domingo. 28.04.2024
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Sobre las últimas elecciones generales del 23-J ya se ha hablado y escrito bastante. Solo un comentario para definirlas: la dramática sorpresa que se han llevado las derechas políticas y mediáticas. Nada más tuvimos que observar la cara de circunstancias de Feijóo en el balcón de Génova la misma noche del 23-J, además de escuchar los gritos enfervorizados de la hinchada popular de “Ayuso”, “Ayuso”. En cuanto a los medios de derechas, los rostros desquiciados de Ana Rosa Quintana y de Federico Jiménez Losantos en su programa del día siguiente son suficientemente explícitos. Nuestro refranero condensa mucha filosofía popular: No hay que vender la piel del oso antes de haberlo cazado.

Tal como se ha desarrollado la campaña, es imprescindible que la prensa lleve a cabo un profundo acto de reflexión. La entrevista realizada por Silvia Intxaurrondo a Alberto Núñez Feijóo en TVE ha sido una advertencia a muchos periodistas que deberían sentirse avergonzados, como los moderadores del debate cara a cara entre Sánchez y Feijóo. Según Josep Pulitzer: “Con el tiempo, una prensa mercenaria, demagógica, corrupta y cínica, crea un público vil como ella misma”. La derecha mediática capitalina, que envenena y emponzoña diariamente la convivencia, tiene atrapada a las derechas políticas, que asumen su discurso. Y mientras estas no rompan con la primera será imposible una política de consenso y de diálogo, como ocurre en las democracias maduras y modernas en buena parte de Europa. Lo expresó recientemente en la Cadena Ser, Enric Juliana: “Había estado unos años en el extranjero y en el 2004 aterricé en Madrid, como corresponsal de La Vanguardia, y me quedé atónito al contemplar el nivel de crispación y de tensión en la prensa capitalina. Situación que permanece”. De esa servidumbre de las derechas políticas a las mediáticas capitalinas podemos observar ejemplos recientes. Dos artículos y dos arengas en la radio sirvieron para cargarse a Casado y encumbrar a Isabel Díaz Ayuso. La reticencia de María Guardiola a pactar con VOX en el gobierno de Extremadura, desapareció rápidamente, cuando Federico Jiménez Losantos, la calificó “la chica del alcornoque” y añadió, “ha sido necesario un sopapo de Isabel Díaz Ayuso y tema resuelto”.

Dejemos el tema de la prensa. Hoy quiero detenerme en un hecho de estas elecciones, que a todos los españoles demócratas nos debería preocupar. El 23-J votaron a VOX 3.033.744 de españoles, en porcentaje el 12,39%. Es muy grave, como explicaré más adelante. El único consuelo, es que han votado menos que el 10N de 2019, ya que lo hicieron en esta fecha, 3.656.979, el 15,21%. Es decir, que millones de españoles han votado a un partido, cuyo ideario político lo resume perfectamente Enrique del Teso, profesor titular de Lingüística en la Universidad de Oviedo, en su libro La propaganda de ultraderecha y cómo tratar con ella.

Sistema autoritario: prensa intervenida, anulación de la separación de poderes, ausencia de control del Gobierno, imposibilidad de la alternancia política, eliminación de derechos y libertades. Xenofobia y racismo: el grupo étnico mayoritario o más fuerte se presentará como amenazado por otros grupos o minorías. Machismo: diferentes roles entre géneros, sociedad patriarcal, segregación de la mujer, y de ahí negación de la violencia de género. Sociedad clasista: entre una élite y una gran mayoría excluida con menos derechos y oportunidades. Propaganda intensa: proliferación de bulos y máxima intoxicación informativa.

La extrema derecha se filtra en las instituciones como agua insalubre, empapando y contagiando al PP que va llevando esa humedad al funcionamiento del Estado

Si ya es suficientemente grave tantos votantes españoles a VOX con este ideario, quiero pensar que no saben lo que votan, no lo es menos que el Partido Popular comparta con él gobiernos municipales y autonómicos, y de haber sido otros los resultados el 23-J, también lo compartiría en el gobierno nacional. Y así, la extrema derecha se filtra en las instituciones como agua insalubre, empapando y contagiando al partido conservador de turno (PP), que va llevando esa humedad al funcionamiento del Estado. En ese proceso, el propio partido conservador (PP) se contamina del sectarismo, racismo, machismo y clasismo excluyente de la extrema derecha, y por mucho que lo niegue pasa a ser parte inexorablemente de la corrosión de la democracia.

