jueves. 28.03.2024
machado sanchez azaña
Antonio Machado, Pedro Sánchez y Manuel Azaña.

¿Hemos reflexionado sobre la gravedad del juicio emitido en el título de este artículo? En esta España nuestra, paradigma de una democracia plena -y ay de quien se atreva a cuestionarla- existen muchos ciudadanos que no quieren el diálogo. Pero, vamos a ver, ¿cuál es la esencia de la democracia? El diálogo entre personas que piensan diferente. Hacerlo con los que piensan lo mismo es muy fácil. ¡Cuánta educación en valores democráticos se necesita todavía en esta España nuestra!

Pedro Sánchez en su acto de proclamación como candidato socialista a la Presidencia del Gobierno en junio de 2015 dijo:

"Parafraseando a Fernando de los Ríos, el líder socialista abogó por 'abrir un tiempo de tolerancia y respeto que permita el diálogo fructífero' ya que 'la única revolución que hace falta en España es la revolución del respeto'. Los problemas a los que nos enfrentamos como sociedad no pueden reducirse a una cuestión moral, aunque sin ética no hay convivencia. Pero nuestros problemas son políticos y tienen que abordarse políticamente. Y si la política es diálogo, la política democrática es un diálogo reforzado. Diálogo es lo que ha faltado durante estos años en uno de los temas que más deberían ocuparnos, como es el de las relaciones entre el Gobierno central y el de Cataluña. No es aceptable que dos gobiernos democráticos -el de Rajoy con el de Mas y Puigdemont- hayan vivido durante casi cuatro años de espaldas uno de otro, calculando los réditos electorales del conflicto, sin comprender la ruina colectiva a la que nos llevan sus cálculos”. Y dice bien Pedro Sánchez.

Un inciso oportuno sobre lo expuesto. A veces viene recurrir a voces foráneas, como la del prestigioso historiador Paul Preston. En una entrevista de la Cadena Ser, el 31-12-2019, José Luis Sastre le pregunta a Preston: ¿Y si todo lo que está ocurriendo ahora mismo en España, todo lo político, tuviera su origen en la corrupción? Preston -Se ha llegado a esto gracias a la incompetencia política y a la corrupción. Cuando ya bastante frustrados los nacionalistas catalanes, el entonces líder de CIU, sabiendo que se avecinaban problemas por la corrupción, busca la manera de esquivar este problema lanzándose por una vía separatista. A la misma vez, en Madrid, Mariano Rajoy, también consciente de que se avecinan acusaciones de corrupción lanza por una política de centralismo cerril”.

Y en estos momentos como presidente del Gobierno del Reino de España, Pedro Sánchez en coherencia con su discurso anterior, continúa defendiendo el diálogo para tratar de encauzar de una manera razonable la cuestión catalana. Digo coherente, porque con los indultos se abre un resquicio para iniciar un diálogo. Nadie dice que la tarea vaya a ser fácil. Emboscadas en el camino, si le dejan iniciarlo, no le faltarán por parte de los contrarios y, quizá, los más encarnizados sean los de su propia casa. Desde determinadas fuerzas políticas y mediáticas de carácter estatal ya muestran toda su artillería. Estas no pretenden convencer, sino derrotar y humillar al otro. También el independentismo en aras a potenciar el diálogo debería hacer algún gesto y alguna concesión.

Hace falta coraje político para abordar el problema de frente. Lo más cómodo, todo un ejemplo de cobardía, es no hacer nada. Y no hacer nada, cuando un tema está enquistado, es que al final se produzca una metástasis al resto del organismo. A algunos parece que esto no les importa, si con ello consigue una rentabilidad electoral. Y estos mismos, además alardean de patriotas. Ser patriotas es hacer todos los esfuerzos habidos y por haber para solucionar los problemas de convivencia. Lo otro es patriotismo de farfolla. La derecha de esta España nuestra tiene una visión muy peculiar de “patriotismo”. Considera que el poder le corresponde por mandato divino, y si lo tiene la izquierda, eso es ilegítimo. De acuerdo con esta visión, cualquier medio es lícito para arrebatarle el poder, aunque eso suponga un grave quebranto para nuestra convivencia. Tampoco es una novedad este comportamiento de la derecha. Ha sido una constante histórica.

Como escribió el novelista aragonés José Giménez Corbatón en su extraordinario artículo Colliure-, 1939-2009, con motivo del setenta aniversario de la muerte de Antonio Machado:

“Decía Juan de Mairena que “el hombre es el animal que usa relojes”. Franco quiso parar el reloj de la historia para aquellas mujeres y hombres, niños, jóvenes y ancianos que cruzaron la frontera hacia un destino incierto. Franco sabía de correajes, de cañones y de muerte. Pero no de relojes. No sabía que el suyo nacía parado, sin ni siquiera historia que detener, sin historia. La historia que vale la pena considerar es la que hace avanzar a los pueblos. Franco no es digno de consideración”.

