martes. 30.04.2024
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Manifestación en Madrid conrta los recortes en sanidad. (Imagen de archivo)

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Promotores e inductores de la sanidad privada no tienen límites en su conducta porque las restricciones a la desviación de la conducta individual las impone bien la ética y la moral, bien la ley y el código penal. Pero esta gente que han clavado sus garras en el sistema sanitario universal público, lo más querido y lo más admirado de nuestras instituciones, carecen de moralidad que refrene sus bajos instintos y ya antes de comenzar la persecución de la presa se aseguran un trato de favor de la ley para que sus dentelladas a la sanidad pública parezcan meros arañazos, daños involuntarios sucedidos por el tremendo amor que tienen a la joya de la civilidad española. Un comisionista deviene en un honesto particular a la búsqueda del bien común en momentos de alarma social (¡con dos cojones!).

Como hienas acosan a una sanidad herida por falta de recursos arrastrados desde el 2008 y acentuados en el 2014. Como hienas ríen mientras proclaman la bondades de un modelo mixto de sanidad pública y privada desequilibrada en favor de quienes puedan pagar, y pública para quienes no, o para tratamientos tan costosos que hemos de financiarlos entre todos los españoles aún a aquellos que disfrutan de beneficios sanitarios particulares (aunque solo sean de tipo hotelero). Como hienas retroceden y se esconden entre la maleza cuando la pieza se revela. Las cámaras de control de tráfico se estropean los días en que hay marchas y manifestaciones en favor de la sanidad pública en las ciudades que controlan. Los médicos y enfermeras en lucha son rehenes de malvados sindicalistas que les engatusan con cantos de sirena y se dejan arrastrar en lugar de actuar de manera astuta y pasarse por nuestros servicios de recursos humanos.

Con todo mi respeto por las hienas, la actitud predadora de los privatizadores es pura carroñaría como en el caso de los animales de la sabana, pero mientras éstos actúan respondiendo a una señal de la naturaleza, los de aquí, los que acaban conduciendo porsches y masseratis lo hacen por su condición de seres crueles, sin límites para su iniquidad. Las hienas asumen su papel en la economía circular de lo salvaje, se encargan de fagocitar hasta el último gramo de alimento incluidos tendones y huesos para no desaprovechar nada, su conducta está naturalmente justificada, que la muerte de un ser anime la vida de otros muchos. Mientras las hienas africanas solo atacan seres debilitados acelerando su extinción o directamente cadáveres, los Laskettys, Guzmanes, Güemes, Beccarias, Escuderos, formando manada con los Asisa, Sanitas, Quirones y demás acosan a la sanidad debilitada por la persecución de las fieras Moreno, Ayuso, Mazón, etc Todos aquellos que olfatean sangre, que no han apostado por la sanidad privada para complementar las carencias que pudiere sufrir la pública, sino por hundir la pública para hacer necesario el acudir a un proveedor privado.

Para no resultar tan brutales en su rapacidad columbran ideas sobre lo beneficiosa que puede ser la relación público privada, y esto tendría algún sentido si en España no tuviéramos un modelo de sanidad redondo, envidia de países que construyeron antes que nosotros sus propios modelos (léase USA, UK incluso Francia), pero atentar contra esta maravilla es un acto de maldad que solo puede ser resultado de una larga meditación similar al acoso de las bestias africanas. Si fuéramos un país en construcción, sin modelo sanitario definido, quizás habría oportunidad de someter a escrutinio qué tipo de sistema nos vendría mejor, pero cuando disponemos de una entidad rotunda en todos sus aspectos abatirla y denostarla solo tiene una finalidad: extraer el dinero que aquellos que puedan vayan a gastar en sanidad para sí y para los suyos.

La hiena de campo sabe que aunque huya la pieza caerá rendida. La hiena capitalista sabe que todos nos levantamos y dejamos nuestra vidas para acudir al trabajo y así mantener la salud y la educación de los nuestros, cuentan con que nunca renunciaremos a ello, haremos lo que sea necesario. Esto sí que es la base de un buen negocio y no las tonterías de Apple siempre expuestas a competencia china. Conocí a un capitoste de los medios de comunicación que tranquilizaba a las empresas colaboradoras diciéndoles que él no colgaba publicidad porque tuviera una televisión, tenía una televisión para colgar publicidad. La privada dice yo no tengo hospitales para curar enfermos, como hay enfermos insuficientemente tratados voy a hacer hospitales. Esta postura de hacer de la necesidad virtud (caja) es la que se esconde en el embiste que sufre la sanidad de todos. Una inmoralidad que no aceptarían ni las hienas de Botsuana. 

Lo más retorcido y animalesco es que a los acosadores no les basta con cubrir su cuota de derribo y esperar los beneficios indirectos del futuro, no, los quieren ya y ahora. Quieren recompensa por gruñir y morder los talones de la presa. Una comisión, una puerta de entrada a la industria, una exclusiva médico-sanitaria cualquier cosa me sirve si me da para un dúplex y un par de carros.

Su moralidad no da para autolimitarse y la justicia, ya si eso tal.

Los promotores de la sanidad privada no tienen límites