Quiero reflexionar sobre dos aspectos del ideario de VOX.  Primero, sobre el tema del racismo y luego en del machismo. Dos auténticas lacras de nuestra sociedad. Mi pretensión es explicar, no justificar, su existencia en la sociedad española.

El racismo lamentablemente está extendido como una plaga en amplios sectores de la sociedad española. El racismo se convirtió recientemente en tema de actualidad, como consecuencia de la trascendencia mediática del futbol. Fueron los insultos vergonzosos a Vinicius.  No obstante, el tema hace ya mucho tiempo que me ha preocupado. Por ello, he publicado algunos artículos en diferentes medios, entre otros: Génesis del discurso racista; Servilleteros contra la xenofobia; Inequidad (injusticia) en la escuela…

El discurso racista va calando en la sociedad europea, tal como ha estudiado el profesor de la Universidad Pompeu y Fabra, Teun Van Dijk en su libro Racismo y discurso de las élites.

-En el ámbito político, los debates parlamentarios son casi siempre sobre problemas de inmigración “ilegal” y mayores restricciones a la inmigración. En ellos predomina la autorrepresentación positiva, nacionalista (sobre la larga tradición de hospitalidad hacia los refugiados, etc.), y los recién llegados son presentados negativamente como un problema, una carga financiera, cuando no una amenaza a nuestro Estado del bienestar, al mercado de trabajo, la cultura y valores occidentales.

-La prensa, en simbiosis con la política, sigue su ejemplo. Los temas que preocupan a los políticos en los debates parlamentarios son titulares de prensa. Y viceversa. Además, la parcial visión de la inmigración se explica, porque antes de imprimir la noticia, la recopilación de la información da acceso predominante a las élites “blancas” para definir la “situación étnica”. Se busca al político, alcalde, policía u otro “experto” (blanco). Las organizaciones de las minorías tienen menor acceso. Y si lo tienen, se les da mucha menos credibilidad. Es normal, ya que las salas de redacción y los altos cargos son blancos. Los problemas, como la explotación laboral, que sufren los inmigrantes apenas reciben atención. Si una persona ha delinquido solo se dice su nacionalidad si es foránea.

-Fijémonos en las instituciones del campo de la educación. Los libros de texto reflejan las ideologías dominantes del momento. Siempre ha sido así para la representación del mundo y sus gentes. Tienen tendencias nacionales e incluso nacionalistas, en los que los días de gloria de un país se magnifican, y sus crímenes y delitos se “olvidan”. Pocos libros de texto en Europa detallan la esclavitud y el colonialismo. Representan a las minorías no europeas con los típicos prejuicios desde una perspectiva eurocéntrica.

En ninguno de estos tres ámbitos se reflejan visiones positivas sobre la inmigración. Un estudio de La Caixa de 2011 -cuando el porcentaje de inmigrantes ya superaba el 10%- reveló que aportan más de lo que reciben. “Los argumentos de sobreutilización y abuso del sistema de protección social por ellos están injustificados. Reciben menos del Estado de lo que aportan a la Hacienda pública”, Proporcionan a las cuentas públicas “dos o tres veces más de lo que cuestan”.según los autores del estudio, Francisco Javier Moreno, del Instituto de Políticas Públicas del CSIC, y María Bruquetas, profesora de Ciencia Política de la Universidad de Ámsterdam. Y ahora mismo. La Seguridad Social registró 2.500.677 afiliados extranjeros en diciembre de 2022, 12,3% del total de afiliados a la S.S, que con sus cotizaciones contribuyen al mantenimiento de las pensiones. El 83,3% están en el Régimen General y suman 2.050.132. Por su parte, del Régimen de Autónomos son 406.313.

Me fijaré en un bulo muy extendido. “Es que los españoles emigraban con contrato de trabajo”. El libro Mineros, sirvientas y militantes, editado por la Fundación Primero de Mayo de la historiadora Ana Fernández Asperilla ha estudiado la primera oleada de emigrantes españoles a Bélgica. Hubo un Acuerdo Hispano-belga de Emigración de 1956, porque Bélgica precisaba mineros con urgencia y, además, mano de obra que aceptara unas condiciones de trabajo duras. Había firmado un acuerdo con Italia en los años 1947 y 1951. Sin embargo, la alta siniestralidad (llegaron a perecer 800 italianos en el fondo de las minas en apenas 10 años) provocaron que Italia suspendiera el convenio. “Lo que no quiso el Gobierno de Italia para sus trabajadores, lo aceptó el Gobierno de Franco para los españoles”. El agregado laboral de España en Bruselas en un informe de 1 de enero de 1964: “La emigración clandestina española en Bélgica sigue aumentando de un modo alarmante, ya que un 60% al menos de nuestros compatriotas que llegan viene al margen del Convenio”. La emigración irregular de españoles se generalizó. El Instituto Español de Emigración (IEE) cifró en un millón de españoles que entre 1959 y 1973 salió a Europa. Ana Fernández suma las cifras de irregulares y sus cálculos ascienden a dos millones.

