viernes. 29.03.2024
san
Foto: Borja Puig de la Bellacasa de Moncloa.gob.es

La grave crisis en la que estamos metidos desde hace más de un año, como consecuencia de una imprevista pandemia, ha puesto de manifiesto varias cosas: En primer lugar y a partir de las enseñanzas que nos aporta la teoría económica, ha puesto en evidencia las carencias de la misma para interpretar las denominadas leyes del mercado, partiendo de la hipótesis hiperrealista de lo que Samuelson (Curso de Economía Moderna) denomina como soberanía del consumidor, cuando aparece un factor esencial (la salud) que no sólo limita la capacidad del consumidor sino la de todo el sistema.

A partir de aquí hay que sumar el resto de carencias y debilidades:

  • Incertidumbres, desconocimientos, tomas de posición   controvertidas y contradictorias, desde el ámbito científico y médico.
  • Su traslado, no sé si de forma biunívoca o cada uno en su trinchera, a la política y, en este río revuelto, la oportunidad de la oposición que quiso sacar tajada, cada uno en su ámbito territorial (europeo, nacional y, por supuesto, autonómico) en la medida que algunos dirigentes utilizan su propia Numancia para hacer política

Frente a todo ello y pese a sus grandes debilidades, sobresale el esfuerzo realizado por las autoridades comunitarias para poner orden, en este caos de insensatez, para arreglar las cosas, aunque es cierto que, algunas veces, las estropearon aún más. En cualquier caso, siempre podemos sacar el viejo lema: Menos mal que nos queda Europa (parafraseando la célebre expresión del grupo de rock vigués Siniestro Total: Menos mal que nos queda Portugal).

Y es que Europa (la Unión Europea) se ha transformado radicalmente:

  1. Frente a otras crisis, optó por no aplicar su política más potente, pero al mismo tiempo más desequilibradora, la monetaria y optó por una política más en la línea keynesiana: Ayudas a Fondo perdido y una gran inyección de dinero a través de los presupuestos comunitarios (prácticamente se duplican en el próximo periodo 2021-2027), todo ello bajo el prisma de la exigencia a los países miembros del control de su propia economía, a través de las necesarias reformas en materia de gasto que habrá que evaluar y, al mismo tiempo, la intransigencia en materia de la defensa de las libertades y derechos humanos que algunos países han olvidado.
  2. Se intentó llevar a cabo un proceso de coordinación en todo lo concerniente a la movilidad intracomunitaria, sin haber alcanzado una línea adecuada que pudiese transmitir avances en este terreno, lo que conllevó a claras, serias y arriesgadas incertidumbres y contradicciones en las que se podía permitir traslados entre países y no entre territorios de un mismo país.
  3. Pese a los desajustes habidos y los que aún puedan llegar, es necesario valorar como positivo el papel de coordinación en la compra y distribución de las vacunas.
  4. Tras la pandemia y en aras de hacer frente a las necesidades de financiar el gasto público que todo el proceso ha generado, se hace necesario una política fiscal armonizada que no solamente abarque el contexto territorial europeo sino que alcance a países teóricamente competidores.

Precisamente sobre este último apartado quería centrar la segunda parte de este artículo: La armonización fiscal en la Unión Europea.

Si nuestra presión fiscal es más baja que la de la UE y, al mismo tiempo, también lo es el Gasto Social, el esfuerzo fiscal de España para hacer frente a la situación que se nos avecina y así poder financiarnos de los Fondos Europeos, apunta hacia la armonización fiscal

En el artículo 113 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea se recoge que es necesario el acuerdo unánime de todos los países participantes en el Consejo Europeo para adoptar cualquier medida legislativa en el ámbito de la fiscalidad. Desde la perspectiva de los dos grandes bloques de impuestos que existen (directos e indirectos) se puede afirmar que el proceso de armonización fiscal que ha tenido y está teniendo lugar en el seno de la Unión Europea, ha mantenido una evolución desigual, habiendo avanzado mucho en lo que a impuestos indirectos se refiere y poco en lo relativo a los directos. (www.guiasjuridicas.wolterskluwer.es)

En efecto, sin entrar en grandes profundidades, el principal impuesto indirecto del que gozan los países, el IVA, que representa entre el 12% y el 15% de los ingresos comunitarios o recursos propios, se ha aprobado su armonización, dentro de los sistemas de IVA de los Estados miembros, en 1979. La otra parte esencial de los recursos propios de la Unión Europea y que representa el 70% de los ingresos, se aporta en función de la RNB de los Estados miembros.

Pero es que la fuente de ese 70% ha de partir, obviamente, de los recursos propios que cada Estado recauda. Es decir que, aunque parezca una perogrullada, los Fondos que revierten en los distintos países, en función de sus necesidades, parten de un fondo común que, a su vez es financiado por cada país en función de su potencial económico

Por lo que vamos a centrarnos en los principales impuestos (tanto directos como indirectos) pero especialmente aquellos que incidan en la Renta, el Patrimonio, las herencias y los beneficios empresariales.

La estructura impositiva en el contexto presupuestario de España (2018), nos informa que los impuestos sobre el consumo (IVA, especiales, aduanas,…) se acercan a la mitad de los ingresos (47,3%), seguidos muy de cerca por los impuestos sobre la renta y el patrimonio (43,0%), quedando los impuestos sobre el capital en un modesto 2,0%, completándose con otros ingresos no tributarios (7,7%)

Desglosando aún más los impuestos y tomando como referencia solo los ingresos por tributación, el IRPF supera el tercio de los ingresos, el IVA llega hasta el 29%, los impuestos especiales y otros un 22%, el impuesto sobre Sociedades un 10%, quedando el de Patrimonio y sucesiones en casi un marginal 2%.

