domingo. 28.04.2024
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Da la impresión de que, a lo mejor, alguien ha pedido hora en el peletero antes de cazar el oso. Es verdad que las votaciones del pasado 17 de agosto en el Congreso de los Diputados para elegir su Mesa dividieron el mismo en dos partes, tres si nos atenemos al desmarque final de los ultras, de manera tan precisa que parecía poner a cada cual en su sitio.

Pero, una cosa es elegir una Mesa del Congreso y, otra, parecida pero distinta, decidir un Gobierno. Todo tiene su precio y, aquel, es más barato que este, lo que significa que es necesario invertir más en hacerse con los apoyos para una investidura que en decidir quién va a regular los debates en el hemiciclo.

En las consultas que ha realizado el Jefe del Estado con los líderes de los partidos políticos con representación parlamentaria ha quedado algo claro. Ninguno de los dos aspirantes a presidir el gobierno español cuenta, a día de hoy, con el número de diputados suficientes para serlo. Sánchez cuenta con 152 diputados y Núñez Feijóo, 172. Como él dice, a 4 de la mayoría absoluta. Y tiene razón.

Es cierto que, PNV, BILDU, ERC y BNG tienen pinta de que terminarán apoyando una investidura de Sánchez y que JUNTS, si prosperan las intenciones que tienen todos, menos PP y VOX, de "resetear" la cuestión catalana, alejándola de los tribunales de justicia, también. Pero, como se sabe, pesca es lo que hay en el mar y, pescado, es lo que hay en la pescadería.

¿Por qué hay que pensar en la posibilidad de que pueda haber cuatro tránsfugas? Porque los tránsfugas, como las meigas, existir, existen

Y, en estos momentos, cuando Núñez Feijóo presente su programa de gobierno en la sesión de investidura, contará con 172 votos a, solo, 4 de la mayoría absoluta. ¿Y por qué hay que pensar en la posibilidad de que pueda haber 4 tránsfugas? Porque los tránsfugas, como las meigas, existir, existen.

Tránsfugas fueron los dos diputados del PSOE que impidieron, en 2003, que Rafael Simancas fuera presidente de la Comunidad de Madrid de acuerdo con el resultado de las elecciones autonómicas. Tránsfugas fueron los dos diputados de UPN que trataron, votando en contra de las directrices de su partido, de cargarse la reforma laboral del gobierno de coalición. Tránsfugas fueron los diputados de Ciudadanos que impidieron el voto de censura al presidente de Murcia. Es cierto que no es el PP el único partido que se ha beneficiado de esa práctica mediante la que un representante de los ciudadanos traiciona el mandato recibido. Pero quiero, con esos ejemplos anteriores, recordar que el PP cultiva, con brillantez, esa modalidad.

Y, ahora, efectivamente, está a solo cuatro votos de evitar que España se rompa, fin extraordinario que podría justificar medios, también, extraordinarios.

Permanezcamos atentos a la pantalla, contengamos la respiración en el momento de la votación y, el que tenga costumbre, que rece lo que sepa. Aunque, ya se sabe, Dios ayuda a los malos cuando son más que los buenos.

¿Se puede deducir de estas líneas una atribución de intenciones antidemocráticas a alguien? Espero que no. Si se repasa lo anterior, solo he hablado de historia y de aritmética, dos disciplinas neutras pero ilustrativas.

Núñez Feijóo está a cuatro tránsfugas