Si la sociedad del mañana se forja en gran parte en la escuela, una escuela segregadora y excluyente genera una sociedad con las mismas características

Termino con un aspecto, que contribuye a la génesis de la xenofobia. Ante la pasividad de las administraciones educativas hay mucho más alumnado inmigrante en la escuela pública que en la concertada. Lo constata un estudio consultable en la red: de CGT Aragón de mayo de 2021. "Informe 2021 sobre la Educación Secundaria en Zaragoza: subvencionando el privilegio". Muchos padres eligen la concertada porque no quieren que sus hijos compartan pupitres con inmigrantes, gitanos o ACNES en los centros públicosEn definitiva, segregación pura y dura. Si la sociedad del mañana se forja en gran parte en la escuela, una escuela segregadora y excluyente genera una sociedad con las mismas características.

Pasemos al tema del machismo. Según datos del Ministerio de Igualdad, hasta junio de 2023 se habían producido desde 2003 por violencia machista 1208 muertes de mujeres. Entre enero y junio, 24. ¿La sociedad española es consciente de esta tragedia? ¿Y los votantes de VOX son conscientes? ¿Les da igual, como mostró a Abascal Yolanda Díaz, la imagen de dos diputados de la ultraderecha en Valencia riéndose durante un minuto de silencio por una víctima de violencia machista? Si les da igual, es que están aquejados de una grave patología.

Si repasamos la historia del maltrato a las mujeres por parte de los hombres ha existido en todas las épocas y en todos los lugares; y se ha utilizado como instrumento para instaurar y mantener el poder y el dominio sobre la mujer.

Es cierto que en España y otros países se han aprobado leyes de igualdad y que se toman medidas de protección, pero el colectivo femenino sigue siendo víctima de agresiones y de asesinatos.

Los especialistas en violencia de género están de acuerdo en que el origen del problema es el patriarcado: un sistema de dominio institucionalizado para subordinar e invisibilizar a las mujeres, con respecto a los varones, creando así una situación de desigualdad estructural basada en la pertenencia a determinado «sexo biológico». Una de las secuelas más graves del patriarcado es el machismo, que genera la intolerable lacra social de la violencia de género, ejercida contra la mujer sólo por ser mujer. En 1993, la Asamblea General de las Naciones Unidas definió la violencia contra la mujer como «todo acto de violencia basado en el género que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la privada».

Hasta hace unas décadas el modelo de mujer española en el franquismo era: virgen antes del matrimonio, sumisa en la relación íntima y madre abnegada. Se deslegitimaba el instinto sexual femenino, al no reconocerle su deseo como natural, sino como algo sucio e impropio de su condición. Por el contrario, el machismo y el donjuanismo eran los prototipos viriles de la época. Frente a la fidelidad femenina para los varones estaba bien vista la asistencia a prostíbulos y el tener una querida era un signo de ostentación. Subordinación al varón, ya que necesitaba el permiso del padre o marido para muchas acciones. Si sufría mal trato por parte del marido le resultaba muy difícil denunciarlo. Su confesor le recomendaba resignación. Si iba a la policía y a los jueces, lo cuestionaban o lo relativizaban como normal en las relaciones de pareja.

