martes. 07.05.2024
Foto de archivo
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Hay que rendirse a la evidencia. El Partido Popular tiene unos asesores políticos de gran valía, reclutados en las más prestigiosas universidades extranjeras, como Jarbar, cuando estaba Pablo Casado, o como Harvard, ahora que está Núñez Feijóo. Solo así puede explicarse que, en solo una legislatura, hayan hecho olvidar al electorado que fueron desalojados del gobierno de España nada menos que por corrupción. Y, eso, a base, exclusivamente, de votar que no a toda medida de la acción del gobierno progresista que, por otra parte, pocos niegan de su bondad para el país.

Por ello, creo necesario estudiar cual ha sido el método empleado por esos expertos, maestros en el arte de explicar lo inexplicable.

Como al que madruga Dios le ayuda, la campaña viene de lejos. Concretamente, desde el principio del mandato de Pedro Sánchez. A la aplicación del artículo 113 de la Constitución Española, el Partido Popular le llamó "ocupación ilegítima del poder" y al presidente constitucionalmente elegido, "el okupa de la Moncloa". Esto del pecado original es algo de mucho efecto, como se sabe y, solo puede neutralizarse con algún sacramento, como el del bautismo que, obviamente, nunca le fue administrado, políticamente, a Pedro Sánchez. El único sacramento que le han suministrado ha sido el de la comunión y, eso, por la gran cantidad de obleas que le han sacudido durante estos años.

El Partido Popular le llamó "ocupación ilegítima del poder" y al presidente constitucionalmente elegido, "el okupa de la Moncloa"

A continuación vino la etapa del neologismo conocido como "populistasindependentistasyamigosdelosterroristas" con lo que se trataba de deslegitimar todo voto de diputados del Congreso que no coincidiera con la derecha. Es decir, se trataba de deslegitimar, no solo al Gobierno, el poder ejecutivo, sino a las Cortes Generales, el poder legislativo. El poder judicial lo secuestraron impidiendo su renovación legal, con la excusa de que no cayera en manos de los "populistas,etc, etc", es decir, la mayoría del Congreso.

Esa etapa se complementó con la del "no a todo". Toda medida del Gobierno que tenía que ser aprobada por el Congreso, era premiada con el voto negativo del Partido Popular, perfectamente alineado con el de VOX y, anecdóticamente, con los de Ciudadanos y Foro por Asturias. Salvo “algunas cosas”, como diría Rajoy, toda propuesta del gobierno era registrada desde el principio, con el voto en contra de los escaños de la zona nacional.

Como eso de los “populistas,etc, etc" era realmente largo, los expertos simplificaron el mensaje y lo dejaron reducido a "Bildu". Mencionar a Bildu llegó a ser un burladero donde se refugiaba el PP cada vez que les iba a coger el toro de sus contradicciones. Si se demostraba que no llegaba su anunciada crisis económica, contestaban diciendo "Bildu". Si mejoraba la contratación laboral después de decir que iba a descender, entonaban el "Bildu" y si Europa elogiaba la política económica del Gobierno, lo exorcizaban con su "Bildu". Bildu llegó a ser para el PP como el curalotodo de los charlatanes de feria.­

Mencionar a Bildu llegó a ser un burladero donde se refugiaba el PP cada vez que les iba a coger el toro de sus contradicciones

Y de ahí, en las cercanías de la campaña electoral, pasaron a la "derogación del sanchismo", un hallazgo de los creadores de realidad virtual del laboratorio de ideas de Génova 13. Un término tan gaseoso como sugerente, podía recordar al "Por el cambio" que, en 1982 proporcionó 202 diputados al PSOE. Porque, esa idea tenía vocación universal ya que trataba de movilizar, no solo al electorado inicialmente de derechas, absolutamente convencidos del asunto, sino a parte del propio electorado de la izquierda con alguna factura pendiente de pago con Pedro Sánchez.

Y llegamos al momento clave de las elecciones: la campaña electoral. Afianzados los propios, en lista de espera los de VOX y presuntamente desmotivados los contrarios, solo queda ocuparse del caladero de los "no sabe, no contesta" y, ahí, surge con plena vigencia la personalidad del líder. Para los dudosos, nadie mejor que un dubitativo Núñez Feijóo para transmitirles su cercanía ideológica. ¿No está usted seguro de si la reforma laboral fue buena o mala? Pues no se preocupe, tiene, por el mismo precio, a quien votó en contra de ella y a quien, ahora, le parece bien. ¿Se quedó preocupada de la eficacia de la ley del sí es si? No se inquiete, porque los mismos que, corregida, la terminaron votando, ahora dicen que la van a derogar. ¿Pensaba usted que las medidas económicas del gobierno conducían al apocalipsis? Despreocúpese, ahora basta con mejorarlas. ¿Duda de si el PP tiene que gobernar con VOX? Deje de dudar porque ahora puede elegir entre las varias posibilidades que le brinda el amplio catálogo autonómico y municipal del PP. Y, por último, ¿No entendió lo que significaba traducir al BOE lo de la derogación del sanchismo? Ni Núñez Feijóo tampoco. Era solo un eslogan muy elaborado por los gurús de la ponzoña. Cuando llegue el caso, si llega, lo más probable es que ya veremos, como dijo el clásico.

Tamaño esfuerzo merece el premio de seguir otros cuatro años en la oposición. No creo que haya nadie que les pueda mejorar

Así que, lo dicho, en cada una de esas etapas ha sido necesaria la participación de un protagonista principal. Pablo Casado en su momento, el hermano de Diaz Ayuso, para sustituir al anterior, la propia Diaz Ayuso para hacernos ver que Bildu se sienta en el Consejo de Ministros y, por último, el diletante Núñez Feijóo, se han estado pasando la antorcha del fuego eterno para Pedro Sánchez. Eso es trabajar en equipo.

La verdad es que, tamaño esfuerzo merece el premio de seguir otros cuatro años en la oposición. No creo que haya nadie que les pueda mejorar. Al menos, democráticamente.

Feijóo, líder de los “no saben no contesta”