martes. 16.04.2024
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Congreso de los Diputados.

Aviso de entrada que esta tribuna no va a dedicar una coma a la non nata moción de censura murciana. En razón de no coger el rábano por las hojas y que parece más necesario ir un poco más allá para comprender el más acá. Circula masivamente por las redes sociales un bonito falso cuento sobre la capacidad del águila para despojarse con gran sacrificio de sus garras y su pico, además de su plumaje, a fin de renovar su capacidad de vuelo y caza que le permitirían subsistir unos treinta años más a los supuestos cuarenta de su normal existencia media. Otro falseamiento más entre millones pero que da para un buena metáfora.

Lo único cierto es que ese ave tan icónico para la derecha española solo muda sus plumas. En eso sí que se parece a muchos humanos. O los humanos a ellas. Los cambios de indumentaria para, con otros ropajes, levantar el vuelo y continuar con la rapacidad nos ofrecen una imagen muy realista del camino emprendido por la ultraderecha ibérica desde la transición, pasando del aguilucho inicial y el saludo fascista a su transmutación en unos digeribles logotipos verdes con el que capturar nuevas presas. Hoy su presa principal a la vista es sin duda el Partido Popular, después de vampirizar el mensaje radical y alternativo del emergente Alberto Rivera, que perdió su pedigrí catalán en el aquelarre de Colón y se llevó por delante su principal caladero de votos.

Desde la liquidación de UCD por los sectores económicos, mediáticos, religiosos y políticos conservadores españoles, instrumentada desde y con la neo franquista AP, han sido continuos los fracasos para la reconstrucción de un centroderecha democrático y liberal autónomo e independiente del guerra civilismo de los conservadores ibéricos. No hay ninguna alternativa política derecha moderada, desde la "operación Roca”, el CDS y o la más reciente centrifugación de la UPyD de Rosa Díez, en esa turbina imparable que nuestros ultraconservadores han sometido al país, que no haya sido fagotizado por el gran partido único de la derecha española, sin haberse desprendido hasta ahora de su pasado franquista. Y de aquellos polvos estos lodos.

Pero confundir las distintas y actuales opciones de las derechas en una sola por mor de las urgencias electorales sería un error estratégico para la izquierda. Como fue un error garrafal de la derecha apostar por la liquidación del PSOE en 2015 activando la promoción de PODEMOS en su confrontación política. Eran conscientes de que una opción radical o comunista jamás obtendría los votos de los españoles para gobernar, pero lo que no pensaban era en la capacidad de recuperación del PSOE (al que ellos y algunos otros dieron precipitadamente por muerto) y menos que PODEMOS se convirtiese en la muleta para que alcanzase de nuevo el poder.

Por contra, el blanqueo por el PP del nuevo águila ultraderechista encarnado en VOX le ha permitido recuperar espacios territoriales de poder a costa de la destrucción programada de C's y,  si se descuida, de su propia liquidación. Porque un nuevo proyecto de las dos derechas no suma más en la carrera de confrontación por la hegemonía conservadora de los dos contendientes. Y frente al modelo gallego de mayorías absolutas, heredera directa el mantenimiento del nuevo modelo de derecha tras el franquismo encarnado por Núñez Feijoó, aparece en escena, como hija de una pandemia política en la nación conservadora, el proyecto unificador con el mensaje de Díaz Ayuso. Todo ello a costa de poner en jaque el propio modelo de convivencia del sistema político español desde 1977 y eso le hace especialmente nocivo. En las elecciones en Madrid el próximo 4 de Mayo se trata precisamente de conjurar eso. Y si no distinguimos entre derechas en este nuevo tablero perderemos la perspectiva.

En estos días de hooligans y escaso pensamiento político hay quien persiste en el error al plantear frentes clásicos de izquierdas para oponerse al de los “dóberman” que tan poco juego dieron entonces a tan preclaro político como Alfonso Guerra (ahora empeñado en fosilizar el pasado como si pudiese reproducirse). Los últimos movimientos de Pablo Iglesias demuestran una improvisación preocupante más interesada en mantener opciones políticas de partido que estrategias de cambio en la sociedad madrileña. En una especie de “más madera que es la guerra”, quien perseguía el asalto a los cielos parece que se conforma con el de Madrid, introduciendo un lastre innecesario a la propia campaña y un argumento para la derecha al trasladar el enfrentamiento parlamentario nacional a la antigua Casa de Correos de la Puerta del Sol. Y Díaz Ayuso encantada. Lo cierto es que Murcia da para las más variadas justificaciones a derecha e izquierda.

El franquismo político y sociológico no solo se ha cambiado el logotipo. En el excelente documental "El hombre que jugaba con fuego” que nos informa de la vida del autor de Millennium, ya se puede comprobar como todos los movimientos neonazis europeos comenzaron sus mudas de plumaje en los años setenta obviando a los grupos skin o ultras que se presentaban con símbolos abiertamente nazis y comportamiento violento. Introdujeron en sus nuevos vuelos rapaces los términos democracia y libertad y ocultaron sus tatuajes con ternos propios de Armani, aunque en algún caso se les reventaran las costuras. Cambiaron ropajes y protagonistas y se fueron extendiendo por Europa con proyecciones electorales cada vez más crecientes y preocupantes.

El punto álgido de ese proceso nos llegó recientemente con el “padrino” designado por la ultraderecha americana para Europa, Steve Bannon. A sus estrategias (además de los centenares de millones de dólares que maneja para implantarlas) se deben esos supuestamente “nuevos” y más recientes fenómenos de transmutación de los sectores más ultra y conservadores de la derecha transnacional en mero populismo nacionalista y antieuropeo. Por sus formas de actuación, por la ideología que despliegan, por el uso de la mentira en la propaganda con los nuevos instrumentos telemáticos y por la violencia implícita de sus discursos apologéticos plenos de ignorancia científica, humana y social. Pero todo ello con un nuevo plumaje de liberalismo y constitucionalismo.

De manera que ante esta avalancha de imposturas, la principal arma de la izquierda tendría que ser la normalidad democrática y el sosiego institucional. Frente a los que agitan provocadoramente la caldera contraponiendo slogans entre socialismo o libertad solo cabe una respuesta de izquierda progresista, liberal y democrática de amplio espectro y evitando toda confrontación de la que la sociedad madrileña está completamente saturada. En la acción-reacción está el plus de la derecha más reaccionaria. En la política de no confrontación, pacifista y masiva debe de estar el plus de la izquierda. Para que no nos sigan agobiando con su apropiación indebida de la idea de España y ahora de la libertad que siempre nos negaron. Para priorizar el poner en valor alternativas democráticas de diálogo como respuesta social para una nueva década de cambio y normalidad. Para la defensa de la Libertad. Para que el águila inventada pierda el pico y las garras del fake telemático. De nuevo Madrid ante su propia historia. Siempre.

Murcia. La renovación del águila española y la izquierda