Y hoy en esta España nuestra sigue vigente una España con mucho poder económico, mediático, jurídico y también político que sigue con el reloj parado. Esa dinámica histórica de la derecha española, encabezada por el PP, aunque ahora sean tres, más en lo fundamental son una, hoy sigue igual. Ante un problema de gran envergadura a nivel territorial, que es una cuestión de Estado, del cual en gran parte es responsable de su enquistamiento, la derecha prefiere eliminar cualquier posibilidad del diálogo. Su comportamiento es el mismo que en el proceso de negociación para finalizar el terrorismo de ETA. En 2005 Rajoy no solo le negó  el apoyo a José Luis Rodríguez Zapatero en una hipotética negociación con ETA, sino que le avanzó que nunca contaría con el PP. Consideró que ZP "ha renunciado a derrotar" a los terroristas. Es más, acusó al presidente del Gobierno de "traicionar la memoria de los muertos". La frase molestó tanto a ZP que le conminó a que la retirase. Pero Rajoy no sólo no lo hizo, sino que además le culpó de haber "revigorizado a una ETA moribunda".

Insisto, ahora la estrategia es la misma en relación al problema de Cataluña. Firmas en mesas petitorias en toda España, mociones en ayuntamientos y comunidades autónomas, convocatoria de manifestaciones contra los indultos. A pesar de que ya fracasó tal estrategia con anterioridad, alimentando la confrontación entre catalanes y el resto de españoles que fue creciendo hasta el punto de que se multiplicaron los separatistas y separadores. Pero a la derecha le da igual. Erre que erre con la misma estrategia, aunque eso envenene cada más la convivencia en Cataluña y en el resto de España. Este sábado, 28 de mayo, Zaragoza ha sido la primera gran ciudad en rechazar los indultos del procés. El pleno municipal, con los votos a favor de PP, Cs y Vox, ha aprobado la moción presentada por el equipo del popular Jorge Azcón en la que se insta al Gobierno de España a «defender y garantizar» la igualdad de todos los españoles ante la ley y no conceder los indultos. Una propuesta que no ha contado con el apoyo de los grupos de la izquierda, PSOE, ZeC y Podemos. Para el alcalde, de producirse la medida de gracia, será «uno de los hechos políticos más relevantes en la historia de la democracia» porque supone «un ataque grave a la libertad democrática» y porque es «un pago político a un chantaje para seguir durmiendo en la Moncloa», ha asegurado en referencia a Pedro Sánchez.

Intuyo que esta derecha tiene auténtico pavor a que la iniciativa de Sánchez con los indultos, pueda servir para iniciar una vía de diálogo y que desemboque en una solución razonable a las relaciones entre Cataluña y España. ¿Por qué tal pavor? La respuesta es clara: necesita el conflicto, para sacar votos en el resto de España. Como también lo necesita el partido de Puigdemont.  Ambos se retroalimentan.

Mas, esta es la derecha que tenemos y con ella tenemos que apechugar. Es esa derecha a la que José Antonio Labordeta la mando “A la mierda” en sede parlamentaria, en la sesión de control al Gobierno en el Congreso de los Diputados el 5-3-2003. ¡Qué bien la conocía Labordeta! Vemos cómo la describe con sorna y gracejo en este fragmento del artículo de El Periódico de Aragón de 30-10-2005, titulado "Independencia virtual".

"Pero volviendo al combate cotidiano uno contempla, con verdadera vergüenza ajena, esos spots del PP reclamando votar para defender la Constitución, cuando ellos la maldijeron y no la votaron, porque también con ella se rompía España. Tienen vocación de empresa de derribos porque cada vez que alguien desea avanzar en derechos ciudadanos, el país se rompe: se rompe con la Constitución, con los Estatutos, con el aborto, con el divorcio, con Ibarretxe, con los matrimonios gays, con el incendio de Guadalajara y con el helicóptero de Afganistán. Todo menos el 11-M y la guerra de Irak. ¿Alguien ha pedido perdón por las mentiras que acabaron en la tragedia del atentado terrorista? Solo faltaría eso, que la derecha reconociese sus errores. Ellos son todos de buena familia y los que no lo son, los torquemadillas de turno, quieren ser también barones y marqueses como todos los suyos y, para ello, tergiversan la historia, mienten desvergonzadamente e intentan, por todos los medios, alcanzar la porcelana de Sevres de una de esas tías gordas que pasean su corpiño por las ferias de toros de toda esta piel de ídem, que para eso tienen el parné y el latifundio".

Estas palabras siguen siendo plenamente vigentes hoy. Con los indultos se rompe y se traiciona a España. ¿Cuántas van ya? Y si quedan tan panchos. Hace falta tener cuajo. Y hablan de traición a España. Mas, ¿cuántas traiciones a España han llevado a cabo ellos a lo largo de la historia?

¡Qué nivel de degradación ética en España, si quienes defendemos el diálogo somos...