jueves. 18.04.2024
tribuna congreso

En España enterramos muy bien a los muertos, entiéndase la metáfora, a los cadáveres políticos, hayan o no abandonado el mundo de los vivos. Me voy a referir en particular a los dirigentes políticos situados a la izquierda de la izquierda. Durante el franquismo Santiago Carrillo fue el «carnicero» de Paracuellos, una matanza -las muchas que sucedieron en la guerra civil- estigmatizó su figura durante toda su existencia. Una vez de vuelta a España pilotó la transición al mando del PCE, el partido, lo diré, el único partido que combatió la dictadura franquista desde sus orígenes hasta la restauración o transición democrática. Lo que llego después es suficientemente conocido, terminó sus días denostado por quienes habían sido sus camaradas durante los años duros del franquismo. El PCE había dado muestras de ser un partido democrático y no un “lobo con piel de cordero". Existen varias versiones de Carrillo: la de carnicero y viejo zorro comunista, un Carrillo astuto, estadista, el hombre que supo llevar al PCE a la democracia a través del eurocomunismo... Versiones defendidas por los mismos que tras su muerte lo recuerdan como un hombre de Estado respetuoso con la monarquía. Olvidando los chantajes a los que fue sometido en la modélica transición democrática.

Años más tarde llegó Julio Anguita, me van a perdonar Gerardo Iglesias y Cayo Lara, dos dirigentes comunistas de transición en las peores circunstancias del comunismo español. Tuvieron que lidiar con un legado de rupturas y escisiones, entre otras con la de Gaspar Llamazares (IA), un excelente parlamentario distanciado de la línea ortodoxa del PCE.

Anguita, exalcalde de Córdoba, experimentado orador, consiguió obtener los mejores resultados electorales de IU en toda su historia (21). Si no entró en el Gobierno de Felipe González fue porque este prefirió los apoyos de los nacionalistas catalanes y vascos a los de IU, partido al que González despreciaba e hizo lo posible por humillarles. Con Anguita el ciclo se repite, de villano a héroe, de colaborador necesario de Aznar (la pinza), a un político honrado que supo retirarse con grandeza. El pecado de Anguita consistía en rebelarse contra la soberbia del todopoderoso González, denunciar la política social liberal de un socialismo acoplado al establishment, modernizador y productivista. Los años dorados de un González imbatible.

Iglesias ha sido y continúa siendo el líder izquierdista más acosado, vilipendiado, insultado, despreciado, de cuantos dirigentes políticos han desfilado por la pasarela pública

Por último, Pablo Iglesias, al que es prematuro incorporarlo en el escalafón de cadáver político. La renuncia a la vicepresidencia del gobierno y el salto a las elecciones de Madrid lo interpreto como una fase previa al abandono de la primera línea de la política. Iglesias es un animal político y nunca dejará la política, existen otros espacios desde los que hacer y estar en política. Bajo mi punto de vista, hemeroteca en mano, Iglesias ha sido y continúa siendo el líder izquierdista más acosado, vilipendiado, insultado, despreciado, de cuantos dirigentes políticos han desfilado por la pasarela pública. Con un ardor propio de enfermos psiquiátricos obsesionados con su figura, en lo político, personal y sentimental. Desde el minuto uno mantengo diferencias con Iglesias: su rostro en la papeleta electoral en las elecciones europeas (culto a la personalidad), primarias trampa, jerarquización orgánica, la manera de desprenderse de las y los fundadores de Podemos, declaraciones inoportunas, su acentuado egocentrismo. Es probable que liderazgos fuertes y egocentrismo sean inseparables. Un aviso, si por estas líneas me quieren buscar en la sala de despiece de Iglesias les aseguro que no me encontrarán, no voy a participar en la matanza.

Conocido por el gran público a través de una tertulia televisiva, da el salto a la política utilizando una marca sin símbolos reconocibles: un fondo morado con un círculo blanco y dentro la palabra «Podemos». A los enteradillos en política internacional les sonaba “Yes We Can” (Sí, se puede) de Obama, la mayoría se refería a Iglesias por el «coleta», ese chico que sale en la Sexta, se explica muy claro y les canta las cuarenta al resto de tertulianos, a los del PP, el Psoe y a los bicharracos de Inda y Marhuenda. Pues bien, el coletas se presentó a las elecciones europeas de 2014 superando al candidato de IU y obteniendo 5 actas en el parlamento europeo. Un año después volvió a encabezar la candidatura de Podemos al Congreso de Diputados con unos resultados apabullantes, 71 diputados contando con 2 de En Común, la tercera fuerza política y 6 millones de votos. No se pudo asaltar los cielos pero metió un buen meneo a la esclerotizada clase política. Aún con un dulce declive, la pérdida de 39 diputados desde las elecciones de 2015 a las de 2019, Iglesias sentó sus posaderas y las de cuatro compañeros y compañeras suyas en el Consejo de Ministros. Solo seis años después había conseguido lo que ninguno de sus antecesores pudo lograr: estar en el gobierno de la nación.

Lo que Iglesias ha logrado al frente de Podemos pasará a la historia como la obra de un genial y polémico estratega, un líder fuerte que está sabiendo preparar su retirada. Quizás sea esta la razón de tanto odio. No todo han sido aciertos, de los múltiples errores dan prueba la paulatina pérdida de apoyo electoral, el palmario fracaso territorial, han desaparecido en la mayoría de comunidades autónomas con un partido débil agrupado en torno a su figura. Nada de esto debe justificar el linchamiento al que está sometido, a izquierdas y derechas, parte proveniente de los que se sienten decepcionados sentados cómodamente en sus casas, revolucionarios de aluvión.

No quisiera terminar este artículo sin hacer mención al lado personal, un espacio reservado para todos los políticos, a excepción de Iglesias, con el que no han tenido piedad. Pablo e Irene han formado una familia con dos niños y una niña, niños que entre sus recuerdos de infancia permanecerán imágenes de una banda de fanáticos, apostados en la puerta de su casa escupiendo insultos y amenazas a sus padres, a diario. Les asiste el derecho a una infancia feliz, al menos igual que la de otros niños y niñas, con anonimato, jugar con otros chicos y chicas sin sufrir el estigma de ser hijos de quienes son, sin soportar los susurros y quién sabe si los insultos de otros niños que los han escuchado de sus padres. Cuando oigo decir que Iglesias va de víctima solo les digo que se pongan en su lugar. Es cierto, Carrillo, Anguita, Iglesias, acumulan una exquisita colección de cadáveres en su armario, no todos inocentes, el sino de un estigma cainita de las izquierdas ¿En qué partido no los hay? El destino de Iglesias solo a él le pertenece, las izquierdas están emplazadas a un futuro sin su figura, quién sabe si a una refundación con nuevas caras y protagonistas. Tal vez en fechas no muy lejanas se le eche de menos, el tiempo y las circunstancias lo dirán. Lo que nadie logrará arrebatarle es haber llevado a la izquierda de la izquierda a las más altas cotas del poder institucional desde la restauración democrática. Quien venga detrás que arree. ¿No dicen eso?


Sobre la renuncia a la vicepresidencia del gobierno de España de Pablo Iglesias


Ilustrísimos cadáveres