atraer la inversión que necesita”. Fue convocado a la Cancillería y se habló de su posible expulsión.

En abril del 2015, CFK tuvo otro gesto inamistoso hacia Estados Unidos. Durante su visita a Moscú, se convirtió en la primera jefe de Estado en visitar a Edward Snowden, responsable de haber divulgado información secreta sobre prácticas de espionaje del gobierno de Estados Unidos.

Esta nueva crisis en las relaciones bilaterales se explica por dos razones fundamentales. En primer lugar, para seguir manteniendo la imagen que quiere dejar la presidente, de campeona del antiimperialismo. También para demostrar que sigue manteniendo todo el poder hasta el último momento, y que se va con la autoridad suficiente para condicionar a su sucesor, sobre todo si es su propio candidato, Daniel Scioli.

Argentina advierte de que puede estar en riesgo la relación con EEUU