viernes. 19.04.2024
Imagen Nueva Tribuna

No hay duda de que Madrid y Catalunya son las comunidades autónomas que más ruido generan en la estructura política de España. A pesar de sus rivalidades y hasta de sus antagonismos ambas viven sumergidas en unos relatos que han llegado a ser dominantes y que poco tienen que ver con su realidad.

Catalunya lleva largo tiempo sumergida en un relato irreal sobre una imposible independencia que nace de un relato milenarista iniciado durante la larga época del “pujolismo” y materializado en la última década como sistema para mantener una hegemonía política que había entrado en decadencia. El relato inane del “procés” está en total contradicción con las posibilidades y la realidad política, económica y social de la Catalunya real. El relato se ha sustentado esta década en un discurso continuado durante años y del que se ha hecho apología a través de los medios de radio y televisión públicas así como por los medios escritos y virtuales pro-independentistas y que ha seducido a una buena parte de la sociedad catalana.

Se trata especialmente de sectores catalanoparlantes acomodados, de clases medias y de zonas rurales, una parte importante de los jóvenes estudiantes y de jubilados que quieren realizar la “revolución pendiente” que no efectuaron en tiempos de la dictadura. La mayoría de los que anteriormente secundaron al pujolismo de CDC junto con alguna gente de izquierda sedicente forman la base de este sector de la sociedad proclive al independentismo. Son sectores sociales la mayor parte de los cuales no tienen problemas económicos urgentes, a los que los recortes que lleva una década realizando la derecha independentista, con el apoyo de ERC, no les ha afectado en demasía y que en todo caso es culpa del estado opresor que esquilma a Catalunya.

Una buena parte de los que sustentan estos relatos son gente que tiene garantizado el sustento y la vivienda, que no precisa ni de la sanidad ni la escuela pública, ya que ellos pueden proveerse de sanidad privada o seguros médicos privados y en su caso con acceso a la escuela privada o concertada. En las elecciones es clara la procedencia del voto de esa mitad de Catalunya a la que parece repugnar la visión de España y de los españoles, entre ellos sus conciudadanos catalanes que no son  independentistas y a los que se acusa de “colonos” no catalanes. Cabe tener en cuenta que una buena  parte de la gente que no vota independentismo, fundamentalmente urbana y de clase trabajadora, cada día se siente más ajena a la realidad política catalana basada en el relato independentista lo cual provoca un mayor grado de abstencionismo en las elecciones autonómicas.

A pesar de todo ello no hay duda de que el “procés” está atravesando un momento de decadencia, lejos de la euforia multitudinaria de las primeras fases. Mucha gente se ha desengañado, pese a que no haya renunciado a seguir votando a las opciones independentistas. La realidad de la imposibilidad de llevar a cabo el proceso está haciendo mella en sus seguidores y la división interna entre las fuerzas independentistas, ya que ninguna de ellas quiere responsabilizarse ni aceptar públicamente este fracaso, también está provocando un cierto cansancio resentido entre sus filas.

El caso de Madrid es mucho más reciente y novedoso. Hace ya décadas que la derecha ha detentado la mayoría en la Comunidad y también excepto en el período de la alcaldía de Manuela Carmena en el ayuntamiento de la capital. La hegemonía del pensamiento del PP, pese a sus peajes de casos de corrupción continuados se ha mantenido en parte gracias a que Madrid ha crecido poblacionalmente y económicamente y se ha beneficiado de los beneficios de la capitalidad. También debemos tener en cuenta el peso institucional, funcionarial y empresarial que reside en Madrid. La derecha ha sido hegemónica frente a una izquierda fracturada y falta de referentes. La realidad social de la Comunidad también es reflejo de esta situación con unos barrios, ciudades y pueblos de clases acomodadas frente a otras zonas de clases populares y trabajadoras. Esa ha sido hasta ahora la situación que se ha resumido en una serie de políticas que como en el caso de Catalunya, pero con mayor intensidad se ha dirigido al desmantelamiento de los servicios públicos de sanidad, educación, dependencia, privatización de las viviendas sociales públicas, etc. La forma tradicional de ejercer el poder del PP madrileño.

