jueves. 25.04.2024
Melilla | Imagen Nueva Tribuna

Se les llama de forma peyorativa “menas” pero son seres humanos, jóvenes que han tenido que dejar su país a causa de conflictos bélicos o pobreza absoluta. Sueñan con una vida mejor y trabajar para enviar dinero a sus familias.

Su presencia en España, y en toda Europa, levanta polémica y desgraciadamente son usados políticamente por la extrema derecha..

Pero la vida no les ha dado otra opción. La mayoría de jóvenes que llegan a nuestro país son de Marruecos. La falta de posibilidades para sobrevivir les hace tomar una decisión muy arriesgada. Toda la familia recauda el dinero suficiente, que no es poco, para pagar a las mafias que los traerán a Europa. Los menores marroquíes que llegaron a España en 2018, según datos del Ministerio del Interior, fueron alrededor de 8470 niños y 371 niñas.  Le siguen Guinea y Malí. En todos, el porcentaje de niños sobre niñas es muy superior.

Tal como pude comprobar en primera persona recopilando información para mi libro VIDAS (Ed La Galera), las penalidades que sufren antes de poder subir a una patera son tremendas. En el camino de su población de origen hasta la llegada a la playa donde embarcan sufren estafas, robos y violaciones. Comienzan su navegación rotos y con mucho miedo a lo desconocido.

Son muy jóvenes y se sienten desprotegidos porque realmente lo están. Sienten desarraigo ya que viven alejados de su entorno, sufren un choque cultural desgarrador. Cuando están enfermos no tienen a nadie que los cuide, cuando llegan a un país que no hablan su lengua, no comprenden y no saben a quién preguntar. Si eso, si ya es duro para un adulto, más lo es para un adolescente.

Una vez desembarcan, que no todos lo consiguen ya que muchos mueren en el trayecto, se encuentran en un país que los denomina “menas”, sinónimo para muchos de delincuentes peligrosos. No entienden el idioma, ni las costumbres ni saben a dónde ir. Los más afortunados van a un Centro de Acogida pero otros acaban en la calle. El sistema todavía no está preparado para dar cobertura a todos.

“Los niños y niñas que tienen miedo pueden hacer cosas que dan miedo. Los niños que viven en la calle se encuentran en situaciones muy peligrosas. Pueden verse involucrados en conflictos con la ley, entrando en el ámbito de la justicia juvenil, con un amplio espectro de acciones que van desde pequeños conflictos en la calle, hasta el robo y el tráfico de sustancias para sobrevivir o ser captados por redes criminales informales u organizadas, ” afirma UNICEF en su informe Más allá de la supervivencia.

Y no sólo eso. Unicef alerta de que “La trata y la explotación son una realidad entre estos niños y niñas. Cuando no encuentran relaciones sanas en las que confiar, pueden convertirse en víctimas de redes criminales, especialmente cuando desean enviar dinero a sus familias o ganar dinero para tener una vida mejor”.

Desgraciadamente los centros de acogida, no son suficientes. Y la calle es un peligro en sí misma. En nuestras ciudades, se vende droga, hay traficantes de personas, proxenetas. Hay de todo.

Se vive muy mal en la calle, no reciben formación, su salud es vulnerable, mala alimentación y necesitan dinero para sobrevivir.

Pero ¿qué debe hacer nuestra sociedad por ellos? A nivel humanitario deberíamos hacer todo: Escolarizarlos o enseñarles un oficio, darles un techo y un mínimo proyecto de vida. Si lo que impera es el resultado económico, pues ayudarles a que trabajen, coticen y se integren en nuestra sociedad. Son jóvenes que quieren, y por eso vienen, trabajar y, para más inri, enviar dinero mensualmente a sus familias.

En diciembre del 2020 el Gobierno aprobó, en plena llegada de menores a Canarias una subvención de 10 millones de euros a dicha autonomía. El problema principal reside en la falta de planificación y cuando llega de golpe un número muy alto de menores, el sistema colapsa. No hay suficientes interpretes ni medios para atenderlos.

A esta situación se suma la dificultad muchas veces por determinar la edad. No traen documentación y ellos dicen tener más de dieciocho años para poder moverse libremente, a veces para buscar a familiares o viajar a otro país europeo.

Las niñas, manipuladas por las mafias, se ven obligadas a obedecer a éstas y hacen todo lo posible para escabullirse del sistema.

Ell Gobierno, las Comunidades Autónomas y diversas Ong´s  como Unicef, Cruz Roja o Accem  tienen centros acogida en donde hay menores españoles y extranjeros. Esta última ong bajo un lema muy interesante:  “Que nos traten como a un niño”.

Menores no acompañados: "Que nos traten como niños"