 Si hablamos de presión fiscal en Europa y basándonos en el criterio utilizado por Eurostat, la presión fiscal en España era del 39,2% en 2019, 6,9 puntos inferior a la Unión Europea (46,1%) y 7,2 puntos inferior a la de la Eurozona (46,4%).

España se situaba como el octavo país de la Unión Europea con menor presión fiscal, lejos de Dinamarca (53%), Francia (52,6%), Finlandia (52,2%) o Bélgica (50,1%), pero también de Estados con baja tributación como Irlanda.

Al mismo tiempo si tenemos en cuenta la participación de estos impuestos sobre el PIB y su relación con los impuestos de la UE (FEDEA: “Los ingresos públicos en España, 2016). La presión fiscal sigue siendo muy baja comparada con las de nuestros socios europeos. Aunque las últimas reformas han mejorado mucho la recaudación vía impuesto de sociedades e IVA, la recaudación vía IRPF y precios públicos sigue siendo muy baja. En cualquier caso, los beneficios fiscales asociados al IRPF e IVA siguen siendo enormes. Según se reconoce el propio MHAP estos representaron el 1,4% y el 2,08% del PIB respectivamente. Conjuntamente estos beneficios fiscales suponen unos 37.000 millones de Euros, es decir, más o menos el déficit estructural que sufre la economía española en este momento. Nosotros creemos que los ajustes vía gasto han sido muy severos y sería difícil justificar proseguir el necesario ajuste reduciendo el gasto aún más. Por tanto la eliminación de los beneficios fiscales, manteniendo fijos los tipos impositivos, sería una rápida y eficiente forma de aumentar la recaudación y dar solución a nuestros problemas fiscales.

Frente a una concepción un tanto ingenua o malintencionada de que los fondos europeos no tienen dueño o quizás salgan de los países ricos como Alemania, hay que recordar que, probablemente a partir de los próximos ejercicios, España (tras el Brexit) pase de receptor neto a aportador neto, es decir que aporte a la UE más de lo que recibe.

Si nuestra presión fiscal es más baja que la de la UE y, al mismo tiempo, también lo es el Gasto Social, el esfuerzo fiscal de España para hacer frente a la situación que se nos avecina y así poder financiarnos de los Fondos Europeos, apunta hacia la armonización fiscal, como así lo piden representantes de Europa y de EEUU. (en ambos casos se buscan fórmulas para poner coto a la creatividad fiscal de las grandes corporaciones. El País 25/02/2021).

 En este sentido, cabe interpretar esa llamada a la armonización fiscal que no debe consistir necesariamente en una subida de los tipos impositivos, sino tal como señala FEDEA con la reducción de beneficios fiscales podríamos converger, aunque eso entrañe, obviamente, seguir la disciplina en materia tributaria que nos señalan altos índices en la aplicación de los impuestos sobre la propiedad.

Sin entrar en otros temas de convergencia que nos puede interesar, por razones de espacio y tiempo, sería recomendable retomar viejas propuestas en materia de empleo, protección de desempleo y de la jubilación en la que en estos momentos tenemos verdaderas urgencias.

Bajo esta argumentación la pretendida armonización fiscal en España cobra cada vez más fuerza, no cuando venga de fuerzas independentistas, sino de la capacidad de eludir la presión de foralidad que pretenden llevar a cabo no solamente las tradicionales “amparadas” por la ley, sino de aquellas comunidades ricas que pretenden su propio sistema foral al margen del conjunto del Estado, capitaneadas por dos comunidades tan divergentes en lo político con convergentes en sus pretensiones aislacionistas, sobre todo en materia económica: Madrid y Cataluña

No cabe ninguna duda que sus pretensiones de aislamientos forales, como por ejemplo privar de gravámenes a las herencias o al patrimonio, tiene en el planteamiento de Javier Suárez Pandiello (catedrático de Hacienda de la Universidad de Oviedo) su más argumentada oposición a una medida tan insolidaria. Así partiendo de su criterio (razonable que yo comparto al 100%) de que no se deben descentralizar los impuestos, al menos aquellos que graven la renta personal: “No es de recibo eximir del pago de una renta que ha recibido sin ningún esfuerzo y sin embargo gravar con tipos altos (más bajos que en el resto de Europa) la renta proveniente de su propio trabajo, ingenio y capacidad”. También de acuerdo con el economista Bruno Estrada (S.C..Gijonesa, 31/03/2021) “lo que ha dejado de recaudar la Comunidad de Madrid por el Impuesto sobre el Patrimonio, se ha detraído de las arcas del Estado del Bienestar de toda España”.

La armonización fiscal puede y debe desbaratar el independentismo fiscal y territorial, en donde las tres comunidades más ricas pretenden financiarse a base del resto: Solidaridad rima con marginar a aquellas fuerzas políticas de derecha o de izquierda que pretendan gobernar un país de forma insolidaria. 

Está equivocado Pablo Iglesias, los dueños del país no son sólo los dueños del IBEX 35, al menos no están todos allí, son los dirigentes insolidarios con la España desertizada, desindustrializada y ninguneada.


Darío Díaz Alvarez | Economista, Licenciado en derecho y ex director general de Asuntos Europeos del Principado de Asturias.

Fondos europeos y armonización fiscal