Sin embargo en el último período esta política ha dado un paso adelante. Para afrontar el hecho de un Gobierno progresista en  España parece como si los dirigentes de PP de Madrid hayan querido compensar  la debilidad de la oposición realizada por Pablo Casado. Así con Isabel Díaz Ayuso (IDA) al frente, acompañada en la sombra por Miguel Ángel Rodríguez (MAR), parecen decididos a ser la vanguardia de la oposición al gobierno de izquierdas. Para ello han recurrido a una política de confrontación permanente, presentando al Gobierno del Estado como un enemigo de Madrid y de los madrileños que castiga injustamente a la Comunidad por el simple hecho de defender los valores eternos de un recién creado “madrileñismo”. La derecha más radical representada por Ayuso presenta de forma continuada, burda y populachera un relato falaz  de supuestas y arteras actuaciones del gobierno central con el único objetivo de denigrar los falsos aciertos del Gobierno de la derecha madrileña. Este relato se ha concretado en una oposición continuada a cuantas medidas se han propuesto por el Gobierno del Estado en relación a la lucha contra la pandemia.

Ayuso parece querer representar un “nuevo espíritu del 2 de Mayo” a través de un discurso zafio y simplón en el que se presenta a la izquierda como enemiga de Madrid y de lo que ella proclama “la forma de ser madrileña” de la cual ella es su máxima  encarnación política. Sus proclamas presentan a ese enemigo de los madrileños como la encarnación del mal, es la “libertad frente al terror comunista o socialista”. Es un relato que no resiste la confrontación con la realidad pero eso no parece preocuparle a la mayor portavoz de la derecha iliberal e intolerante madrileña, lo fundamental es estar constantemente presente planteando sus propuestas por más falsas que sean y aunque un día contradigan lo dicho el anterior. Lo fundamental es ocupar espacio en los medios aunque sea para que hablen mal porque ya se ocupará de culpar a los medios contrarios de tergiversadores y mentirosos.

Como en Catalunya  la realidad social de Madrid es la de una capas sociales acomodadas y pujantes sensibles a los argumentos de las derechas y beneficiadas por sus políticas fiscales y económicas así como las privatizaciones sociales e incluso  por sus actuaciones corruptas y que son plenamente conscientes de que estas derechas representan fielmente sus intereses. Frente a ello unas clases trabajadoras y populares contrarias a las derechas que podrían ser mayoritarias si no fuera porque buena parte ha desertado de seguir la vida política preocupados por un día a día difícil y donde la prioridad es la lucha por la supervivencia.

La realidad confronta con los relatos hegemónicos en Madrid y en Catalunya. La pandemia es un buen marco donde observarla. En Madrid y en Catalunya se han dado los peores datos de afectados y de muertes. Hechos como las actuaciones en las residencias de estas comunidades, donde se ha dejado morir a los ancianos sin poder acceder a los servicios hospitalarios, es algo contrastable. La falta de refuerzos sanitarios en la sanidad pública y  la subvención a la privada también son realidades contrastables. Las deficientes medidas adoptadas y la confrontación o la crítica frente a las medidas adoptadas por los responsables estatales han sido permanentes.

Se hace preciso contrarrestar estos fenómenos populistas reaccionarios mediante políticas plurales, progresistas y democráticas que abran los ojos a los sectores abstencionistas de las clases populares que vean  qué es en la realidad política donde pueden verse satisfechas de algún modo sus necesidades y reivindicaciones. Y para ello no es necesaria una revolución. En Estados Unidos una administración demócrata moderada como la de Biden está ejecutando políticas sanitarias, económicas y fiscales que quieren afrontar la realidad de la sociedad americana que les ayude a salir de la demagogia populista de Donald Trump. ¿Por qué no aquí? ¿Por qué no en Madrid y en Catalunya?

Madrid y Cataluña: Relatos y realidad