Hago un inciso. Para conocer la situación de la mujer en la sociedad española, quiero reflejar un hecho, que me parece suficientemente explícito de finales de la segunda década del siglo XX. María Luisa González, un personaje extraordinario, hija de un boticario de Zaragoza, fue, según su hijo, «una mujer moderna, risueña, llena de coraje y humor». Militó en la Liga por los Derechos Humanos, primera mujer admitida en la Universidad de Salamanca, que acababa de ser incluida en el presupuesto del Estado, por lo que ya no pertenecía a la curia y la mujer podía ingresar. Pero el clero se oponía. Cuando solicita una beca para estudiar encuentra la oposición de aquellos que pensaban que eran solo para hombres. Emilia Pardo Bazán, primera catedrática de Literatura Española, gran conocedora de la disciplina, pero a la que boicoteaban sus clases por ser mujer, salió en apoyo de María Luisa: «Me defendió en el ABC y el ministro que era Burell, cuando ya estaba toda la sala de actos llena de curas que habían acudido allí, el tribunal, y yo al lado de mi hermana esperando, leyó un telegrama diciendo al tribunal «admítase a doña María Luisa González» y gané la beca». Pero siguieron los problemas para ella. En los primeros días que acudía a clase se juntaban en la escalinata hileras de machos para silbarle y decirle groserías. Unamuno la agarró del brazo y se la llevó a su casa, donde vivió 2 años, e iba a la universidad de su mano y regresaban juntos. En 1921 terminada Filosofía y Letras, marcha a Madrid a preparar oposiciones al Cuerpo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos. Hasta 1926 se alojará en la Residencia de Estudiantes de señoritas. Al acabar la guerra, como otros muchos, tuvo que exiliarse y terminó en Moscú, donde criando a sus hijos, montó la primera Cátedra de Literatura Española en Moscú, estuvo seis años en China... Muy esclarecedor.

Hecho este inciso histórico, retorno a la línea argumental sobre las causas del machismo en España. Su dependencia económica y emocional durante el franquismo respecto al marido, la presión social de aguantar por el bien de los hijos, suponían una gran dificultad para separarse. No había divorcio. Ni siquiera existía el concepto de violencia de género. En 1944 se reincorporó un artículo del Código Penal de 1870, que venía siendo problemático desde antiguo, el 428, suprimido por la legislación republicana, el «uxoricidio por causa de honor»: «El hombre que matara a su esposa sorprendida en adulterio sufrirá tan solo pena de destierro de su localidad y quedará eximido de cualquier castigo si solo le ocasiona lesiones».

Ese poso del patriarcado, con su secuela machista, en la forma de pensar y de comportarse, está mucho más arraigado de lo que pensamos

Ese poso del patriarcado, con su secuela machista, en la forma de pensar y de comportarse está mucho más arraigado de lo que pensamos. Es cierto que a partir de los años 70 hubo un importante cambio: las mujeres en el mundo occidental, disconformes con su desigualdad, fueron accediendo al mercado de trabajo y a la educación superior masivamente, obteniendo así una mayor autonomía personal y material, aunque esto les suponía asumir la pesada carga de compaginar a la vez el rol de madres y esposas. Auténticas heroínas.

No obstante, aún tienen muchas más dificultades que los hombres para llevar a cabo su proyecto de vida. Sin olvidar la brecha salarial y el techo de cristal. Estas conquistas femeninas han sido vistas por algunos hombres como un cuestionamiento de su posición de dominio, superioridad y control y, también, la idea de propiedad sobre la mujer, lo que ha provocado que la violencia machista incluso se incrementara estos últimos tiempos.

Estamos muy equivocados si pensamos que las nuevas generaciones tienen otros valores y rechazan al machismo. Según el último Macroestudio de Violencia de género Tolerancia Cero, realizado por la Fundación Mutua Madrileña (11/2022), más de un 20% de chicos entre los 18 a 21 años no cree que golpear a la pareja después de una discusión, insultarla o controlarle el móvil sea violencia de género. ¿Está relacionado con el hecho de que muchos jóvenes voten a Vox?

Como conclusión, hace falta un gran esfuerzo de toda la sociedad hacia el objetivo de la igualdad de género. Debemos concienciarnos para que las diferencias existentes entre hombres y mujeres, no acaben en desigualdades y que sirvan para enriquecernos mutuamente. Y esto no se alcanzará sólo con medidas legislativas –diseñadas y aplicadas casi siempre desde posiciones androcéntricas–, sino, sobre todo, cambiando el sistema de valores, creencias y actitudes sexistas de esta sociedad. Y en ello es clave la formación y la educación. Formar a los cuerpos policiales, al estamento judicial y al profesorado desde la perspectiva de género. Y por supuesto, a esta labor educativa deben incorporarse los medios, la familia y toda la sociedad en su conjunto. Y especialmente la clase política por su visibilidad. Educar es tarea de toda la tribu. Es la única manera de erradicar el machismo y su lacra derivada, la violencia de género.

Más de 3 millones de españoles votaron el 23-J a VOX